Libro: “La Educación” Capítulo 32 y 33: “La Preparación Necesaria” y “La Cooperación”

Libro: “La Educación”

Capítulo 32 y 33: “La Preparación Necesaria” y “La Cooperación”

Resumen:

        Durante esos primeros años de la vida, que constituye un período crítico en la existencia del niño, y cuando comienza su desarrollo, la madre tiene la primera oportunidad de educarlo. Es el momento en que se colocan los fundamentos del carácter pero, en muchas ocasiones, a esta etapa no se le da el valor que tiene. En materia de educación, no hay persona que influya más en la conducta del infante que su propia madre. Es un error dejar al niño al cuidado de otras personas al comienzo mismo de la vida porque en ese momento hay necesidades  físicas especiales, cuando requiere  cuidado y atención indivisa, si es que se quiere lograr un balance mental y espiritual adecuado. Muchos niños no llegan a desarrollarse bien o experimentan una niñez enfermiza por no haber recibido la atención que necesitaban en esos primeros años de vida.

        Los padres son los responsables de impartir la obra educativa de mayor envergadura sobre sus niños jóvenes. El principal proceso de enseñanza-aprendizaje, se realiza en el hogar; la escuela es la que complementa lo que se inicia allí. Debe tenerse en cuenta que el crecimiento del educando debe alcanzar las áreas del desarrollo físico, mental y espiritual; ambas instituciones: hogar y escuela, deben perseguir el objetivo de lograr en el niño o el joven un carácter balanceado y que alcance la madurez integral del carácter que lo habilitará para obtener éxito en su existencia. Es un error depositar toda esta carga sobre la escuela solamente. Es en el hogar donde nacen los hábitos de puntualidad, eficiencia en el trabajo y las virtudes de excelencia tales como dominio propio, abnegación, respeto a la autoridad y otras características del buen ciudadano.

        Tanto en la escuela como en su casa, debe dársele importancia al desarrollo integral del individuo. Son de suma importancia el ejercicio físico, el trabajo al aire libre, la sensatez en el comer, la moderación en el estudio, y la higiene del cuerpo y del alma. Un estudiante mal alimentado, somnoliento y cansado, no puede rendir una labor aceptable en el salón de clases. La vigilancia constante de parte de padres y maestros sobre el bienestar del estudiante, le hará entender que se le aprecia y que la disciplina que se le aplica y los valores que se le inculcan son por su propio bien. Por otro lado, debe tenerse muy en cuenta que el niño o el joven no es un autómata programado para seguir ciegamente las instrucciones que se le dan. Cometerá errores y violará principios, pero si se le trata con amor y se le corrige con sabiduría, alcanzará los blancos que él mismo se propone.

        No debe perderse de vista el hecho de que los niños y jóvenes de ambos sexos, desde pequeños tienen tendencia a ser independientes y a actuar por su propia cuenta; aman la libertad de acción. Por eso debe enseñárseles que la verdadera libertad consiste en obedecer las normas establecidas, especialmente la ley de Dios. Cuando aprenden a obedecer en las cosas pequeñas, se preparan para grandes decisiones y los enormes desafíos que la vida les presentará.

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