Frankenstein de Mary Shelley en 1818

Frankenstein.

El presente texto es mi reseña de la obra Frankenstein o el moderno Prometeo, o tan sólo Frankesntein de Mary Shelley, escrita y publicada en Inglaterra a principios del siglo XIV (en 1818).

Una obra de culto considerada por muchos como la primera novela de ciencia ficción, ya que, como tal, marca en su historia los estándares y características principales de este género, aunque bien, para muchos entra también en el género del terror, lo cual tampoco es equívoco, ya que incluso la misma autora, en su tiempo, habló de esta obra centrándose más en el objetivo que tenía en mente al escribirla, citando, “Me puse a pensar en una historia que hablaba con los misteriosos temores de nuestra naturaleza y despertase un terror apasionante; una para que el lector tema al mirar a su alrededor, para cuajar la sangre y acelerar los latidos del corazón”. Analizando todo lo anterior, no podemos realmente encasillar esta obra en alguno de estos géneros, por lo que bien, podría considerarse que, al mismo tiempo que es la precursora de la ciencia ficción, por los temas de los que habla (los cuales mencionaré más adelante), es una novela de terror, una novela de terror muy bien ejecutada.

La historia comienza con las cartas del capitán Walton a su hermana, hablándole de su expedición al Polo Norte y lo que, más tarde, encontraría ahí, que sería nada más que nuestro protagonista, Victor Frankenstein, el capitán lo salva de una muerte segura en el hielo y, tan pronto Victor tuvo la fuerza necesaria para hablar, le cuenta de cómo, al igual que él, el deseo del saber fue lo que comenzó su empresa, sin embargo, ha llegado ahí tras descubrir y liberar una tortura para sí mismo con el conocimiento adquirido, ha llegado ahí, en búsqueda de venganza.

Un hombre cuyo destino se vería decidido desde su infancia, con un temprano contacto con los dos aspectos que han comandado su vida, la curiosidad y la muerte. Por azares del destino se encuentra obras de filósofos, naturistas y alquimistas, en concreto, todo comienza después de leer una obra de Cornelio Agrippa, su padre, al no ser un hombre de ciencia, jamás pudo alejarlo de sus ya olvidadas teorías ni mucho menos de las que Victor encontrará más adelante.

Muy joven, también su existencia se vería ligada desde un principio con la muerte, sobre todo con el arribo de Elizabeth, su futuro amor, a su hogar familiar tras quedar huérfana y la muerte de su madre justo antes de empezar a estudiar medicina, ella se despide no sin antes intentar unir a Victor a Elizabeth y a pesar de estar enamorados, él está decidido por encontrar una cura a la muerte.

Será de su más grande empeño de donde saldrá su más grande tormento, pues en sus determinados intentos por crear la cura, crea un monstruo, de figura y semblante inexplicables, nacido a partir de cadáveres, sin poder al menos recibir un nombre ni mucho menos cariño, pues Victor decide huir de su creación y dejarla desprotegida ante el cruel mundo de Ingolstadt, la horrible pero inocente criatura no puede hacer más que emprender por su creador, pues, después de todo, fue el contacto más humano que ha tenido.

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