Dámaso Alonso, Poesía Española
Enviado por Araveela • 26 de Agosto de 2012 • 1.045 Palabras (5 Páginas) • 551 Visitas
INTRODUCCIÓN: Significante y significado
El signo lingüístico es la unidad básica de la comunicación. Éste se compone de significante y significado. Significante es sinónimo de “imagen acústica” y significado es sinónimo de “conceptos”. Para Saussure, los significantes son simples portadores o transmisores de los “conceptos”, pero esto no es así. Los significantes no transmiten conceptos, sino delicados complejos funcionales. Un significante puede reunir muchos conceptos (en las metáforas), como carecer de ellos (en las interjecciones, por ejemplo). Significante es todo lo que en el habla modifica leve o grandemente nuestra intención del significado.
El significante puede desgajarse en una serie de señales distintas, tales como el tono, la intensidad, la velocidad, el matiz vocálico, etc. Todos estos elementos son los significantes parciales, que conforman el significante como elemento constitutivo del signo. Éstos pueden ser de función afectiva, descriptiva, pictórica, cada uno con sus propios significados.
Estos significantes cobran una vital importancia en el lenguaje literario, en especial en la poesía. Toda la construcción del verso no es sino un complejo significante que despierta en nosotros un complejo significado. Así vemos que palabra no está ligada a significante, más bien, la unidad natural del significante, que sería también la del significado, es la frase. Pero, de acuerdo a su capacidad expresiva, tanto una estrofa, un verso, una sílaba, como un acento, puede ser un significante, cada uno con su especial significado. Podemos reconocer que hay una vinculación indisoluble entre significante y significado, mucho más patente en la lírica que en otros géneros literarios.
La “forma” no afecta sólo al significante, ni al significado solo, sino a la relación entre ambas. Esto nos permite ver en la “forma” dos perspectivas. Entendemos por “forma exterior” la relación entre significante y significado, en la perspectiva del primero hacia el segundo. Esa misma relación, pero en la perspectiva desde el significado hacia el significante, es lo que llamamos “forma interior”.
PRIMER CONOCIMIENTO DE LA OBRA POÉTICA: El del lector
Las obras literarias han sido escritas para un ser concreto: el lector. Por lo tanto, el primer conocimiento de la obra poética es pues, el del lector y consiste en una intuición totalizadora que viene a reproducir la intuición del autor. Este conocimiento intuitivo que adquiere el lector de una obra literaria es inmediato, y tanto más puro cuanto menos elementos extraños se interpongan entre ambas intuiciones.
Las intuiciones literarias se diferencian de la científica en que se movilizan la totalidad psíquica del hombre: la memoria, la voluntad y entendimiento. En cambio, las científicas sólo ocupan una veta de la psique. Este conocimiento se fija o completa en la relación del lector con la obra.
Cuando el lector lee una obra pasa por una serie de intuiciones –intuiciones parciales–. Pero cuando hablamos de la “intuición totalizadora” estamos refiriéndonos a una imagen total, no suma de las parciales, aunque elevada sobre ellas. La mayoría de las veces es inexpresable.
La intuición del lector no es sustituible o provocable por medios exteriores –salvo la lectura misma–. Pero no todo lo que lee es “el lector”. La intuición se la tiene o no.
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