Los hombres, en general, juzgan más con los ojos que con las manos. Todos pueden ver, pero pocos tocar.

“Los hombres, en general, juzgan más con los ojos que con las manos. Todos pueden ver, pero pocos tocar. Todos ven lo que pareces ser, pero pocos saben lo que eres; y estos pocos no se atreven a oponerse a la opinión de la mayoría, que se escuda detrás de la majestad del Estado”

Nicolás Maquiavelo^[1]

El presente trabajo, corresponde a la asignatura Derecho Administrativo General, orientada por el Dr. Alexander Nicolás Covilla Manjarrés, corresponde a una sinopsis resultante de la lectura del libro EL PRINCIPE, escrito por Niccoló di Bernardo dei Machiavelli en 1531 en Roma, quien lo dedicó al hombre que lo recluyó en una cárcel, Lorenzo II de Médici, y que lo acusó de conspiración.

1. OBJETIVOS DE LA SINOPSIS

El presente documento tiene como objetivo general hacer una retroalimentación del contenido del libro, principalmente en los aspectos que tienen que ver con las clases de principados y los modos de adquirirlos, los principados hereditarios y los principados mixtos.

1. CLASES DE PRINCIPADOS

No hay que sumergirse mucho en la lectura del libro para conocer lo que Maquiavelo plantea en su obra como clases de principados, porque es precisamente en el Capítulo I donde el autor se refiere al tema de las varias clases de principados y del modo de adquirirlos, aunque en capítulos posteriores luego haga adiciones.

Al respecto en el primer capítulo, Maquiavelo hace una serie de clasificaciones iniciales. Plantea que los principados se dividen en hereditarios y nuevos. Sobre los primeros no hay motivo de confusión porque dice el autor que son aquellos que provienen de una herencia familiar que los ha poseído por mucho tiempo. Pero con relación a los principados nuevos aclara que pueden haber dos tipos, unos que están habituados a ser libres y otros que están habituados a vivir bajo un príncipe. Pero en los principados nuevos además introduce otras subcategorías relacionadas con el modo de adquirirlos dado que dice que un principado nuevo el príncipe que lo adquirió lo hizo con armas ajenas, o lo hizo con las suyas propias; o se los proporcionó la suerte, o se los proporcionó su valor.

Luego de avanzar en la lectura podemos encontrar que Maquiavelo en su capítulo III considera una nueva clase de principados, los llamados PRINCIPADOS MIXTOS, los cuales vienen a ser aquellos que anexan un miembro nuevo a un principado antiguo ya poseído. Dice que los principados mixtos se asemejan mucho a los principados completamente nuevos en que presentan las mismas dificultades para conservar el poder.

En el Capítulo IX encontramos una nueva clase de principado definido por Maquiavelo como PRINCIPADO CIVIL, el cual es aquel que se consigue con el favor de los ciudadanos. Si se obtiene el poder con el favor popular, se conserva una autoridad indiscutida y sólo hay que ofender a la minoría de los poderosos y quitarles su poder, mientras que el pueblo amará al príncipe por no ser oprimido. Como lo determinante es tener del propio lado al pueblo, en este caso el príncipe tendrá éxito. Pero para ello debe conducirse adecuadamente con los poderosos: si éstos dependen del príncipe, le bastará con beneficiarlos (en la justa medida), pero si se mantienen independientes de él habrá que cuidarse de ellos (salvo que lo hagan por puro temor, en cuyo caso habrá que saber comprarlos y utilizarlos).

De la misma manera podemos encontrar en el Capítulo XI una nueva clasificación denominada PRINCIPADOS ECLESIASTICOS, que son aquellos que se apoyan en las leyes de la religión, las cuales tienen tanto poder sobre los ciudadanos que hacen imposible que el príncipe pierda su poder. Los principados eclesiásticos son, en consecuencia, los únicos en que se está completamente seguro y feliz el príncipe.

Así las cosas el siguiente gráfico ilustra mejor todas las clases de principados que pueden existir y describe Maquiavelo en su obra EL PRINCIPE:

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1. MODOS DE AQUIRIR LOS PRINCIPADOS

Haciendo una síntesis de las posibles formas de adquirir los principados observamos que Nicolás Maquiavelo inicialmente plantea cinco formas de adquirir los principados en su primer capítulo, pero luego introduce otras, veamos: primeramente están los que se adquieren producto de la herencia familiar (Capítulo II), los que se adquieren con las armas y milicia propias (Capítulo VI), los que se adquieren con las armas y fortunas ajenas (Capítulo VII), los que son proporcionados por la suerte (enunciado en Capítulo I) y los que son producto del valor del príncipe (enunciado en Capítulo I).

Con relación a los principados nuevos que se adquieren con las armas propias plantea que el príncipe que tiene su propio ejército, una vez efectuada la conquista y destruido a los posibles competidores, no deberá temer revueltas y los pueblos se adaptarán y creerán en el nuevo príncipe. «Y cuando dejen de creer, ha de poder hacerles creer por la fuerza», para lo cual debe disponerse de ella.

Cuando habla de los principados nuevos adquiridos con las armas y fortuna de otros sostiene que el príncipe nuevo que haya adquirido su Estado gracias a otro que se lo concede (por voluntad, dinero o corrupción), la adquisición le resultará harto sencilla, pues queda sometido a la voluntad y la suerte del concesor, las cuales son asaz volubles. Lo único que puede salvarlos es una gran virtud; sin ella están condenados, porque no saben mandar, no tienen poder y la obtención súbita de que se han beneficiado no les ha permitido echar progresivamente las raíces que se requieren para resistir a las futuras adversidades.^[2]

Adicional a esas formas de adquirir los principados, de una manera complementaria Nicolás Maquiavelo describe otras dos formas especiales de adquirir los principados, una es por medio de los delitos (Capítulo VIII) y otra por medio del favor popular (Capítulo IX).

Con relación a las forma de adquirirlos mediante los delitos dice específicamente que además de la virtud y por fortuna, puede obtenerse el poder por medio de crímenes. Todo dependerá de si las crueldades son bien usadas o mal usadas. Bien usadas son aquellas crueldades que se cometen todas juntas al principio (las cuales son necesarias si se quiere tener éxito y hay que saber identificarlas todas) pero que luego se dejan de cometer y se reemplazan por bienes que favorezcan poco a poco a los súbditos, de modo que éstos logran olvidar las ofensas recibidas y saborean constantemente pequeños bienes^[3]. Mal usadas son las crueldades que, por no querer cometerse todas al principio, luego tienen que seguir cometiéndose y en orden creciente. Ello causa la enemistad del pueblo y garantiza el fracaso.

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