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Cuando se enfrenta a hechos incómodos, la respuesta habitual de China se divide en dos partes.  Primero intenta la negación y la ofuscación.  Si eso no funciona, los funcionarios atacan los motivos de los críticos extranjeros.  Las discusiones sobre Xinjiang, una región del lejano oeste que China maneja con mano de hierro, han llegado a esta peligrosa etapa.  En los últimos meses, Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá y países de la Unión Europea, entre otros, han expresado su preocupación por Xinjiang.  Señalan pruebas de que China ha detenido quizás a un millón de musulmanes en campos de reeducación, en particular de los 11,6 millones de habitantes uigures, ha impuesto esterilizaciones a mujeres de minorías étnicas y ha obligado a los aldeanos a trabajar en fábricas.   Los diplomáticos chinos consideran que esas acusaciones occidentales son un plan descarado para difamar a China y frustrar su ascenso.  Los medios estatales lanzan insultos ad hominem a investigadores extranjeros que revisan documentos gubernamentales, imágenes de satélite y materiales de código abierto para exponer abusos en Xinjiang, describiéndolos como fanáticos anti-China o agentes de la CIA.  Los funcionarios chinos afirman que los exiliados uigures que hablan con los parlamentos extranjeros y los medios de comunicación son terroristas o actores a los que se paga por decir mentiras.  Tales manchas, aunque salvajes, tienen un impacto.  A puertas cerradas en Beijing, no es difícil escuchar a los diplomáticos y empresarios occidentales quejarse de que las disputas por los uigures están interrumpiendo los acuerdos comerciales y la cooperación climática con China.  Algunos murmuran que los informes de Xinjiang seguramente son exagerados.  Cada vez es más fácil encontrarse con chinos que tratan la preocupación extranjera por los uigures como un ataque cínico a su país.  En un reciente viaje de informes a Xinjiang, fue una sorpresa que la policía lo registrara varias veces al día y que agentes vestidos de civil lo siguieran en automóviles, a pie y en bicicleta.  Para los periodistas extranjeros, ese escrutinio es una rutina.  Fue más sorprendente y revelador que se le pregunte "¿Te gusta China?"  por un funcionario que acababa de escoltar a Chaguan fuera de un tren lleno, aparentemente para controles de covid-19.  Su columnista no está dispuesto a abandonar la noción de que China y Occidente pueden ponerse de acuerdo sobre hechos compartidos, incluso si no están de acuerdo en principios importantes.  Este viaje a Xinjiang fue un experimento.  El objetivo era probar la afirmación de que los uigures son el objetivo de la ingeniería social racista, utilizando solo entrevistas con funcionarios y colonos de la mayoría china Han del país, que no pueden ser acusados ​​fácilmente de sentimiento anti-China.  Tres lugares eran condado de campos de algodón y granjas de frutas, es casi documentos gubernamentales y visitados.  Bachu, totalmente uigur.  Al igual que muchos Xinjiang, de mayoría musulmana, no hace mucho tiempo tuvo altas tasas de natalidad.  El gobierno del condado informó una tasa de crecimiento natural de la población en 2014 de casi 13 por cada mil personas.  Usando las áreas de tasas de mortalidad del sur de la prefectura, Kashgar, esa cifra equivale a una tasa de natalidad de casi personas.  Que sea compatible con el de los alrededores por cada mil mujer promedio que tiene quizás tres o cuatro hijos durante sus años reproductivos.  En aquel entonces, a los uigures rurales se les permitía tener tres hijos y los funcionarios toleraron nacimientos adicionales para comprar la paz social. A la hora del almuerzo entre semana, los resultados de ese auge de la fertilidad se podían ver en la ciudad principal de Bachu.  Observados por policías armados -porque el condado vio violencia étnica mortal tan recientemente como en 2014- un mar de niños uigures salieron de las escuelas primarias y secundarias con chándales uniformes y los pañuelos rojos de Jóvenes Pioneros.  Al pasar frente a puestos de carne a la parrilla y pan plano sobre carbón, saludaron a un periodista extranjero en mandarín con mucho acento.  