Desarrollo Local y Regional, Innovación para la Competividad
Enviado por monchio • 21 de Septiembre de 2012 • Ensayo • 1.913 Palabras (8 Páginas) • 599 Visitas
2020: Un Nuevo Paradigma
Cómo los retos del futuro cambiarán nuestro modo de vivir y trabajar
Luis Byron Calvache Gómez
luis_b_calvache@hotmail.com
UNIVERSIDAD MARIANA
Facultad de Posgrados y Relaciones Internacionales
Espacio Académico: Desarrollo Local y Regional, Innovación para la Competividad
RESUMEN
El peso de China y Estados Unidos en la nueva economía global también podría disminuir, con el tiempo, dentro de la nueva economía global si, por ejemplo, China se enfrentara a graves disturbios sociales que frenaran su modernización o, lo que es incluso menos probable, si la economía de Estados Unidos comenzara a mirar hacia el interior.
Los cambios demográficos son fuerzas muy poderosas, pero su resultado final no está predestinado. Estados Unidos, China y los países del Extremo Oriente y, más tarde, buena parte de Europa central liberalizaron decenas de sectores y se abrieron a los productores de otros países. Estados Unidos, Europa y Japón empezaron a perder puestos de trabajo en la industria, y se puso en marcha el milagro de las economías del Tigre Asiático.
Por vez primera, las empresas de Estados Unidos, Europa y Japón tuvieron acceso a las enormes fuerzas laborales y recursos de China y, en un grado mucho menor, la India, que habían estado educando activamente a una parte de su mucha más numerosa población. Así pues, a principios de la década de 1990, las economías de mercado líder del mundo, encabezado por Estados Unidos, dirigieron las negociaciones globales encaminadas a crear la nueva Organización Mundial del Comercio (OMC). Con la mayoría de las economías significativas del mundo a bordo, la OMC empezó a negociar y redactar las normas que todos los países tendrían que seguir para formar parte del capitalismo global, unas normas que cubrían la mayoría de los aspectos más importantes de la vida económica de cualquier país.
Los países en vías de desarrollo, como China y la India, se han enfrentado a las mayores conmociones: han tenido que desmantelar los monopolios del Estado y, sector por sector, abrirse a las inversiones extranjeras, a las empresas conjuntas con compañías occidentales y a su propia competencia interna. No obstante, en 2020 la mayoría de los puestos de trabajo que están actualmente en Estados Unidos, Europa y Japón, en sectores que compiten directamente con China y otros países que se están modernizando y tienen salarios bajos, habrán desaparecido.
Las persecuciones económicas son trascendentales. Esto es precisamente lo que ha sucedido en Estados Unidos y en gran parte de Europa en los últimos cinco años. Para los países avanzados, como Estados Unidos y la mayoría de Europa, decenas de millones de personas que no tengan conocimientos especializados, no anticuados, ya no podrán depender de un crecimiento económico que les garantice un trabajo bien remunerado.
Al tomar, básicamente, ese rumbo, Estados Unidos y el Reino Unido se han distanciado, en gran medida, de Alemania, Francia, Japón, Italia y otros. En muchos sentidos, gran parte de Europa ha permanecido en un prolongado estado de negación.
Una razón de por qué muchos países europeos parecen indiferentes a los términos reales de la globalización puede ser el que la mayoría siguen comerciando, casi por completo, entre ellos o con Estados Unidos y Japón, mientras que una parte mucho mayor del comercio estadounidense y británico implica el desarrollo de mercados. El contraste es especialmente acusado en lo relativo a las inversiones en China, aunque en este caso es Japón, más que Gran Bretaña, la que se suma a Estados Unidos al lanzarse a fondo: las inversiones de Alemania en China son apenas una quinta parte de las estadounidenses o japonesas.
El lugar donde un país invierte y comercia importa, porque es el medio principal para que las empresas y las sociedades aprendan cómo llegar a ser parte de la vida económica de otro país. Todo ese comercio y esas inversiones de Estados Unidos y Japón en China sirven para acumular la información, las relaciones y las redes de proveedores, distribuidores y gestores que harán que las empresas estadounidenses y japonesas sean parte integrante de la economía china en 2020. Además, al competir tan activamente en el mercado que crece y cambia más rápidamente en el mundo, las empresas de Estados Unidos y Japón se ven obligadas a no dormirse en los laureles y crear nuevos productos, servicios y maneras de hacer negocios. Por último, los resultados moldearán, también, su propia economía interna, porque las empresas comprometidas plenamente en mercados como China, incrementarán la productividad y los beneficios de sus operaciones no sólo en China, sino en todas partes. Promover esta innovación será un problema para Japón y gran parte de Europa. En 1999, el jefe del Estado Mayor de Blair pidió que informara a los consejeros económicos del primer ministro cómo usaba Estados Unidos las nuevas tecnologías para conseguir grandes aumentos de productividad.
Las perspectivas para Estados Unidos son más optimistas. En estos momentos, las empresas del país invierten ya casi tanto en ideas como en plantas, equipos y terrenos. Dentro de Estados Unidos, unos mercados interiores relativamente libres, más innovación y más empresas crearán otras alternativas para millones de trabajadores despedidos en los servicios y la industria.
China es la otra economía importante que está bien situada para sacar provecho de la globalización. Incluso si finalmente pierde esa guerra, Estados Unidos podría repetirla sin disminuir su dominio militar y económico.
Las excepciones parciales entrañan disputas territoriales entre países que se mantienen fuera del sistema económico global, pero donde Estados Unidos no se implicó directamente; sobre todo, la invasión de Kuwait por parte de Irak y las incursiones de países subsaharianos en los países vecinos.
Con Estados Unidos como única gran potencia militar del mundo, la fuente
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