EL MERCANTILISMO.
Enviado por deyanarajazmin • 29 de Enero de 2015 • 5.505 Palabras (23 Páginas) • 179 Visitas
Mercantilismo
Aunque es a partir del siglo XVI cuando aparecen las primeras teorías económicas que dan forma a la doctrina mercantilista, no es hasta fines del siglo XVII cuando se puede hablar con propiedad y toma cuerpo de doctrina económica el mercantilismo entendido como enriquecimiento de las naciones mediante acumulación de metales preciosos. Los rasgos esenciales del mercantilismo son:
1. La esencia de la actividad económica se centra en la adquisición de monedas y metales de oro y plata como única forma de enriquecerse el estado.
2. El mercantilismo es centralista al considerar que es el propio estado el que debe organizar y programar la adquisición de metales preciosos.
3. Con el mercantilismo aparece por primera vez el concepto de balanza comercial, ya que los países se ven forzados a desarrollar al máximo las exportaciones de productos pagaderos en oro y plata y reducir en lo posible las importaciones que supongan pagos en este tipo de moneda. El mercantilismo propicia una balanza comercial constantemente favorable.
4. Esta doctrina implica una gran dedicación al marco legal que regula la producción y el comercio, como vías de conseguir una óptima organización que lo facilite: desarrollo de la infraestructura del país, comunicaciones, puertos, desarrollos de mercados exteriores que absorban exportaciones, etc.
A lo largo de los siglos XVII y XVIII en los que se desarrolla esta doctrina económica, el mercantilismo se presenta con matices y modalidades distintas según los países o las épocas.
El mercantilismo español se basó más que en un actividad puramente exportadora en la defensa de los metales preciosos que entraban a España procedentes de América, atesorándolos en forma de lingotes básicamente.
España no consigue un centro de comercio mundial:
Por su parte, la Corona Española, no obstante los intentos de crear un centro comercial de primer rango en Sevilla -tan bien estudiada por el historiador Chaunu-, apenas pudo retener el flujo de metales preciosos al resto de Europa, fundamentalmente a Flandes e Italia, llegando sus efectos a Alemania a partir de la entronización de los Habsburgo en España. Surgió así en Alemania una primera generación de banqueros, como los Welser, los Hochstetter y los Fugger (conocidos en España como los Fúcares), bien estudiados en la obra de Carande. Las guerras de religión que se desatan con los intentos de Carlos V de frenar la expansión del Luteranismo y el poder de los reyes y príncipes del Sacro Imperio, fueron la causa -junto con la desgraciada política económica seguida en España- de esta casi puro tránsito del oro americano por el suelo español. En definitiva, el exterminio de las Comunidades de Castilla por Carlos V fue el toque decisivo para impedir el progreso de la burguesía castellana; no en vano calificó Maravall el movimiento de las Comunidades como la primera revolución moderna de Europa. El segundo paso que había de frustrar la aspiración de convertir España en el centro del comercio mundial no tardó en darse. Se inició con la prohibición de Felipe II a los “rebeldes” holandeses, auto independizados en Flandes, de comerciar en Amberes y Lisboa (entonces bajo dominio español en ambos casos). La prohibición puso en marcha a una nueva potencia comercial, Holanda, que entró a saco en los establecimientos portugueses en Oriente. Y el capitalismo holandés, organizado por primera vez en la Historia en forma de sociedades anónimas (la más famosa de ellas la “Compañía de las Indias Orientales”, creada en 1602), fue el punto de arranque no sólo de un activo comercio, sino también de la creación de industrias transformadoras en los Países Bajos, que por entonces traían en jaque casi simultáneamente a España y a Inglaterra. La entrada de Francia en el comercio internacional fue mucho más tardía y menos fructuosa. Los franceses fundaron sus primeros establecimientos americanos en canadá, y más concretamente en Quebec. Pero esas colonias no dieron el fruto apetecido, y algo parecido sucedió con las factorías francesas en la India, que quedaron muy a la zaga de las que Holanda había montado más hacia el Este, en las Indias Orientales (actual Indonesia) e incluso en Japón.
En su origen, el mercantilismo surgió como idea de unos cuantos, sin embargo, pronto se convirtió en uno de los sistemas económicos más poderosos de la Península Ibérica y del resto de Europa.
El concepto de “mercantilismo” se define a partir de los grandes descubrimientos geográficos, consecuencia de la apertura de las rutas comerciales marítimas por los portugueses entre el siglo XV y 1500 (fecha dla exploración de Brasil) y la consolidada corriente inagotable del metal precioso (oro y plata principalmente) llevado desde los territorios nuevos a Europa, en particular después del establecimiento de los virreinatos de Nueva España y de Perú, por los castellanos
El mercantilismo francés:
El mercantilismo francés es muy diferente al español, al carecer Francia de minas de oro y plata, por lo que ésta intenta adquirirlos en los mercados exteriores. Colbert (1619-1683), ministro de Luis XIV, institucionalizó la exportación de productos franceses para crear oro y a cuyos efectos desarrolló de forma muy importante la industria gala. Por ello, el mercantilismo francés es conocido por colbertismo. Colbert consiguió el progreso de Nueva Francia (Canadá) y convirtió este territorio en el almacén de trigo de Francia. Hasta entonces la penetración francesa en las orillas del río San Lorenzo había sido poco intensa.
Jean Baptiste Colbert (Reims 1619-París 1683):
Pertenecía a una familia de comerciantes textiles. Fue intendente de la fortuna personal de Mazarino y durante la Fronda, intermediario entre éste y la reina. Trabajaba dieciséis horas diarias. Reprochaba en vano a Luis XIV los dispendios de Versalles. Mme. De Sevigné lo llamaba por su frialdad “el Norte”. Creó la contabilidad pública moderna, obligando a llevar un libro de entradas, otro de salidas y un tercero de fondos.
• La industria:
No tenía el menor interés en enriquecer al pueblo. El Estado creaba industrias para proveer el mercado interno. Protegía empresas particulares e impulsaba la creación de otras. Con créditos, franquicias para determinados impuestos, subvenciones, reducción de los intereses de préstamo al 5%, libertad para despedir trabajadores, etc. Quebrantó la rigidez del corporativo sistema laboral francés de la época. Favoreció el aumento de la población para disponer de mayor cantidad de mano de obra. Concedió la exención tributaria temporal a las familias con más de diez hijos y a los que se casan jóvenes. Prohibió la emigración de obreros y procuró atraer a oficiales extranjeros con sus familias,
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