La Prudencia

Esta felicidad como fin conseguido por acciones elegidas por la prudencia cuando evaluamos las circunstancias concretas y sujetas a un control moral constituyen un medio adecuado para este fin propuesto. Esta prudencia se encuentra asociada con la sabiduría como la comprensión de los eventos y las opciones humanas que se pueden realizar, por esto la prudencia nos permite escoger el camino correcto en todo momento comprendiendo lo que es bueno para vivir bien.

No podemos confundir la astucia y la cobardía con la prudencia ya que esta última requiere discernimiento y buen juicio para obrar en armonía, además requiere de un gran sentido de responsabilidad ya que se apersona de las consecuencias de sus acciones mientras que la astucia utiliza medios aparentes como la simulación o como el ser “una persona doble” para obtener fines que pueden ser buenos o no, por ejemplo alguien puede ser astuto en la ejecución o planeación de una acción ruin por último la cobardía que puede provenir de una posición conveniente por interés o miedo al asumir un punto de vista o una actuación. Por esto no sólo el fin, sino también los medios deben ser coherentes con todas las características de la prudencia.

La Prudencia se convierte entonces en la guía de la voluntad pues esta no se orienta, gobierna ni reglamenta sola, requiere de la razón para conocer y comparar y generar unidad en todos los actos de la voluntad.

Kant realiza una separación entre la moralidad, la habilidad y la prudencia al plantear su “deber pedagógico” en su obra Antropología en sentido pragmático que propende el cultivo de estas virtudes en nosotros mediante la experiencia para la búsqueda de nuestra felicidad.

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