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El Cientifico Que Creia En Fantasmas


Enviado por   •  12 de Septiembre de 2014  •  2.020 Palabras (9 Páginas)  •  1.920 Visitas

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El científico que creía en los fantasmas

La historia de una carta acerca de una isla del tamaño de un dedal perdida en el archipiélago malayo.

Destinatario: Charles Darwin

Remitente: Alfred Rusell Wallace

Wallace reflexionaba acerca de la manera en que las especies se originaban. Una de las características más notables de la investigación científica era que los seres humanos tenían un impulso saludable de poner en duda las verdades establecidas.

Jean Baptiste de Lamarck publicó un libro en el que sugería que los seres vivos no eran inmutables, sus ideas eran esencialmente equivocadas pero su trabajo abrió una brecha que ya no se cerraría.

Wallace le escribió algunas cartas a Darwin planteándole sus ideas, sin embargo parecía que Darwin no confiaba en Wallace. También recordó a Thomas Robert Malthus que proponía que en las poblaciones humanas los alimentos crecen con menor velocidad que la cantidad de individuos de la población, por lo que dentro de los grupos humanos se debe generar una lucha por la existencia para hacerse de dichos recursos y lo relacionó con la capacidad de las poblaciones de crecer exponencialmente.

Aclaró todo y llegó a la conclusión que en las poblaciones había variaciones; algunos organismos eran más veloces, otros se ocultaban mejor en su medio. Estas variaciones benéficas permitirían el crecimiento y reproducción de los individuos que las poseyeran en relación con aquellas otras variaciones nocivas.

Darwin no se comportó de forma adecuada, ya que no consultó a Wallace de incluir en su propio trabajo sus ideas ante la Sociedad Linneana. Sin embargo Wallace se alegró ya que comentó que el no sentía amor por el trabajo, la experimentación y detalles tan preminentes como Darwin.

El pensamiento científico adquiere sentido al interpretar la evidencia dentro del contexto de ideas.

Gilbert K. Chesterton describió a Wallace como uno de los grandes revolucionarios del pensamiento científico y social. Entre las obras importantes de Wallace en esa época fueron “La palma del Amazonas” “Narraciones de viajes en el Amazonas y el río Negro”.

En las siguientes investigaciones realizadas Wallace con la ayuda de la Real Sociedad Geográfica Inglesa, salió hacia Singapur en marzo de 1854.

El archipiélago malayo está constituido por un gran conjunto de islas. Las más grandes son Borneo y Sumatra, aunque existe una inmensa variedad de islas más pequeñas entre las que se cuentan las Célebes y las Molucas, así como la zona norte de Nueva Guinea. En las islas predomina el relieve montañoso y hay numerosos volcanes. En 1883, poco más de veinte años después de que Wallace dejara el archipiélago (para su fortuna), uno de estos volcanes, el Krakatoa, ubicado en la isla de Rakata, entre Java y Sumatra, entró en erupción. La explosión fue tan violenta que redujo casi a la mitad el área de la isla y las cenizas arrojadas dieron tres vueltas a la tierra, produciendo atardeceres notables a lo largo de ese año en todo el mundo.

Se puede decir entonces que Wallace, en el archipiélago malayo en 1854, era el hombre correcto en el lugar y momento adecuado. Al llegar a Singapur Wallace encontró una ciudad que representaba un mosaico de razas, religiones y costumbres. El gobierno y la guarnición de la ciudad eran ingleses pero la mayoría de los habitantes eran chinos; algunos de ellos comerciantes, otros artesanos y casi todos agricultores. También encontró hindúes, árabes y muchos portugueses, ya que el archipiélago había sido colonizado por Portugal.

Alfred trabajó firme durante su estancia en el archipiélago malayo, recorrió todas las islas y descubrió nuevas especies.

Entre los principales descubrimientos se encuentra:

• Obtener un ave del paraíso

• Cazó con técnicas ligeramente crueles orangutanes en Borneo

• Observó impresionante diversidad biológica (en un día 76 especies diferentes).

De acuerdo a los esenciales documentos de Alfred concluía:

“Cada especie se ha originado en tiempos y espacios coincidentes con otra preexistente cercanamente relacionada”, ahí presentaba un bosquejo de la teoría evolutiva.

Después de 8 años Wallace decidió regresar en 1862 y ya era una figura célebre en los artículos científicos. Se le reconocía como el autor de la teoría evolutiva, obtenida por medios independientes a la de Darwin. Se le daba un enorme reconocimiento como coleccionista y escritor científico.

Wallace en 1869 publicó el libro “El archipiélago malayo” y un año más tarde reunió diez ensayos en el libro “Contribuciones a la teoría de la selección natural”.

El libro es un gran collage en el que se describen observaciones sobre la capacidad de los organismos para confundirse con el ambiente, se comparan los patrones de anidación de las aves con la habilidad humana para la construcción, se analiza el instinto de los animales y los seres humanos y, finalmente, las limitaciones que para Wallace tenía la teoría de la selección natural aplicada a los seres humanos.

El espiritista científico

En 1870 Wallace fue nombrado presidente de la Sociedad Etnomológica de Londres hasta 1874. En ese mismo año publicó “Milagros y espiritismo moderno” en el cual se planteaba sus creencias acerca de la vida de sus espíritus.

En 1844 Wallace se enfrentó al mesmerismo, quedó convencido de que existen fuerzas invisibles para nuestros ojos escépticos, creía en la aparición de fantasmas (medios físicos que debían tratar de comprenderse por medios científicos).

Las reglas para comprender los patrones de distribución de biodiversidad es que mientras más cerca del ecuador se encuentre una zona, mayor diversidad de especies existirá. Por ejemplo México es el límite de las zonas biogeográficas y esto determina diferentes condiciones que permiten una gran abundancia de organismos.

Una región biogeográfica se define por sus diferencias en cuanto a los seres que habitan una zona del planeta, y la biogeografía es la disciplina que estudia estos patrones de distribución.

En sus libros Wallace nos ofrece explicaciones acerca de los mecanismos de dispersión de los seres vivos y estudia las condiciones particulares de una docena de islas, entre las que se cuentan las Galápagos, visitadas por Darwin en 1835, y Santa Helena, la isla en la que murió desterrado Napoleón Bonaparte en 1821.

En 1870 fue premiado con la medalla de oro de la Sociedad Geográfica Francesa y en 1892 recibió una importante medalla por parte de la Real Sociedad Geográfica de Inglaterra.

El

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