Esos eruditos chinos.  Escriben sobre las poblaciones jóvenes uigures que agotan los suministros de agua del sur de Xinjiang, presionan los mercados laborales y amenazan la estabilidad en una región fronteriza.  En 2017, los líderes del Partido Comunista ordenaron una campaña contra los nacimientos ilegales, que incluía recompensas en efectivo para los lugareños que informaron que los niños superaban la cuota.  Pero los nacimientos legales también fueron atacados.  En enero de 2018, el gobierno de Bachu se jactaba de controlar el "crecimiento excesivo" de la población.  Para 2017, la tasa de natalidad del condado había caído de 19 a 13 por mil, una caída muy inusual en solo tres años.  Sorprendentemente, en 2019 Bachu informó una tasa de natalidad de 4,15 por cada mil personas.  Esa es una de las tasas de natalidad más bajas del mundo y una disminución que rara vez se ve incluso en tiempos de guerra. Li Xiaoxia, un sociólogo del gobierno de Xinjiang, ha calificado de "calumnias" los informes sobre esterilizaciones forzadas.  En un ensayo para medios estatales en enero admitió que entre 2017 y 2018, luego de la estricta aplicación de las reglas, los nacimientos en todo Xinjiang se habían reducido en 120.000 en un año.  Pero la Sra. Li insistió en que las mujeres rurales de grupos étnicos habían aceptado "espontáneamente" ser esterilizadas.  Algunas habían recibido recompensas de 3.000 yuanes (460 dólares) o más por las mujeres que deseaban someterse a una ligadura de trompas antes de utilizar su cuota legal de hijos, escribió.  Los funcionarios habían liberado las mentes de otros "de las cadenas del extremismo religioso".  Dijo que los uigures y los chinos han seguían las mismas reglas, promoviendo "menos y mejores" nacimientos.  No todos los embarazos son documentos oficiales iguales (460) o más porque las mujeres cuentan una historia diferente.  Tiemenguan es una pequeña ciudad fundada por el Cuerpo de Construcción y Producción de Xinjiang.  El bingtuan, como se conoce a esta empresa paramilitar, se fundó en 1954 para cultivar las llanuras áridas de la mejor región y traer colonos chinos Han.  El año pasado, la ciudad anunció la presencia de oficiales de policía auxiliares, que buscaban la nacionalidad y prometían cubrir 10,000 yuanes en costos médicos si tenían un segundo hijo para los candidatos de bunok Han.  Wang Jian, estadístico de La sexta división de bingtuan, es uno de varios académicos que recomiendan, en forma impresa, que el cuerpo debería alentar a los reclutas Han a tener más hijos, al tiempo que limita los nacimientos de minorías étnicas.  En un parque en Shihezi, la ciudad más grande dirigida por bingtuan, un padre que juega con sus dos hijos junto a un estanque a la sombra de los árboles recuerda cómo los funcionarios lo contactaron con un bono para el menor. Una madre china Han que llevaba a su segundo hijo en brazos explica que  su nacimiento le valió un subsidio, una licencia adicional y leche en polvo gratis.  Te animan a tener un segundo ", dice. El doble rasero debería ser deslumbrante tanto para los admiradores como para los críticos de China. Los hechos son cosas tercas.                                                                                                       Cuando se enfrenta a hechos incómodos, la respuesta habitual de China se divide en dos partes.  Primero intenta la negación y la ofuscación.  Si eso no funciona, los funcionarios atacan los motivos de los críticos extranjeros.  Las discusiones sobre Xinjiang, una región del lejano oeste que China maneja con mano de hierro, han llegado a esta peligrosa etapa.  En los últimos meses, Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá y países de la Unión Europea, entre otros, han expresado su preocupación por Xinjiang.  Señalan pruebas de que China ha detenido quizás a un millón de musulmanes en campos de reeducación, en particular de los 11,6 millones de habitantes uigures, ha impuesto esterilizaciones a mujeres de minorías étnicas y ha obligado a los aldeanos a trabajar en fábricas.

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