Estructura Anecdótica de "MADRE CORAJE Y SUS HIJOS"
Enviado por Braulio Corona • 12 de Noviembre de 2017 • Resumen • 1.860 Palabras (8 Páginas) • 819 Visitas
Estructura Anecdótica de "MADRE CORAJE Y SUS HIJOS"
La obra comienza en la primavera de 1624. En una carrtera cerca de la ciudad de Dalarna, un cabo y un recultador que buscan hombres para enlistarlos a la tropa, se encuentran con la carreta de Ana Fierling, mejor conocida como Madre Coraje y sus hijos (Catalina, su hija muda, Eilif y Requesón), quienes han recorrido "medio mundo" haciendo negocio de la guerra, mercadeando cuanto es posible. Pese a la negativa de Madre Coraje, y todos sus intentos por evitarlo, mientras ella está distraida, su hijo Eilif es convencido de irse con el reclutador para formar parte del ejército. El cabo se despide de ella diciéndole: "De la guerra quiere vivir: con algo tendrá que contribuir".
En 1625 y 1626 Madre Coraje atraviesa Polonia, junto al bagaje de los ejércitos suecos. En la tienda del Mariscal, a un lado de la cocina, Madre Coraje está intentando venderle un capón al cocinero. Su venta se hace exitosa cuando llega el Mariscal, junto con el Capellán y Eilif; pues el primero pide carne para el temerario hijo de Coraje, como recompenza por haberle robado veinte reses a los campesinos. Después de que Eilif cuenta su azaña y de cómo escapó cuando lo tenían acorralado, Madre Coraje y su hijo se reencuentran, después de abrazarlo le da una bofetada por no haberse rendido cuando estuvo acorralado.
Pasados otros tres años (1629), Madre Coraje, Catalina y Requesón (quien se ha hecho pagador del Segundo regimiento) acampan junto a Ivette, una "personita" de la vida galante quien advierte a Catalina sobre los amoríos con soldados; después de contar su historia se va triste al tiempo en que llegan el Capellán y el Cocinero, Mientras Madre Coraje está charlando con ellos, Catalina se prueba los zapatos y el sombrero que Ivette ha olvidado, en ese momento se oyen cañones, tambores y disparos; los católicos asaltan el campamento, el cocinero huye con el Mariscal, pero el Capellán se queda con Madre Coraje pidiendole un atuedo adecuado para no ser reconocido. Requesón aparece trayendo la caja de las pagas del regimiento para esconderla de los atacantes, en contra de la voluntad de Coraje.
Tres dias después los cuatro personajes están comiendo acongojados, Requesón se siente bastante culpable por tener la caja de las pagas y no poder llevarla al Sargento, lo que provoca que cuando Madre Coraje y el Capellán vayan a buscar una bandera católica, él decida ir a devolverla. Justo en ese momento, llegan dos soplones católicos y escuchan sus intenciones, pese a las advertencias inútiles de la muda sobre la presencia de los dos hombres, se va con la caja. Cuando vuelve de la ciudad, Madre Coraje se entera del asunto por las señas de Catalina, en seguida vuleven los dos hombres trayendo a su hijo, Madre Coraje niega conocerlo y Requesón niega tener la caja. Se lo llevan para hacerlo confesar y ponerlo en juicio. Al anochecer de ese día Madre Coraje busca sobornar a los hombres para que lo suelten, pero para conseguir el dinero, tiene que empeñarle su carreta a Ivette, que mientras tanto, ya se ha conseguido un coronel para que la consienta. Es ella quien hace de intermediaria en la negociación, pero por regatear demasiado Madre Coraje en el pago, ejecutan a Requesón; eso anula el negocio de la carreta también. Al poco rato traen el cadáver para ver si su madre se delata conmoviéndose al mirarlo. Ella niega conocerlo.
Madre Coraje está sentada delante de la tienda de campaña del Capitán de caballería; quiere quejarse de los destrozos que ha sufrido su carreta. El Capitán no puede atender a la Coraje y debe esperar. Aparece un soldado joven, que también viene a quejarse, Madre Coraje lo convence de que no lo haga, pues en su conversación le habla sobre lo efimero e inútl de los pequeños ataques de furia, que únicamente traen peligros. Después de esta conversación, en la que ella misma recibe claramente una lección, se marcha también sin quejarse.
Dos años más tarde (1631), la guerra se extiende po regiones más amplias. En viajes sin pausa la pequeña carreta de Madre Coraje atraviesa Polonia, Moravia, Baviera, Italia y nuevamente Baviera. En una aldea, hecha añicos por las balas está estacionada la carreta de Madre Coraje. Dos soldados beben junto al mostrador de la carreta, el Capellán está intentando de salvar la vida de unos labriegos heridos; Catalina amenaza a su madre, que se niega a dar al Capellán las camisas de oficial con las que él quiere vendar las heridas de los campesinos, porque nadie le va a pagar esa mercancía. Madre Coraje es empujada a un lado, y el Capellán se apodera de las camisas. Ella se lamenta por su pérdida. Poniendo en peligro su propia vida, Catalina salva a un bebé de una casa que está a punto de desplomarse. Esto no importa a Madre Coraje, que sigue lamentándose de haber sido despojada de las camisas. Al final de la escena, para cubrir sus gastos, Madre Coraje arranca un abrigo de piel robado en el saqueo a un soldado que ha bebido aguardiente y no puede pagar.
En 1632, Madre Coraje asiste con su carreta al sepelio de Tilly, Mariscal de las tropas imperiales. Los soldados en lugar de ir al entierro, se emborrachan con su aguardiente. Madre Coraje hace el inventario del negocio con su hija. Se habla sobre la duración de la guerra y si sería prudente comprar más mercadería ahora que está barata; el Capellán asegura que durará todavía bastante, porque la guerra siempre encuentra una salida aunque tenga pausas. Eso convence a la madre y envía a Catalina a la ciudad para que adquiera nuevas mercancías. Entretanto el Capellán coquetea Madre Coraje mientras corta leña, ella lo rechaza y hace evidente su agrado por el cocinero, de quien desde su último encuentro sólo conserva su pipa. Entonces entra Catalina, con una herida en la frente y en un ojo, ha sido asaltada; sin embargo conserva las mercanías. Madre Coraje le venda la herida y le ofrece como cousuelo los zapatos rojos de Ivette, que conservaba en el carro desde hacía mucho tiempo; Catalina los rechaza. Madre Coraje está furiosa con la situación y maldice la guerra.
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