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Le Goff


Enviado por   •  18 de Junio de 2024  •  Síntesis  •  1.206 Palabras (5 Páginas)  •  82 Visitas

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El autor organiza el libro en tres capítulos, pero si leemos el prefacio encontraremos que desde allí comienza a buscar el sentido y el origen de los intelectuales, allí es donde postula que este sujeto histórico se origina a partir de las grandes ciudades, el mismo busca alejar la concentración de conocimientos, absolutista por parte de los monasterios, y pasar esos saberes a la población a través del acceso a escuelas y universidades.

La mayor virtud de estas personas, intelectuales, es la búsqueda de poder a través de la enseñanza, pensar y enseñar son parte de su oficio según Le Goff (1986)  y es que los intelectuales medievales residen en una sociedad donde la ideología eclesiástica mueve los hilos más importantes sin reparar en burocracias o laicidad, allí siente que es su deber el aportar una mirada crítica , pues el es participe de  este mundo, nombrando algunos exponentes como Abelardo “el primer profesor”, Santo Tomás de Aquino o Siger.

Sobre el primero es sobre quien se basará para definir al trabajo de los intelectuales, separándolos del trabajo enciclopedista compilador que llevan a cabo los clérigos en el monasterio, presenta a los intelectuales como la unión y desarrollo de la investigación y la enseñanza en espacios laicos con llegada masiva, lo importante ya no es que las ideas sean codificadas .Para los intelectuales de la edad media la codificación y compilación pasan a un segundo plano, el brillo central lo tienen las ideas que surgen de esa relación entre profesor y alumno dentro de las universidades, permitiéndoles así definir su rol social.

Cuando se marca el renacimiento de las ciudades, el autor se permite cuestionar sobre la existencia, o no de un renacimiento Carolingio, y en todo caso, como afecto el mismo en el desarrollo de los intelectuales dejándonos algunas pautas que contribuirían a futuro al estudio de los conocimientos de la época clásica. El mismo hace referencia, en primer, lugar a la escritura de “magníficos manuscritos”, conservados en las escuelas y a como indudablemente los hijos de la nobleza, contaban con una mejor preparación cultural debido a su acceso a ellos.

Trasladándonos al S.XII Le Goff (1986) realiza una distinción entre los intelectuales, los hay antiguos, próximos a la Iglesia y la escritura sagrada; y modernos, afines a las enseñanzas de Virgilio y Platón. A partir de este momento es donde marca la coyuntura de definir a los intelectuales como “profesionales”, para el autor, el S.XII tuvo un “estancamiento” histórico que funcionó como caldo de cultivo para el cambio intelectual, y vino acompañado junto con una ola de pensamientos provenientes de oriente. En parís la ciencia, la dialéctica y el pensamiento helénico orientan a buscar la permanente curiosidad, la cual se refleja en la investigación y observación de estas ciencias greco- arábigas, Chartres, Rems y Orleans son los centros de este desarrollo.

La obra hace una mención importante a las mujeres y el matrimonio (la época está sumida en una corriente anti matrimonial) nos muestra el rol de Eloísa, una mujer intelectual que rechaza el matrimonio ya que el mismo va en contra de su crecimiento y su libertad intelectual, fiel a la representación de los intelectuales como solteros y errantes. Convengamos que el pensamiento de la época está en un proceso coyuntural respecto a la mujer, ya no se discute su papel dentro de la sociedad, sino su capacidad para pensar, para generar ideas.

Cuando Le Goff (1986) nos habla del S.XIII lo hace destacando a las universidades y corporaciones, este siglo se vio favorecido, como vimos en los textos de Fossier (1988); Dutour (2005) y el mismo Legoff (1982), tanto por el desarrollo urbano como por la explosión demográfica, los cuales fueron factores determinantes al momento de la creación y organización de oficios.

Con este marco y progresivamente se generan las primeras universidades, comenzando la tensión entre eclesiásticos y laicos. Para los primeros los obispos son las figuras que controlan la cultura, ergo a la sociedad, ya que la misma forma parte de la fe. Para los segundos la acumulación de conocimiento sobre la cual se valía la realeza mediante los espacios eclesiásticos promulgaba un estado de dominio sin cuestionamientos de sus subordinados.

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