EL JEFE MÁXIMO PLUTARCO ELÍAS CALLES

EL JEFE MÁXIMO

PLUTARCO ELÍAS CALLES

La suerte del comisario de Agua Prieta, Sonora, Plutarco Elías Calles cambió el día que llegó al pueblo el teniente coronel Álvaro Obregón, en 1912. A partir de entonces comenzarían una relación de mutua conveniencia. Incorporado a las filas del constitucionalismo, Calles logró ascender a general y compartir el triunfo con el Primer Jefe, Venustiano Carranza. Sin embargo, en 1920 fue protagonista, junto a sus coterráneos De la Huerta y Obregón, de una rebelión para derrocar al presidente Carranza.

Desde ese año se abrió un convulso periodo de polarización política y asonadas militares que dramatizaron la vida política de México.

La preponderancia de Calles como “Jefe Máximo”, entre 1928 y 1935, incluyó redes y coaliciones en los tres poderes federales y estatales, organizaciones obreras y campesinas y la iniciativa privada. Este periodo terminaría con la consolidación de un partido de masas, el PNR, como instrumento de legitimación y de acceso al poder.

A finales del siglo XIX la sociedad en Sonora se caracterizaba por la proclividad a los hechos consumados, a las soluciones de facto y no de iure, a la laxitud moral y a la interpretación de la norma como una prerrogativa superviviente del Antiguo Régimen. Esta conjunción de prácticas hizo de la entidad un país de particulares, un país de exentos donde casi todo estaba sujeto a transacción.

Sonora era una tierra de excepción. Los indios de misión y los vecinos de los pueblos quedaron exceptuados de manera informal del pago del tributo o del diezmo eclesiástico en la época colonial. Era también un país de posesionarios, no de propietarios, porque el número de propietarios con papeles en regla fue pequeño. Era un universo de relaciones personales donde todo tenía que llegar a un arreglo porque había un enemigo externo común (los nómadas o los indios ex misionales rebeldes) que acechaba o se usaba como chivo expiatorio. Ámbito espacial donde no se desarrolló la influencia de personas ficticias o corporaciones en la vida cotidiana porque éstas llegaron tarde y débiles, como el Estado y la Iglesia.

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