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Era Un Bendito


Enviado por   •  6 de Agosto de 2013  •  411 Palabras (2 Páginas)  •  8.183 Visitas

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DISTRIBUCIÓN GRATUITA - PROHIBIDA LA VENTA

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Lectura: Relato policial

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Pasos para leer

“...Era un bendito”

George Joseph

(Adaptación)

1

Lee

el siguiente relato policial.

El inspector se incorporó al mismo tiem-

po que exclamó: -el que lo dejó así no le

quería mucho. T

iene la cabeza completa-

mente hecha papilla.

-Debe haber huellas digitales ahí.

-dijo señalando con el pie un trozo de

tubo de hierro.

El joven policía apartó la vista del retor-

cido montón que estaba en el suelo, y que

pocas horas antes había sido un hombre vivo.

-La casera lo encontró- dijo roncamente-

había entrado aquí para cobrarle el alquiler.

Por culpa de un accidente de tren ocu-

rrido en Brighton, Albert Munder quedó

huérfano a los cinco años. Los siete años

siguientes los pasó entre varias familias de

la vecindad de los muelles. Esos cambios

fueron tanto a causa de que se evaporaba

la simpatía por su caso, como por el gasto

que representaba el tener una boca más de

alimentar.

Así, pues, a los doce años vendió perió-

dicos y luego, a base de un capital doloro-

samente reunido se compró un carrito de

mano y vendió verduras.

Al cumplir los diecisiete años fue cuan-

do empezó a comprar diariamente el perió-

dico. De vuelta a su cuartucho, después de

una fatigosa jornada de trabajo, lo estudia-

ba hasta que el sueño le cerraban los ojos;

pero ni una palabra le quedaba grabada,

pues Albert Munder no sabía leer.

El mundo no le resultaba agradable. A

veces no tenía lo sufi ciente para comer. Du-

rante doce años seguidos usó el mismo tra-

je de poco precio. Pero nunca, durante esos

años de lucha y anhelos olvidó comprar dia-

riamente su periódico, y nunca destruyó ni

un solo ejemplar.

Después de largas horas de remirar cada

página, lo doblaba cuidadosamente y lo co-

locaba sobre el anterior. La larga y estrecha

habitación que ocupaba en la calle Lemon

estaba completamente repleta de periódi-

cos amarillentos.

Alber Munder frisaba los sesenta cuan-

do trabó relación con Richard Blount. Fue

cuando Blount ocupó la habitación que co-

incidía con la suya en el piso de arriba. Era

un hombrecillo mustio, uno o dos años más

joven que Albert, cuya voz se había vuelto

áspera y rota de tantísimos tragos de gine-

...

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