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Locke: Pensamientos acerca de la educación


Enviado por   •  31 de Mayo de 2018  •  Reseña  •  2.227 Palabras (9 Páginas)  •  211 Visitas

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La obra de John Locke “pensamientos sobre educación” trata todo lo concerniente al proceso por el que debe conducirse a un caballero en su infancia, su obra por tanto describe paso a paso los aspectos a tener en cuenta en la educación, comenzando desde la salud física para concluir con la instrucción. Esta obra icónica y fundamental permite comprender la educación como un aspecto fundamental para la vida humana y su iniciación en el mundo social. Cabe destacar antes de proseguir que el autor se enmarca en un espacio/tiempo especifico por tanto su formulación implica la educación de un hombre, no mujer, que por demás es caballero.

El contexto anterior nos permite introducirnos en el tratado realizado por Locke compuesto por XXVII secciones. En este sentido es posible identificar que de la sección I hasta la XX, el autor describe cómo se debe educar al niño tanto en cuerpo como en espíritu, a través, de los hábitos y costumbres; mientras que de la sección XXI a la XXVII, se desarrolla principalmente las partes de la educación: la virtud, la prudencia, las buenas maneras y la instrucción. Sin embargo, toda la obra de Locke se encuentra relacionada puesto que la intensión del autor es “proponer métodos que pretenden solventar una educación multidimensional, cuyo ámbito de materialización es justamente el mundo social y de la vida” (Rubio,s.f.:p.01).

Es por tanto fundamental resaltar que la importancia y las minuciosidades que el autor plantea respecto al cuidado y ejercitación del cuerpo, no es una cuestión accesoria, el autor parte de una unión cuerpo y espíritu, tanto la adecuada alimentación como el adecuado fortalecimiento del cuerpo, es un aspecto fundamental para el caballero. Ahora bien, estos aspectos permiten que el infante adquiera costumbres y hábitos, por tanto sin este proceso previo es imposible que el caballero adquiera instrucción y virtud adecuada, por esta razón la educación es una labor supremamente importante y delicada que debe ser realizada durante la infancia.

A este respecto Locke nos plantea que la educación debe conducir hacia la virtud, que se basa en someter la satisfacción de los deseos y las inclinaciones a lo que dicta la razón como lo mejor, es aquí donde la disciplina se hace fundamental en los niños dado que ellos no tienen aún uso de razón, por lo tanto, los padres como figura de autoridad deben corregirlos y mostrarles lo que es correcto a través del ejemplo y una práctica temprana que se convierta en hábito. En palabras de Locke: “mientras menos razón tengan por sí, más sometidos deben estar al poder y al dominio de los que los tengan a su cuidado” (1924: p. 65).

Cabe destacar, que la importancia de la autoridad tiene cabalidad en infundir “respeto sobre la autoridad” porque de esta forma se adquiere la sumisión del niño, es precisamente a este respecto que se encuentran dirigidos todos los esfuerzos por generar hábitos y costumbres.  Aunque a su vez, el autor también nos plantea como precaución que las correcciones que deben hacer los padres o el preceptor al niño, no deberán ser empleadas de manera severa porque se corre el riesgo de quebrantar el espíritu del niño ocasionando dos efectos: primero que se solapen y solo cumplan la norma en presencia de alguien y no por voluntad y, segundo que se conviertan en seres inútiles para la sociedad.

Es fundamental en este punto resaltar lo interesante de la concepción que Locke propone respecto al castigo, donde su uso principalmente se vincula a casos extremos de desacató a la autoridad y que deben ser consecuentes para que permitan conducir al niño de manera coherente a la razón, es decir, que cada norma y castigo que se imponga debe ser razonada y explicada, de manera que él niño debe ser tratado como una criatura racional, por consiguiente, las cosas agradables o desagradables que se le presenten al niño después de realizada su acción, deberán ser mostradas no como “recompensas o castigos particulares atribuidos a tal o cual acción particular, sino como consecuencias necesarias” (Locke, 1924: p. 85), provenientes de lo que han hecho.

En este sentido cabe destacar que tanto la autoridad, como el castigo y la propuesta en general de Locke se encuentra orientada hacia la construcción de la virtud en la que debe empeñarse especial cuidado y tiempo; la instrucción que será un aspecto próximo a desarrollar será siempre posterior en la educación, puesto que, lo que interesa de la educación es que el niño pueda gobernarse por sí mismo, con el fin de que cuando sea adulto su guía sea la razón. Es decir, que:

Se es virtuoso en tanto las acciones, como también las omisiones (el caso de la prudencia, por ejemplo), sean recibidas con beneplácito en el mundo social de los hombres que son objeto de esa educación. La virtud es un fin que consiste en incorporar “los principios de justicia, de generosidad y de templanza, unidos a la reflexión y a la actividad” (p. 100), todo esto con el propósito de que los hombres puedan “gobernarse a sí mismos en el mundo” (p.99). Este “gobierno de sí”, sin embargo, es una conquista que demanda, además de la virtud, “la prudencia, las buenas maneras [la urbanidad o civilidad como anota el editor de la obra] y la instrucción” (p.189). De modo sorprendente (al menos en una lectura desprevenida), la instrucción ocupa un lugar menor en las ideas de Locke, como él mismo reconoce en el corto apartado que dedica a ella (pp 207 – 259). (David, s.f. : p.01-02)

La cuestión del gobierno de sí, se encuentra vinculada ampliamente con la concepción de la razón como aspecto que guía la acción humana, esto se debe principalmente en este caso especifico, a que Locke formó parte de lo que se ha denominado el Siglo de las luces en donde la razón es la base de todo conocimiento y acción, la educación, se dirige al sometimiento del Ser humano precisamente a lo que la razón dicta como lo mejor.

Ahora bien, aunque para Locke la virtud es el aspecto principal de lo educativo, la instrucción concebida como conocimientos, también forma parte de la educación. La cuestión es que la ejercitación implica formar tanto al cuerpo como la virtud, más que incluso adquirir conocimientos, pero esto no implica necesariamente que los conocimientos no sean importantes en la educación, si esto fuera así, el autor no haría mención a la instrucción, por el contrario su aspecto secundario en la educación se vincula a una prioridad de formar el cuerpo y la razón como previo a la adquisición de conocimientos. Por lo tanto, la instrucción debe ser en primer lugar acorde con la edad y conocimientos del niño. Además, el autor describe las asignaturas en las que los niños deben instruirse así:

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