Florentino Y El Diablo
Enviado por HeiselMarval • 13 de Mayo de 2013 • 4.585 Palabras (19 Páginas) • 473 Visitas
El Reto
El coplero Florentino
por el ancho terraplén
caminos del Desamparo
desanda a golpe de seis.
Puntero en la soledad
que enlutan llamas de ayer,
macolla de tierra errante
le nace bajo el corcel.
Ojo ciego el lagunazo
sin junco, garza ni grey,
dura cuenca enterronada
donde el casco da traspié.
Los escuálidos espinos
desnudan su amarillez,
las chicharras atolondran
el cenizo anochecer.
Parece que para el mundo
La palma sin un vaivén.
El coplero solitario
vive su grave altivez
de ir caminando el erial
como quien pisa vergel.
En el caño de Las Animas
se para muerto de sed
y en las patas del castaño
ve lo claro del jagüey.
El cacho de beber tira,
en agua lo oye caer;
cuando lo va levantando
se le salpican los pies,
pero del cuerno vacío
ni gota pudo beber.
Vuelve a tirarlo y salpica
el agua clara otra vez,
ávido sorbo susurran
los belfos del palafrén;
dulce rosario destila
del empapado cordel;
más sólo arena sus ojos
en el turbio fondo ven.
Yermo la frente, el suspiro
doblada espiga sin mies,
la sabia ardiendo en la imagen
de nunca reverdecer,
mirada y rumbo el coplero
pone para su caney,
cuando con trote sombrío
oye un jinete tras él.
Negra se le ve la manta,
negro el caballo también;
bajo el negro pelueguama
la cara no se le ve.
Pasa cantando en romance
sin la mirada volver:
"En la negra orilla del mundo
se han de hallar de quien a quien
aquel que ve sin mirar
y aquél que mira sin ver.
"Cuando esté más hondo el río
aguárdame en Santa Inés,
que yo lo voy a buscar
para cantar con úste.
"Soy retador de juglares
desde los siglos del rey.
Le sobra con esperarme
Si me quiere conocer."
Mala sombra del espanto
cruza por el terraplén:
hacia mármoles de ocaso
se alarga como un ciprés
Jinetes de lejanía
acompañan en tropel;
La encobijan y la borran
Pajas del anochecer.
La palma en la luz agónica
centra pávido ajimez.
Florentino taciturno
coge el banco de través.
Puntero en la soledad
que enlutan llamas de ayer,
caminante sin camino,
resero si una res,
parece que va soñando
con la sabana en la sien.
En un verso largo y hondo
se le estira el tono fiel,
con su América andaluza
en lo español barinés:
"Sabana, sabana, tierra
que hace sudar y querer,
parada con tanto rumbo,
con agua y muerta de sed.
Una con mi alma en lo sola,
una con Dios en la fe;
sobre tu pecho desnudo
yo me paro a responder:
sepa el cantador sombrío
que yo cumplo con mi ley
y como canté con todos
tengo que cantar con él.
Santa Inés
Noche de fiero chubasco
por la enlutada llanura,
y de encendidas chipolas
que el rancho del peón alumbran.
Adentro suena el capacho,
afuera bate la lluvia;
vena en corazón de cedro
el bordón mana ternura.
No lejos asoma el río
pecho de sabana sucia.
Inmóviles carameras
Pávidos brazos desnudan.
Escombros de minas lóbregas
El trueno arrastra y derrumba.
Más allá coros errantes,
ventarrón de negra furia,
y mientras se duerme el son
y en las cuerdas vagabundas
el rayo a la palma sola
le tira señeras puntas.
Canta una voz sabanera
Con el pensamiento pura,
Por la ilusión cristalina,
Por el aguardiente turbia:
"Piqué con la media noche
cimarroneras en fuga:
le eché soga a un orejano
y enlacé la media luna.
"Después cruzando sediento
sobre la arena desnuda
vide la tierra estrellada
con lirios de primer lluvia.
"Y como si todo fuera
por caprichos de fortuna,
le abrí mi lazo al amor:
sólo enlacé la amargura.
"Desde entonces en mi libro
hay no más que dos pinturas:
el chaparro en la candela
y el pimpollo en la garúa.
"Por eso sé distinguir
en los ayes que te cruzan,
montañas de Santa Inés,
clamor de la gente tuya:
"Fusileros federales
en godas cabalgaduras
anunciando la pelea:
la del siempre con el nunca."
Súbito un hombre en la puerta:
indio de grave postura,
ojos negros, pelo negro,
frente de cálida arruga,
pelo de guama luciente
que con el candil relumbra,
faja de hebilla lustrosa
con letras que se entrecruzan,
mano de sobrio tatuaje,
lunar de sangre en la nuca.
Un golpe de viento guapo
le pone a volar la blusa,
y se le ve jeme y medio
de puñal en la cintura.
Entra callado y se apuesta
para el lado de la música.
Dos dientes de oro le aclaran
la sonrisa taciturna.
"Oiga vale, ese es el Diablo"
-La voz por la sala cruza-
"Fíjese cómo llegó,
sin cobija ni montura,
planchada y seca la ropa
con tanto barrial y lluvia,
alpargatas nuevecitas,
relucientes de negrura.
"Dicen que pasó temprano,
como quien viene de Nutrias,
con un oscuro bonguero
por el paso de Las Brujas."
Florentino está silbando
sones de añeja bravura
y su diestra echa a volar
ansias que pisa la zurda,
sol menor de soledades
que los dedos desmenuzan,
cuando el indio pico de oro
con su canto lo saluda:
El Diablo
Catire quita pesares,
contésteme esta pregunta:
¿Cuál es el gallo que siempre
lleva ventaja en la lucha
y aunque le den en el pico
tiene picada segura?
Florentino
Tiene
...