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Estudiante: Maticorena Mondragón Gian marco


Enviado por   •  24 de Septiembre de 2015  •  Resumen  •  1.696 Palabras (7 Páginas)  •  142 Visitas

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Estudiante: Maticorena Mondragón Gian marco

Curso: Deontología                                                                                         Grupo: 04

LA CONFIANZA 
(Caminos y Beneficios)

Resumen Capítulo I – “El acto moral debe ser así”

Más que todo lo demás ha de guardarse, salvaguarda tu corazón porque procedentes de él son las fuentes de la vida”

En esta sentencia bíblica que vemos al inicio del texto nos quiere decir el deber de educarnos correctamente, tanto en el razonamiento intelectual, psicológico y moral, desde la cuna, para que en la adultez, no caiga en la tentación de la tiranía, la injusticia o la crueldad.

Desde la cuna el corazón del hombre deber ser educado para que de él, brote el principio ético básico: no hacer daño al otro. Del corazón debe brotar la sensibilidad necesaria para dar sentido y orientación al conocimiento en beneficio del bien común.

Siembra hábitos y virtudes y cosecharas éxito y plenitud; siembra vicios y errores y tu recompensa será vacíos y fracasos.

En una párrafo del libro nos habla de que la literatura nos enrostra casos como este de Manuel Asencio segura, en Ña catita, al afirmar que “quien frecuenta sacramento se va al cielo sin sentir “, dando a entender que las trampas y la deshonestidad no son buenas pagadoras lo que equivale a decir que “llevan al infierno”.

Es, pues claro y evidente que el hombre desde temprana edad deber tomar conciencia de los peligros en que se pueda ver involucrado por faltar al deber; por ende la capacidad de asociarse entre sí para alcanzar los objetivos comunes, es una necesidad que debe ser satisfecha en los centros de enseñanza, con más razón en la universidad. Esta capacidad se logra a su vez cuando las personas comparten vínculos comunes como la verdad, la prudencia, la honradez, la lealtad, la justicia, el amor, etc.

Cuanto tiempo dejaríamos de perder y los problemas que evitaríamos, si desde pequeños aprendiéramos con eficacia que la ejemplaridad es el acto moral por excelencia del político, gobernante, directivo, maestro, padre de familia, etc. Y vale reiterar; cuando tiempo dejaríamos de perder y los problemas que evitaríamos si desde el nacimiento aprendiéramos que los valores son las potencias que definen al hombre, en su intento un mundo diferente, un mundo con alma.

Cuanto ganaríamos si desde los primeros años de vida aprendiéramos a luchar contra el mal, comenzando a luchar contra nosotros mismos si es que el mal pretende desviarnos de la rectitud.

De las universidades deben salir los hombre y mujeres capaces de desentrampar lo que está entrampado, de luchar contra el sabotaje de los procesos, y capaces de cambiar las reglas cuando estas atan al trabajo. Son formas puras de ganar tiempo porque van en beneficio del crecimiento humano. Y para no ser insustancial, dice el autor, y no caer en la demagogia dice que pedagógicamente, la eficacia y la unión se conquistan con la praxis. El crecimiento económico, y el humanismo son instancias conquistadas por los hombres y mujeres de buena voluntad.

La empresa, la universidad y la familia, necesitan de hombres que odien lo malo y amen lo bueno; que sean justos; que hablen verazmente unos con otros, y que se preparen cada vez más para no alejarse de la verdad. Las organizaciones en general, necesitan de hombres y mujeres libres para pensar sin contaminación emocional negativa y sin malas costumbres.

     En la universidad, el alumno debe aprender a respetar a su prójimo debe saber que si se quiere ser respetado primero debe aprender a respetar, a ser afectuoso, amable, hombre de paz, sereno y leal. Si estos aprendizajes se convierten en realidad, la confianza profesional y personal vendrá por añadidura. Por consiguiente, desde los albores de la vida se debe aprender a no sentirse mundo, porque todos lo somos. Desde el inicio de la razón se debe aprender a asumir el compromiso y la responsabilidad con el mundo, con la patria, con sus problemas, pensando  que todos estamos llamados a contribuir en solución. Aquí pues también el ser humano debe ser el centro de la reflexión filosófica para que el estudiante aprenda que las actividades productivas deben estar al servicio de todos los hombres y no de unos pocos. Como centro de enseñanza se debe inculcar en el alumno la tendencia de inclinar su voluntad contra todo lo que signifique doble moral contra la hipocresía, cinismo, contra la predica que defiende las injusticias, la inseguridad, la violencia y que, en nombre de una moral comercial, arrastran a la  miseria y muerte a millones de personas. Y, siendo así, se debe rechazar esa “moral”, destacando un hecho incontrastable: que el hombre formado éticamente bien no necesita que lo lleven de la mano hacia esa paz y moralidad que hipócritamente permite que se lleve a cabo de una manera oculta.

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