EL LIBRO DE LA VIDA

Nacido el 12 de diciembre de 1821, Gustave Flaubert fue un gran escritor francés, reconocido mundialmente por su obra Madame Bovary y su búsqueda de la palabra exacta, es considerada uno de los mejores novelistas de occidente del siglo XIX. Su padre era un jefe cirujano y su madre descendía de las familias más antiguas de Normandía. Estudió en el Colegio Real de Ruan donde cuatro años después de ingresar se empezó a interesar por la literatura, allí conoció a Élisa Schllésinger, encuentro que plasma en su novela La educación sentimental. En 1848-1849 escribió la primera parte de La tentación de San Antonio y dos años después empezó a gestarse su obra más conocida Madame Bovary, la cual tardó más de 4 años en escribir hasta quedar satisfecho, fue acusado, junto con su editorial, por las autoridades de ser una obra inmoral, pero lo declararon inocente. Falleció a la edad de 58 años de una hemorragia cerebral y fue enterrado en el panteón familiar de Ruan. En 1890 se inauguró un monumento dedicado a su memoria en el museo de Ruan.

Madame Bovary es una novela perteneciente a la corriente del Realismo Literario, en una época donde tal vez no se podía hablar tanto de la realidad sin ser blanco de críticas, la historia empieza a narrar la historia del hijo Bovary de nombre Carlos, un chico demasiado contrastado entre dos polos, el de su padre troglodita y en el de su madre sobreprotectora en exceso, posiblemente ese sería un aviso de su futuro, al meterlo tempranamente a estudiar medicina, no tuvo la madurez suficiente para aprender a resolver sus propios problemas, es por eso que al acceder a ser desposado con una mujer que era descrita como fea pero que le aseguraría fortuna, no puso mucha resistencia al final de cuentas, toda su vida había sido manipulado hasta las entrañas.

Como si fuera poco para sus desgracias agridulces, fallece su controladora y nada cohibida esposa, pero siendo sinceros, Carlos ya había regalado su corazón en el momento que conoció a Emma en aquél granero, claro está que apenas acabó su periodo de luto, no dudaron en casarse, no sin pedirle autorización previa al señor Berteaoux quien accedió más que gustoso, pero sí, no olvidemos que la historia es agridulce, y el matrimonio no asegura la felicidad, es por eso que cuando Emma se da cuenta que su amor no era más que una imagen bastante borrosa y que finalmente el haberse casado había sido un error no tuvo mejor manera de demostrar su inconformidad que evitando a su ahora marido, era más que obvio su desagrado que ni los consejos de su suegra ayudaban, hasta que la invitación del Marqués de Anderviellers, que olvidó la compañía de Carlos y bailó como si no hubiera un mañana con el caballero, su vida ahora se basaba en recordar aquella velada fomentando su amargura y desdén, es por eso que al enterarse embarazada no le hizo la más mínima gracia, está claro que a Carlos lo alegró hasta la médula.

Es así como cualquier hombre empezó a ser más atractivo que su marido, el aprendíz de notario, las metas e ilusiones se habían separado, Emma quería comerse el mundo y Carlos comerse el tiempo para ver a su primogénita es así como León empieza a tener una conexión especial con Emma, obsequiándole regalos y creciendo aún más su pasión que al acudir a la iglesia y no hallar respuestas por el incompetente padre, al llegar a casa, empujó a su hija accidentalmente, se lastimó jugando fue lo que le informó a Carlos, al no realizarse nada  entre los dos amantes, León decide marcharse a París resultando en un golpe fuerte para Emma, es así como llega Rodolfo a su vida, un hombre decidido a intentarlo todo con Emma, persuadiéndola en que él era su salvación en ese mundo tan monótono al que estaba sujeta, es así como a pesar de un tiempo de distancia, ella se encontró nuevamente con Rodolfo y empezaba a inventar historias y a decir mentiras, Carlos resignado a no ser lo suficiente para su esposa, da rienda libre a los deseos de ella, en una caminata, Rodolfo le confiesa su amor y es así como empieza su relación extramarital, escribiéndose cartas y cometiendo adulterio, sin embargo esto solo cubría pero no eliminaba su infelicidad.

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