Historia contemporánea mexicana Aura

Aura

Aura, es una narrativa mexicana contemporánea, la cual cuenta la historia de un joven historiador quien trabaja como profesor y suele tomar un café y fumarse un cigarrillo mientras lee el periodico. En una ocasión, lee un anuncio que llama bastante su atención. En el, se solicita un historiador ordenado, que hable francés, ofrenciendo 3 mil pesos de sueldo y estancia. Le extraña bastante ya que es como si fuera exactamente para él. Lo deja pasar pensando en que irían muchos a entrevistarse por el puesto.

Días después, se sorprende al ver de nuevo el anuncio, por lo cual decide asistir a solicitarlo. Al dar con la dirección, se encuentra con un edificio colonial bastante gastado, observa detenidamente las ventanas cuando se da cuenta que alguien lo veía, toca sin obtener repuesta así que entra. Recorre el pasillo obscuro percibiendo el olor del musgo, intenta encontrar algo que lo guié pero no lo consigué, y cuando iba a sacar sus cerillos, escuchó una voz que le dio instrucciones para llegar a la alcoba de donde provenía la voz. Llegó y entró a una habitación sumamente triste con veladoras. Allí, al final se encontraba en una cama con sábanas de seda, llenas de migajas, una anciana frágil acompañada de un conejo. Esta era la dueña de la casa y la cual había puesto el anuncio. Requería un historiador que hablara perfecto el francés para ordenar y redactar las memorias de su difunto esposo. Siempre estaba acompañada por una joven de ojos verdes, bucles negros, siempre vestida de verde, callada, cabizbaja, sumisa... Él se detiene varias veces a pensar el porqué una joven que tiene toda una vida por delante, se enclaustra con una anciana quien, supone él, tiene algún poder sobre ella.

Conforme pasan los días, Felipe interactúa más con Aura y más dudas surgen en su mente. Sólo hay algo por seguro, se ha enamorado profundamente de ella, y en cuanto acabe con su trabajo, planea llevársela para comenzar una vida juntos. La primera noche que pasan juntos, él posee a una joven delicada, inocente, suave, pero la segunda vez, cuando ella lo invita a su habitación, da la impresión de ser una mujer, de 40 años aproximadamente, endurecida, embarnecida, y al momento de culminar, se da cuenta de que la anciana los estaba viendo. Las dos, sonreían. Es en ese momento en el que Felipe se percata de que misteriosamente las dos se comportan de la misma manera... al mismo tiempo. Al leer el último portafolio del señor, se queda abrumado por tan inverosímil imagen. Es él. Él es el señor Llorente. Eso está más allá de su comprensión, sólo piensa en lo inútil que ha sido contar el tiempo. Después de ello, se dirige a la habitación de la anciana donde Aura lo esperaba. Se recuesta, sin hacer caso omiso de lo que Aura le ha pedido; no tocarla.

Sólo le dice suavemente que bese su rostro y le recuerda lo que él expresó la última vez que yacieron juntos. Que la amaría

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