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Hasta donde el Cuerpo Aguante: Género, Cuerpo y Salud Masculina


Enviado por   •  25 de Septiembre de 2012  •  Resumen  •  3.689 Palabras (15 Páginas)  •  805 Visitas

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Hasta donde el Cuerpo Aguante: Género, Cuerpo y Salud Masculina[1]

Benno de Keijzer[2]

Resumen

En este artículo se abordan los mandatos de la construcción social de la masculinidad y sus consecuencias para la salud de los hombres. Una mayor independencia, la agresividad, la competencia y la incorporación de conductas violentas y temerarias en aspectos tan diversos como la relación con vehículos, las adicciones, las relaciones familiares y la sexualidad son algunos de los factores que contribuyen a demostrar que la masculinidad hegemónica tiene un costo elevado. Y que el recuestionamiento a profundidad de los impedimentos culturales para el auto-cuidado y la preocupación por los demás asociados a la demostración de virilidad proporciona una clave importante para el éxito de los programas de salud pública.

Este texto pretende dar un amplio panorama de investigaciones y proyectos aplicados en los que se articula el género con la salud masculina. Dicho panorama se vincula con la experiencia y las lecciones aprendidas en el trabajo con varones por Salud y Género desde 1990[3]. El texto cierra presentando algunos retos y dilemas en este tipo de trabajo y con una amplia bibliografía sobre el tema.

Introducción a los estudios de la masculinidad

Los estudios en torno a las masculinidades son un campo muy reciente dentro de los estudios de género. Si bien el hombre siempre ha estado presente en gran parte de la bibliografía feminista en calidad de miembro del patriarcado, es hasta hace muy poco que se genera una corriente orientada a entender a los hombres desde su situación y condición de género. Algunos de los autores más relevantes dan cuenta de la construcción social de la masculinidad y de la emergencia de una masculinidad hegemónica que no sólo oprime a las mujeres sino a otras masculinidades subordinadas (Connel, 1995; Kaufman, 1997; Kimmel, 1997). Asimismo, no es posible entender estos estudios sin los antecedentes del feminismo tanto político como académico. Otro antecedente de importancia es el desarrollo de los llamados estudios gay que son representativos de los primeros hombres que empiezan a preguntarse sobre su identidad y a romper con la masculinidad hegemónica.

Existe un interesante desarrollo de estudios sobre hombres desde una perspectiva antropológica que dan cuenta de los diversos procesos de socialización en contextos muy distintos a nivel mundial incluyendo, por supuesto, los ritos de transición presentes casi en toda sociedad (Guttman, 1998). Muchos de estos estudios analizan sociedades rurales (Godelier, 1986; Mallar, 1993), pero también hay trabajos sobre hombres en el medio urbano (Brana-Shute, 1979; Guttman, 2000; Fuller, 1997). El trabajo más ambicioso, al cubrir diferentes contextos culturales, es el de Gilmore (1990) en su intento por identificar en ellos el significado de ser hombre.

La mencionada emergencia de investigaciones, proyectos e iniciativas que interpelan a los hombres contribuyen a completar la perspectiva de género para convertirla en una dimensión realmente relacional. Michael Kimmel (1992) da cuenta, en la bibliografía sajona, de este reciente y creciente desarrollo del campo de estudios sobre la masculinidad en donde también al hombre se le mira con una perspectiva de género. Es importante hacer notar que no toda la producción teórica viene de los hombres, al contrario, existen notables trabajos de feministas que inquieren en torno a la masculinidad como son los de Bárbara Ehrenreich (1973), Elizabeth Badinter (1996), Norma Fuller (1997-2000), Mara Viveros (1997) y Mabel Burin (2000).

En un esfuerzo por ampliar la producción latinoamericana, el PRODIR de la Fundación Carlos Chagas lanzó en 1998 su tercera convocatoria para proyectos de investigación en torno a aspectos muy distintos de las masculinidades obteniendo una respuesta sorprendente: más de 300 propuestas de proyectos abarcando los sectores poblacionales más diversos de América Latina. Los proyectos ganadores actualmente ya están en proceso de convertirse en artículos de divulgación.

Los varones desde una perspectiva de género

Por género entiendo una serie de atributos y funciones, que van más allá de lo biológico/reproductivo, construidos social y culturalmente, y que son adjudicados a los sexos para justificar diferencias y relaciones de opresión entre los mismos. El género se interioriza a través de la socialización, entendida como un complejo y detallado proceso cultural de incorporación de formas de representarse, valorar y actuar en el mundo. Como bien señala Carmen Sáez (1990), este proceso no ocurre sólo durante la infancia y la adolescencia sino a lo largo del ciclo de vida.

La masculinidad sería entonces un conjunto de atributos, valores, funciones y conductas que se suponen esenciales al varón en una cultura determinada. Para el caso de México y América Latina considero que existe un modelo hegemónico de masculinidad visto como un esquema culturalmente construido en donde se presenta al varón como esencialmente dominante y que sirve para discriminar y subordinar a la mujer y a otros hombres que no se adaptan a este modelo.

Con sus variantes nacionales, podemos considerar que en nuestros países existe una forma hegemónica de socializar a los hombres que está cultural e históricamente construida y que tiene sus variaciones por clase o por etnia, pero que sirve siempre de referente incluso a las formas de socialización alternativas o marginales En esta socialización podemos encontrar ciertas claras ventajas para el varón, algunas de las cuales, con el tiempo y su rigidización, se pueden ir transformando en un costo para su salud (y la de las mujeres y otros hombres). Ejemplo de esto son una mayor independencia, la agresividad, la competencia y la incorporación de conductas violentas y temerarias en aspectos tan diversos como la relación con vehículos, las adicciones, las relaciones familiares y la sexualidad (de Keijzer, 1998a). Esto lo trabajaremos a mayor profundidad más adelante.

Estas características se incorporan porque aparecen como (y son) ventajosas dentro de las relaciones de poder entre géneros, son socialmente más valoradas y porque nos son asignadas desde pequeños a través de diversas redes e instituciones. Es característico que esta problemática sea invisible o negada parcial o totalmente, sobre todo, por los propios hombres. Más que hablar de una rígida determinación de esta socialización, pienso en términos de que se establecen presiones y límites (Williams, 1997) que intervienen en la vida de hombres concretos.

Consideramos que es importante hablar de la masculinidad en plural, es decir, hablar de masculinidades (de Keijzer, ibíd.) y dar cuenta de estas diversidades a partir de aspectos como la nacionalidad, la clase, la edad, la

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