Los Cronistas: Araucana

La biografía

Alonso de Ercilla (su nombre completo siendo Alonso de Ercilla y Zúñiga) fue un poeta y soldado español conocido por su obra maestra La Araucana, un poema muy célebre en el que relató la conquista de Chile.

Nació en Madrid, en 1533 siendo el sexto y menor de los hijos de Fortún García de Ercilla, jurista del Consejo Real, y Doña Leonor de Zúñiga. Su madre era dama de la corte de la emperatriz. Al fallecer su marido cuando Alonso de Ercilla a penos tenía un año, ella trataba de sacar adelante a su familia y se desplazó a los distintos señoríos en los que podía recibir rentas.

A pesar de muchos obstáculos se llegó a mejorar la stiuación económica poco a poco. Alonso de Ercilla fue educado en la corte y se hizo paje del futuro rey , príncipe Felipe (el futuro Felipe II), con quien visitó Flandres e Inglaterra.

Llega primeramente a Perú (1556) acompañando a García Hurtado de Mendoza, el recién nombrado gobernador y capitán general de Chile, donde se habían sublevado los araucanos (el nombre proveniente del nombre del lugar Arauco poblado por los mapuches que era un termino oficial en el siglo 18). Estuvo en Chile diecisiete meses durante los cuales participó en las batallas de Lagunillas, Quiapo y Millaraque contra los araucanos y fue el testigo de la muerte de Caupolicán, uno de los protagonistas de su poema La Araucana. También participó en la construcción de la primera ciudad española en Chile – La Imperial.

Tras intervenir en unas campañas en Lima y Panamá, regresó a España en 1563, y publicó en 1569 la primera parte de su gran obra, dedicada a Felipe II. Fue nombrado gentilhombre de la corte y caballero de Santiago, tras lo cual participó en diversas acciones diplomáticas.

En 1570 se casó con Doña María de Bazán quien aportó como el dote una gran cantidad de dinero (más de ocho millones de maravedíes). Instalado en Madrid, vivió, según se dice, una existencia feliz y exenta de preocupaciones materiales que le permitió terminar las partes segunda y tercera de su poema.

La obra

La Araucana es un poema épico de exaltación militar en 37 cantos donde se describen los hechos más importantes de la Guerra de Arauco relatando las cruentas luchas sostenidas en Chile entre araucanos y españoles. Está escrito en octavas reales y dividido en tres partes (escritas respectivamente en 1569, 1578 y 1589) porque la primera edición tuvo un éxito tan grande que Ercilla escribió la segunda y la tercera ediciones. Se debe mencionar que al parecer, Ercilla escribió alguna de sus partes directamente en el campo de batalla usando “cuero por falta de papel”.

La primera parte (los primeros 15 cantos) trata el tema de los comienzos de la conquista de Chile. El poema empieza con una amplia descripción geográfica del país y de las costumbres de los araucanos. Éstos se disponen a resistir a la amenaza de los españoles, pero están muy divididos para elegir un jefe supremo. Resistían mucho la conquista y eran unos guerreros maravillosos ya que desde la niñez crecían como los soldados, hacían muchísimos ejercicios y campeonatos el ganador de los cuales recibía como un gran premio la oportunidad de un matrimonio favorable. Eran altos, bien proporcionados, bastante fuertes y hábiles en manejar con el armamento y apropiaron muy rápidamente los armamentos de los españoles. Construían casas de madera, de arboles grandes, con cuatro torres muy altas, excavaban pozos.

La razón principal de la derrota de los araucanos fue el hecho que no podían ponerse de acuerdo quién sería el jefe superior. Entonces, por consejo del cacique Colocolo deciden dar el mando a quien lleve más lejos un grueso tronco sobre sus espaldas y la prueba es ganada por Caupolicán. Éste ocupa Tucapel para evitar que la ciudad caiga en manos del capitán español Pedro de Valdivia, quien, derrotado por el cacique Lautaro, es perseguido hasta Santiago dejando en manos de los araucanos la ciudad de la Concepción, que es saqueada e incendiada.

Mientras los araucanos celebran con grandes fiestas su victoria, Francisco de Villagrán, con nuevas tropas enviadas entretanto por el marqués de Cañete, ataca al

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