EL AMANTE DE LA CHINA DEL NORTE
Enviado por andantepensante • 22 de Noviembre de 2012 • 570 Palabras (3 Páginas) • 396 Visitas
EL AMANTE DE LA CHINA DEL NORTE
El amante era para mí uno de esos típicos títulos de los que no paramos de escuchar hablar, esas obras maestras que al parecer todo el mundo conoce pero que jamás han caído en nuestras manos y que nos despiertan, como poco, curiosidad. Pues bien, hoy ya no puedo decir lo mismo: al final, casi sin proponérmelo, éste apareció como el siguiente en mi lista de lecturas y ¿qué iba a hacer sino saciar las ganas de saber los motivos de su fama? Lo leí.
Con la Indochina francesa de principios de siglo como telón de fondo, la historia empieza en el momento en que un hombre de veintiséis años y una joven de quince, la protagonista, se conocen. La situación y la atmósfera consiguen llamar la atención del lector y crearle unas expectativas que se ven satisfechas. La edad de ambos no es lo único que los diferencia: él, además de chino, es el heredero de una gran fortuna, mientras que ella es pobre y de descendencia francesa. Pero ni eso ni el riesgo que corren dada la época parecen importarles. El amor y sobre todo el deseo surgen entre ellos como algo inevitable, propulsándolos a más de un año de encuentros vívidos de pasión, descubrimiento y placer.
Pero lejos de ser una bonita historia de amor, la obra nos transmite, a través de los pensamientos de la niña, pesadumbre y tristeza, amargura incluso. Parece en realidad el retrato de una vida sin luz. Y no sólo por las complicaciones de la ilícita relación sentimental, también la desdichada realidad de su familia hace de la joven una persona infeliz. La obra parece destinada a mostrarnos la evolución de la chica, a justificarnos esa actitud rebelde que adopta con su transcurso vital, esa personalidad que la empuja finalmente a abandonarlo todo e irse a Francia para comenzar una nueva vida y cumplir su única ambición: escribir.
Sin embargo, lo más sorprendente de todo es el hecho de saber desde el principio que la protagonista no es otra que la propia escritora. Sí, Margarite Duras escribió a sus setenta años los recuerdos de lo que fue su adolescencia y su paso a la edad adulta, la parte más importante de su vida, pues fue la que determinó su futuro y su extensa producción literaria.
Teniendo presente que escribió este libro más por necesidad que por intención –así lo dice ella–, no es sorprendente pues encontrar en él una estructura caótica equiparable a los propios pensamientos. Es una obra breve, sin capítulos ni separaciones, de frases cortas y directas repletas de sentimientos y emociones. Al estar escrita casi para sí misma, cuenta además con elipsis, saltos temporales bruscos y pensamientos interrumpidos que para ella no tienen importancia pero que para el lector suponen un extra de concentración. No obstante, esto que pudiera parecer un inconveniente, no es más que la grandeza de la obra, el motivo por el que, en mi opinión, hizo ganar
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