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Julio Cortázar Y Las Revoluciones Latinoamericanas (Literatura Comprometida En Los Cuentos Reunión Y Apocalipsis De Solentiname)


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2013  •  2.729 Palabras (11 Páginas)  •  895 Visitas

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Julio Cortázar

y las revoluciones latinoamericanas

(Literatura comprometida en los cuentos Reunión y Apocalipsis de Solentiname)

Nombre: Rafael Berríos Peñaloza

Una ficción comprometida

La obra de Julio Cortázar es posible dividirla en tres etapas, las que están marcadas por constantes cambios y reafirmaciones. La primera es la etapa formativa, caracterizada por tener una experiencia literaria más abultada que su vida. La ficción que emprendía le otorgaba una forma de evasión donde podía jugar con presencias imaginarias, fantasmas, animales míticos, desdoblamientos y convergencias que abrían las puertas a lo desconocido. Este tipo de construcción de mundos tenia ciertas similitudes con los de Borges y se termina con la publicación de Bestiario y con su salida definitiva de Buenos Aires. (Oviedo 487). La segunda etapa comienza con su llegada a Paris, es en este periodo donde se reexamina varias cuestiones esenciales: el carácter liberador y revelador del erotismo; el arte como vehículo para religarnos con los niveles más profundos de la vida; la reinterpretación del espíritu vanguardista como una forma de negación o de disidencia frente a las coartadas del establishment. (Oviedo 488) La última etapa comienza en la década de los 60, luego de sus primeras visitas a Cuba, donde descubre la pasión de la política activa, expresando su total adhesión a la revolución castrista (y luego a la nicaragüense), reafirmando su condición de latinoamericano y expresando simpatías por las acciones subversivas de los palestinos. (Oviedo 488). Es esta última etapa la que nos mostrará un Cortázar comprometido con la realidad histórica, llevando a cabo ejercicios ficcionales que se nutren de la revolución y sus circunstancias.

Desde la óptica de esta última etapa podemos considerar a julio Cortázar como un autor completamente identificado con la época y con lo que le ha tocado vivir, en una de sus entrevistas afirma que las circunstancias de su nacimiento habían sido muy bélicas, Bruselas al inicio de la primera guerra mundial, y que esta situación había producido uno de los hombres más pacíficos de la tierra. Pacífico, pero no en la paz monótona de una oficina mal iluminada, sino que más bien de un autor que abre las ventanas para dejar entrar el sonido de las bombas, para capturarlas en un certero golpe de pluma, que nos ha entregado algunas de las ficciones comprometidas, más grandes de nuestra época. Lo presentado en sus relatos tiene siempre la calidad de lo vivo y lo contemporáneo, elementos y espacios que el lector puede reconocer como cercanos. Cortázar ubica la acción en lugares existentes y bien conocidos alude a hechos de dominio público, con especial referencia a lo contemporáneo, menciona sucesos de todos los días, reproduce el lenguaje callejero, los slogans y propagandas comerciales, da a sus personajes los nombres más comunes y menciona en su obra, innumerables personas famosas de las más variadas ocupaciones y nacionalidades. (24 Filer) esta manifestación de lo cotidiano, de lo cercano, de eso que está al alcance de la mano, en su obra se encuentra casi siempre al borde del colapso, haciendo equilibrio sobre la cornisa de un muro de convenciones y realidades asumidas como univocas, que de un momento a otro pueden venirse abajo y caer sobre la cabeza de los transeúntes. Una de estas rupturas de la realidad, una de estas salidas o escapadas de la realidad cotidiana y esclavizadora, será la revolución, el levantamiento de un grupo pequeño de personas (cronopios) que cansados del abuso y de la opresión provocadas por las lógicas de consumo capitalistas, intentarán establecer nuevas formas de gobierno, enfrentando las problemáticas que implica no sólo un cambio de gobierno, sino que de mentalidad e identidad.

Estas ficciones se enmarcan en lo que Filer denomina como relatos en los que el autor describe una situación, escena o circunstancias tales como probablemente pueden producirse en la realidad cotidiana, dentro de sus límites temporales y espaciales, aunque la interpretación de la misma sea, por lo general, sutil. Ejemplo de esto serian los cuentos: Los Venenos, Torito, Final del juego, Reunión y Apocalipsis de Solantiname. Estos dos últimos serán los cuentos analizados, por reflejar los planteamientos del escritor en relación a las revoluciones Latinoamericanas de Cuba y Nicaragua.

Para el autor la literatura se constituye como un compromiso en el sentido más amplio del término. En una carta dirigida a Fernández Retamar, nos dice: “en lo más gratuito que pueda yo escribir asomará siempre una voluntad de contacto con el presente histórico del hombre, una participación en su larga marcha hacia lo mejor de sí mismo como colectividad y humanidad”. Se debe considerar al hombre como partícipe del destino de la humanidad, y sólo las obras que permitan establecer estos grados de participación serán los que despierten en los lectores “un sentimiento de contacto y cercanía”. (Filer 152)

Esta forma de pensar al hombre y su destino, es adoptada de la misma manera por el autor, siendo también un hombre comprometido con su destino histórico, que no rehúye el tomar posiciones ni se refugia en lo que él cree una libertad mal entendida. Convicciones profundas que lo hacen adoptar una posición bien determinada, sin quedarse entrampado en relatos esteticistas o culturizantes, que no logran establecer un dialogo eficaz y productivo con los lectores. Como el afirma en una de sus cartas, su trabajo no puede quedar limitado a la mera creación imaginativa.

La manera de plantear esta ligazón con la realidad histórica y con las revoluciones latinoamericanas se aleja de la tan facilista propaganda, que aprisiona a sus cultores a un partido o a una ideología determinada, para dejar establecida su posición insobornablemente libre. Según Filer, lo que Cortázar propugna es una literatura revolucionaria y no una literatura de la revolución. En su opinión, el escritor revolucionario no es el que hace la apología de la revolución, sino aquel en quien se fusionan indisolublemente la conciencia de su libre compromiso individual y colectivo, con esa otra soberana libertada cultural que confiere el pleno dominio de su oficio. (Filer 153)

Tanto en Reunión como en Apocalipsis de Solantiname, se revela que el autor no hizo una abjuración de sus convicciones como artista y más bien las confirmó, integrándolas con la utopía de la liberación. No es el portavoz de una verdad absoluta que va por el mundo entonando su canto de rebeldía y subversión,

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