Hamlet
Enviado por saruba15 • 26 de Mayo de 2014 • Síntesis • 614 Palabras (3 Páginas) • 438 Visitas
Si Hamlet hubiera ocupado el trono de Dinamarca, hubiese sido un gran rey. Si prestamos atención a los primeros actos de la obra, es en ellos donde podemos conocer el verdadero corazón del príncipe. Ya que en estos actos aun no está cegado por la “venganza” y solo se siente melancólico y abatido por las cosas típicas del mundo, el ser o no ser. Es listo, noble, apasionado, critico y el mismo representa el carácter humano de querer vengar la muerte de su padre y la reflexión del no hacerlo lo retrasa y hace que piensen que está loco.
Hamlet hubiese sido un rey listo, pues manejaba el juego de palabras maravillosamente contra los otros y hacia que dijeran lo que de verdad querían decir. En el acto 1 escena tercera, Hamlet está hablando con la reina, ella, le dice “deja de buscar entre el polvo a tu muy noble padre, sabes que es natural que muera lo que vive…..”a lo que Hamlet responde, “si mi señora. Si debe ser natural”, la reina riposta, “si es así, ¿porque te parece tan extraño? Y Hamlet contesta “ ¿Parecerme, señora? No me parece, ES, No sé lo que “te parece” significa…….”Todo son cosas que “Parecen”.
El párrafo que entiendo que define como seria Hamlet como rey se encuentra en el primer acto la escena cuarta justo antes de encontrarse con el espectro y en compañía de Horacio y Marcelo los cuales le son fieles a Hamlet y el reconoce son honestos, así que Hamlet se siente en confianza de ser libre de pensamientos con ellos. Hamlet se dispone a hacer guardia y esperar que aparezca el espectro de su padre, cuando se escuchan trompetas y dos cañonazos, Horacio y Marcelo cuestionan esta fanfarria y preguntan si esto es costumbre.
Hamlet dice en un monologo como sigue,
“pero soy de opinión, aunque he nacido en este país y estoy hecho a sus estilos, me parece que sería más decoroso quebrantar esta costumbre que seguirla. Un exceso tal que embrutece el entendimiento nos infama a los ojos de las otras naciones, desde oriente a occidente. Nos llaman ebrios; manchan nuestro nombre con este dictado afrentoso y en verdad que él solo, por más que poseamos en alto grado otras buenas cualidades, basta a empañar el lustre de nuestra reputación. Así acontece frecuentemente a los hombres. Cualquier defecto natural en ellos, sea el de su nacimiento, del cual no son culpables (puesto que nadie puede escoger su origen), sea cualquier desorden ocurrido en su temperamento, que muchas veces rompe los límites y reparos de la razón, o sea cualquier hábito que se aparte demasiado de las costumbres recibidas llevando estos hombres consigo el signo de un solo defecto que imprimió en ellos la naturaleza o el acaso, aunque sus virtudes fuesen tantas cuantas es concedido a un mortal, y tan puras como la bondad celeste; serán no obstante amancilladas en el concepto público, por aquel único vicio que las acompaña. Un solo adarme de mezcla quita el valor al más
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