La Poesia Como Medio Terapeutico
Enviado por glisma • 21 de Septiembre de 2014 • 3.045 Palabras (13 Páginas) • 1.713 Visitas
La poesía es terapéutica. Pero no sólo tiene beneficios el género lírico, sino también la prosa literaria.
Según la teoría catártica de Aristóteles, el valor terapéutico de la poesía reside en su poder de estimular y descargar la fuerza emocional de una manera segura, a través de pasiones como el miedo, la piedad o el fervor religioso, con menos probabilidades de un desequilibrio de la razón.
El valor terapéutico de la poesía ha servido en determinados pacientes para ayudarles a desahogar emociones profundas como la muerte de un familiar; asimismo, ayuda a aliviar los problemas de la soledad, de la depresión y del resentimiento. Ciertos psiquíatras han recomendado a sus pacientes la lectura de las tragedias de Shakespeare o de los clásicos griegos para que, a través de estas obras, comprendan sus propios problemas emocionales. Estos médicos hacen destacar que el enorme poder terapéutico del método se apoya en la favorable reacción del paciente, cuando observa que sus más íntimas experiencias han sido compartidas por otros seres humanos; el paciente descubre que la emoción que encierran las palabras e imágenes del poeta, son la expresión de sus propios sentimientos.
La poesía ha resultado ser muy eficaz en la psicoterapia colectiva: el Dr. Eli Greifer ha empleado su método en la Clínica Psiquiátrica del Hospital Cumberland de Brooklyn, N.Y. Los mismos pacientes del grupo ayudan a seleccionar los poemas leyéndolos en alta voz, individual o colectivamente; algunas veces llegan hasta a aprenderlos de memoria. El grupo también comenta y discute la vida y la obra del poeta en cuestión; a los pacientes se les alienta para que escriban poesías para el grupo. También se combinan la poesía y la música como parte del tratamiento: se cantan salmos, himnos y poemas con acompañamiento musical
Poesía sanadora
En los albores de la humanidad la curación de los enfermos se practicaba combinando la palabra poética (oraciones y fórmulas mágicas), la imposición de manos y el uso de hierbas medicinales. Los antiguos griegos adoraban al dios Apolo como el dios de la medicina y de la poesía.
La medicina moderna está redescubriendo la función terapéutica de la poesía al utilizar la poesiaterapia como terapia ancilar en el tratamiento de algunas enfermedades de origen psicosomático, demostrándose además como efectiva en el trabajo de apoyo a enfermos crónicos y sus familiares.
La sicología humanista ha recuperado el valor de la creatividad como recurso que promueve la salud mental. Boris Cyrulnik informa que saber un poema de memoria hizo la diferencia entre esperanza y resignación en los campos de concentración europeos durante la segunda guerra mundial.
Dos aspectos se destacan del uso de la poesía con fines terapéuticos. Por un lado, el efecto catártico, y por otro, el efecto consolador de la poesía. Escribiendo el paciente logra sacar afuera emociones negativas, escribiendo se consuela de sus dolores. Y leyendo se siente menos solo en su enfermedad y hasta puede encontrar nuevos caminos para enfrentar las situaciones críticas. Escribir actúa como fortalecedor del Yo.
Por eso se ha dicho que el escribir (y también el leer) es un recurso con que cuenta la persona en el proceso de la salutogénesis. La salutogénesis es un concepto acuñado por el Dr. Aaron Antonovsky y se refiere a los aspectos que generan salud en oposición a la patogénesis que vienen a ser los aspectos que enferman. Según Antonovsky la enfermedad y la salud no son dos opuestos irreconciliables, sino más bien estados dentro de un proceso en permanente transformación.
Es interesante constatar que en la práctica de la escritura existen los aspectos sanadores pero también los enfermizos.
Un poeta autodestructivo y suicida no es un rara avis. La enfermedad siempre ha sido amiga del poeta, al igual que la muerte. La muerte y el dolor son sus campos de trabajo. La mayoría de los escritores profesionales tienen períodos de bloqueos escriturales en los que tratan cara a cara con las más variadas neurosis. Sin embargo es también a través de la escritura que superan estos bloqueos y se amigan con sus males.
En Chile tenemos un ejemplo fabuloso de lo potente y creativo que puede ser centrar la pulsión de la escritura en el proceso que relaciona salud y enfermedad. Me refiero al ejemplo de Gonzalo Millán y dos de sus libros publicados por la Universidad Diego PortalesAutorretrato de memoria (2005) y Veneno de escorpión azul (2007). Ambos libros expresan en forma patente la tensión entre proceso de escritura y experiencia vital. En estos libros no se sacrifica a la poesía para hacer uso de ella, al contrario, la medicina es la poesía, no su sucedáneo.
El Pharmakon
Una serie de valiosas entrevistas dadas por Gonzalo Millán en los últimos años aclaran su punto de vista sobre la poesía y su función terapéutica2.
A él le parecía importante rescatar la función terapéutica y mágica de la poesía pues es lo único que le da un sentido a escribir. Como facilitador de talleres de escritura autobiográfica durante 10 años, Millán supo aprovechar el potencial sanador de la escritura. Sus alumnos se beneficiaron al tener la posibilidad de verbalizar y comunicar su dolor, hacerlo objetivo, conjurarlo.
Por otra parte, Millán también reconoce que desconfía de la palabra. La palabra tendría un carácter parasitario y tergiversador. Su teoría viral de la poesía no deja de ser interesante. Es imprescindible que la poesía mute permanentemente de contenido y forma, como el virus. Que se transforme. Convivimos con ella en paz pero puede atacarnos. La palabra poética es un arma de doble filo. Es un pharmakon.
Me emocioné mucho al dar con este concepto suyo en una entrevista. Su sencillez reemplaza cientos de páginas de teoría. La poesía es un veneno cuya sobredosis mata pero administrada en su dosis adecuada es una vacuna. El secreto está en saber administrarla.
Los poetas suelen encubrir el trabajo que llevan a cabo consigo mismos cuando escriben. El calificativo de “biográfico” o de “autoayuda” pareciera restar mérito literario a un texto. Sin embargo, una buena parte de la literatura se basa en las tensiones existentes entre vida y escritura.
Ya lo expresó de mejor manera Sigmund Freud en su famoso ensayo “El poeta y la fantasía“. Allí dice que lo único que diferencia al poeta de otra persona es que el primero expresa abiertamente sus fantasías y lo hace de manera tan hábil –he allí su secreto– que nosotros –los lectores– no podemos sino sentirnos atraídos por el derroche de instinto que en el texto poético se despliega. El secreto del poeta, dice Freud, parece estar en su capacidad para enmascarar el carácter egoísta de su fantasear con
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