El Suplico De San Antonio

El suplico de San Antonio

Cecilio Ortiz ya había ahorrado y compro un reloj que era una ambición para él. Siempre lo llevaba a su trabajo. El reloj era de níquel y muy fino y su nombre estaba grabado en el.

Un día su reloj se perdió, Cecilio estaba muy preocupado pues todo mundo sabía que ese era su reloj y en especial por que todo mundo sabía que era de Cecilio.

El fue al pueblo a rezarle a San Antonio y pedirle que le regresara su reloj le compro una veladora y le rezo. Paso la semana y no encontraba su reloj así que fue el domingo de nuevo y fue directamente con San Antonio y le dijo que por que no le había regresado su reloj que él era milagroso y que tenía que regresárselo y le dijo que si esa semana no se lo regresaba el domingo iba a volver a ir y le iba a ir muy mal paso la semana y no tenia su reloj el domingo por la noche fue al pueblo y fue a la iglesia agarro a San Antonio y lo metió a un costal, nadie lo vio salir y el fue directamente al bosque junto al pozo donde decían que aparecían fantasmas, pero Cecilio no se dio cuenta de que ahí estaban saco a San Antonio y le dijo que esa era su última oportunidad que le diera su reloj o si no lo metería en el pozo le dijo y como no hacía caso él lo metió y lo saco y así varias veces hasta que le dijo me voy a dormir y si mañana no me lo das ahí te vas a quedar en la mañana el busco debajo de su almohada y en su catre y no había nada así que fue al bosque y la cuerda se había roto y le dijo pues ni modo ahí te quedaras. Cuando fue a su trabajo su compañero Leandro le dijo que había encontrado su reloj se lo dio y Cecilio le dijo que él era mejor que un santo porque el si encontraba las cosas. Transcurridas las horas dos carboneros llegaron y vieron que una persona estaba en el pozo pidieron auxilio y cuando lo sacaron vieron que era la imagen de San Antonio la llevaron de nuevo a la iglesia y Cecilio nunca regreso a la iglesia.

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