El Sexto-José María Arguedas
Enviado por sky2024 • 25 de Marzo de 2024 • Ensayo • 2.107 Palabras (9 Páginas) • 161 Visitas
El Sexto-José María Arguedas
“El sexto” una cárcel limeña con arquitectura de cementerio, es el lugar donde transcurre todo el libro, empieza con la llegada de Gabriel (un veinteañero crecido en un pueblo chico por las cordilleras de los Andes) a la prisión. Nos presentan al primer personaje, Alejandro Cámac, un excampesino en Sapallanga y carpintero en las minas de Morococha y cerro de Pasco, con un problema en su ojo derecho por una irritación de sus parpados, llevaba 23 meses en la prisión y ahora era el compañero de celda, futuro amigo y guía de Gabriel. Los conducen al tercer piso del pabellón, ahí se encontraban los presos políticos, en el segundo los delincuentes no avezados y en el primero los presos más peligrosos, en los que se encuentran los amos de la prisión como Rosita, El negro Puñalada y Maraví, autores de la mayoría de abusos que ocurrirán en la prisión. A menos de 10 páginas comenzado el libro, se puede leer el primer abuso cometido hacia el “Japonés” donde una vez, Puñalada lo obliga a bailar encima de los silos con excremento, para luego recostarse en lo que otro preso tocaba un piano imaginario encima suyo. Estos dos son conocidos como “Los vagos” del segundo piso, Victimas de la burla, de la indiferencia de los guardias y los demás presos, sobreviven con la poca comida que cae al suelo, llenos de piojos y parásitos, mendigando vestidos con trapos y costales si tienen alguna suerte de que no se los roben por la noche.
Transcurren los días y Gabriel va conociendo a cada uno de los presidiarios políticos con los cuales comparte piso, en los que se destacan en el lado de los apristas “Prieto” y Juan “Mok´ontulló, siendo comunistas “Torralba” y Alejandro Cámac, y los apolíticos como “Pacasmayo”, el piurano Policarpo Herrera y el mismo Gabriel, con los que suele bajar al patio a conversar.
Un patio lleno de humedad, escupitajos verdes por el chacchado de coca y un hedor pestilente cerca de los “escusados”, que eran más silos que váteres porque los presos los destrozaron años atrás y nunca los sustituyeron. Desde ahí se podía divisar la torre María Auxiliadora con sus campanas, las que les recordaban al bullicio de la ciudad. Sonaron a las 19:00 denominada “la hora puñal”, significaba que los guardias venían para llevarlos a sus celdas. Gabriel miraba la torre de cemento recordando la ciudad que dejó atrás. Después de varios meses, aún vivía su encierro como el primer día sin poder acostumbrarse a la vida en la cárcel.
Al día siguiente, Gabriel se levantó por unos gritos singulares en el piso de abajo. Era Puñaladas, buscaba al sargento en el segundo piso. Los presos se alborotaron y salieron de sus celdas. Todos sabían que iría a por el sargento, ya que había un triángulo amoroso entre ellos y Rosita. El sargento lo vio y hecho a correr, los demás presos le cerraron el paso. Puñaladas como su nombre lo dice, sacó un puñal y lo agitó. Después de algunos improperios por parte de los dos, se escucharon los gritos de un muchacho; esto desconcertó a todos. Era Clavel, un chico al que Maraví estaba arrastrando por los pasillos, hasta la celda de Puñaladas. Él gritaba mientras la sangre de su cabeza bajaba hasta su cuello por los golpes de Maraví , lo habían traído de la calle. Los vagos lamian la sangre del piso. Al ver esta escena, a Cámac le empezó a doler el pecho y Gabriel lo llevó a que descanse. “Siempre pasan cosas así” dijo.
A Clavel, después de ser violado por los presos, fue encerrado en una celda y obligado por Puñaladas a prostituirse, a la vista de policías y guardias.
Esto indigna al protagonista, que habla con sus compañeros para hablar con la prensa y exponer todo lo que pasa en El Sexto, pero los demás lo desaniman por las represalias o porque simplemente no les crean y tergiversen la historia. Gabriel ve cómo desalojan al “pianista” de su celda en medio de la lluvia y lo tiran al patio, (Realmente fue un pianista antes de la cárcel, pero un día lo atraparon sin documentos y lo ingresaron al penal, sufrió múltiples abusos, tanto que perdió la cordura y tocaba pianos imaginarios alrededor del patio). Gabriel lo viste, lo alimenta y lo regresa a su celda a pesar de la negativa de sus compañeros, Al día siguiente aparece muerto, esto ocasiona que lo acusen de ser responsable de su muerte, presumiendo que las prendas que le regaló atrajeron la codicia de los demás presos, Este suceso provoca una serie de
discusiones y rechazos de parte de los Apristas que se consideran los verdaderos representantes del pueblo y acusan a los comunistas de servir a Rusia, Gabriel deja en claro que es apolítico ya que limitan la libertad de pensamiento de las personas, lo tildan de idealista y soñador.
Días de este altercado, los presos están cantando al anochecer y se escucha un grito de “Pacasmayo”. Otro preso sin partido político, harto del bullicio del lugar, durante los últimos días estaba intranquilo, por una enfermedad que lo aqueja. El rostro se le pintaba de rojo y morado a causa de esta enfermedad. El único doctor del pabellón no quiso revisarlo, decía que era un problema de la sangre y que sanaría solo. A Cámac le decía lo mismo de su enfermedad al hígado, Pacasmayo, cansado de los abusos que pudo percibir desde que entró a la prisión, tanto la indiferencia del médico, la complicidad de los guardias con los matones del primer piso, el abuso de poder y sobre todo la situación de Clavel, El hecho de que una persona pueda tener poder sobre el cuerpo de otra, le repugnaba. Por eso él y otros líderes políticos del tercer piso firmaron un documento solicitando una entrevista con el comisionado para exigir que se expulse a Puñaladas y Maraví, Luis fue el de la idea, “Lucharemos conjuntamente para suprimir los brutales excesos de esos dos” dijo, Todos por fin estaban de acuerdo, Entregaron la solicitud al guardia de turno, El comisionado los iba a recibir mañana.
A las once de la mañana, un guardia y un cabo fueron por los que firmaron la petición para llevarlos con el comisionado. Este rechaza la petición de los señores aduciendo que la cárcel era precisamente para eso, para que los presos sufran dentro y que los políticos deberían estar agradecidos de no estar en el lugar de los “vagos”. Porque , según él, ese sería un merecido castigo para “Los traidores de la patria”, Gabriel lo interrumpió diciéndole que “Les daba asco que en una cárcel de Perú, un asesino mantenga un burdel con el conocimiento de usted, el jefe”. Hubo amenazas entre ambos hasta que el comisionado alterado mandó a traer cinco guardias para sujetas a los presos, en lo que él les propinaba patadas a cada uno, regresándolos a sus celdas enmarrocados.
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