Efecto lucifer.

El Efecto Lucifer

Empieza el autor por darnos cuenta de cómo el ser humano es capaz de llevar a cabo actos buenos o malos y de cómo estos los proyecta hacia la sociedad con atrocidades en diferentes escalas como lo fue en la segunda guerra mundial la matanza nazi contra los judíos (holocausto), en sociedad violaciones y agresiones de tipo lesa humanidad sin conciencia de los mismos.

Presume que en el interior de las personas algo parecido a un trastorno que yo llamaría de poder o dominación, incita al mismo a poder ejecutar tales aberraciones en contra de sus contenes.

Desde un punto de vista psicológico. Da una descripción del mal que consiste en obrar deliberadamente de una forma que dañe, maltrate, humille, deshumanice o destruya a personas inocentes, o en hacer uso de la propia autoridad y del poder sistémico para alentar o permitir que otros obren así en nuestro nombre, nos habla también de un principio general que dice que: podemos aprender a ser buenos o malos con independencia de nuestra herencia genética, nuestra personalidad o nuestro legado familiar.

Aparte que también se menciona que existen fuerzas sistémicas capaces de fomentar y alimentar la maldad, procedimientos eficaces para inducir la “imaginación hostil” o, incluso para que personas normales lleguen a justificar el genocidio; cualquier ser humano puede llegar a renunciar a su humanidad, movido por una ideología asumida irreflexivamente, o de cumplir órdenes atroces de autoridades que etiquetan a otros seres humanos como enemigos; porque la moralidad y los sentimientos humanitarios pueden desconectarse.

El psicólogo diseño un proyecto llamado la cárcel de la Universidad de Stanford. Todo empezó el un catorce de Agosto de mil novecientos setenta y uno, cuando un grupo de estudiantes aceptó participar en tal experimento y  fueron evaluados previamente desde el punto de vista psicológico; los test mostraban normalidad el experimento duro cinco días, con el que al finalizar se dio a entender que parte de la maldad del mundo es obra de gente normal y corriente que actúa en circunstancias que activan el lado oscuro de su naturaleza.

Según la desconexión moral de Albert Bandura, explica el poder de las etiquetas deshumanizadoras para alimentar la agresividad hacia otras personas.  La conformidad con el grupo de Asch demuestra cómo nuestras necesidades informativas y normativas hacen que seamos capaces de actuar en contra de nuestro criterio, por la fuerza que ejerce la opinión del grupo y nuestra voluntad de ser aceptados. La presión del grupo impulsa a hacer cualquier cosa para ser aceptados, dándose un terror a quedarse fuera. Y la obediencia a la autoridad nos permite entender cómo se puede hacer que una persona buena acabe actuando mal, esta teoría procede del interés por entender cómo los nazis habían asesinado a judíos de forma obediente durante el Holocausto. El paradigma de Milgram demostró que la intuición sobre disposiciones, típica de psiquiatras y psicólogos, falló de manera estrepitosa al predecir que solamente el 1% sería capaz de alcanzar un nivel máximo de castigo hacia el sujeto al obedecer al instructor. Este error es el llamado por Zimbardo “error fundamental de atribución”. En realidad el 65% de los sujetos fue capaz de obedecer, llevando hasta el máximo el nivel de descarga-castigo.

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