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Los olvidados


Enviado por   •  7 de Junio de 2022  •  Ensayo  •  1.996 Palabras (8 Páginas)  •  105 Visitas

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SABES Jardines de Echeveste

Turno matutino

Maria Fernanda Canales Romero

6-C

BIOGRAFIA

Luis Buñuel Portolés fue un director de cine español, que tras el exilio de la guerra civil española se nacionalizó mexicano. 1​ Ha sido ampliamente considerado por muchos críticos de cine, historiadores y directores como uno de los cineastas más grandes e influyentes de todos los tiempos. A pesar de los hitos cinematográficos logrados en su país natal con Viridiana y Tristana , la gran mayoría de su obra fue realizada o coproducida en México y Francia, debido a sus convicciones políticas y a las dificultades impuestas por la censura franquista para filmar en España. Nació en la localidad turolense de Calanda el 22 de febrero de 1900.

Su padre, Leonardo Manuel Buñuel González, originario del mismo pueblo, fue militar en Cuba y fue propietario de una ferretería y de una empresa naviera, por las que consiguió una considerable fortuna. 4​ En una de estas ocasiones, cuando contaba con dieciséis años, le presentaron en un baile a una jovencísima Concha Méndez, dos años mayor que él, y que por entonces también pasaba los veranos en San Sebastián, con la que inicia un noviazgo que durará siete años. Lo que se sabe sobre las primeras películas que vio procede de las declaraciones del propio Buñuel, y son imprecisas y contradictorias. « Era un dibujo animado con colores muy malos que salían de las figuras, y el sonido venía de un gramófono», pero también a los mismos autores les comunicó que en la primera película que vio había un asesinato cruento.

6​ Por otro lado, en sus memorias, tituladas Mi último suspiro, afirmaba que en 1908 asistió por primera vez al cine Farrucini , que remite a la barraca de feria Nuevo Metensmograf Cinematógrafo Farrusini del feriante barcelonés Enric Farrús, quien se estableció en Zaragoza en 1908 al calor de la Exposición Hispano-Francesa de ese año que conmemoraba el centenario de los sitios de Zaragoza. Recordaba, asimismo, haber visto en esa época muchas películas cómicas de André Deed, que en España era conocido como Toribio, y el Viaje a la Luna de Georges Méliès. En Calanda daba funciones con un teatrillo de personajes de cartón que sus padres habían comprado en París y espectáculos de sombras chinescas con una linterna mágica. Acudía regularmente al teatro y a la ópera, pues los Buñuel tenían, como familia acomodada que era, palco en abono en el Principal, uno de los cuatro que entonces había en la capital aragonesa.

Al año siguiente salió por primera vez de Aragón y viajó a Vega de Pas y San Sebastián, donde veranearía a menudo. En 1915 fue expulsado por los jesuitas del colegio y se matriculó en el Instituto de Enseñanza Media de Zaragoza como alumno libre. Benjamín Jarnés, Huberto Pérez de la Ossa, Luis Buñuel , Rafael Barradas y Federico García Lorca en Madrid en 1923. A los diecisiete años, terminado el bachillerato, partió a Madrid para cursar estudios universitarios.

En la capital se alojó en la recién creada Residencia de Estudiantes, fundada por la Junta para la Ampliación de Estudios, heredera del espíritu del krausismo pedagógico y la Institución Libre de Enseñanza,7​8​9​ donde permaneció siete años. Su propósito, inducido por su padre, era estudiar Ingeniería Agrónoma. En esta época se interesó por el naturismo y llevó una alimentación y vestimenta espartanas, gustando de lavarse con agua helada. Tomó parte en las actividades del cine-club de la Residencia y trabó amistad, entre otros, con Salvador Dalí, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pepín Bello y Juan Ramón Jiménez.

También participó en las tertulias ultraístas y, todos los sábados desde 1918 hasta 1924, en las del Café Pombo, dirigidas por Ramón Gómez de la Serna. En 1920 inició, con el doctor Ignacio Bolívar, estudios de entomología, que abandonó para matricularse en Filosofía y Letras, rama de Historia, ya que se había informado de que varios países ofrecían trabajo como lector de español a licenciados en Filosofía y Letras, lo que suponía una oportunidad de cumplir su deseo de salir de España. Con sus compañeros de la Residencia hizo sus primeros ensayos de puesta en escena, con versiones delirantes del Don Juan Tenorio en las que actuaban Lorca, Dalí y otros compañeros. En 1921 visitó por primera vez Toledo, ciudad que causó una profunda impresión en Buñuel y sus amigos.

Y, por supuesto, siguió asistiendo con regularidad al cine. Desde 1922 escribe poemas, prosas poéticas y cuentos en diversas revistas literarias de la época, fundamentalmente aquellas que sirvieron de vehículo para el ultraísmo y la generación del 27, como Vltra, Horizonte, Alfar, Helix o La Gaceta Literaria. De esta época son también sus primeros proyectos cinematográficos. En 1926, la Junta Magna del Centenario de Zaragoza le encargó una película sobre el pintor Francisco de Goya.

En 1927 Buñuel le propuso a Ramón Gómez de la Serna la realización de una película. Esta se inspiraría en ocho cuentos del escritor, que quedarían unidos a través de diferentes noticias publicadas en un periódico leído por el protagonista. En 1923 murió su padre en Zaragoza, inició el servicio militar y publicó su primer artículo, al que siguieron cuentos y poemas en revistas de vanguardia e incluso preparó un libro que los recopilaba bajo el título Un perro andaluz. Muchas de las imágenes de sus escritos de estos años, previos al surrealismo francés, pasaron a su cine.

Hay pocos personajes en la historia del cine que susciten a la vez tanto repudio y tanta piedad como el Jaibo de Los olvidados, tercera película de Buñuel en su exilio en Méjico y la primera gran obra maestra de la que es, para mi gusto, su etapa más brillante . No en vano, el Jaibo no es otra cosa que la proyección del joven Pedro , quien, repudiado por una madre incapaz de hacer frente a su penosa situación, se ve abocado a la delincuencia a pesar de su anhelo de llevar una vida normal , algo que Buñuel deja bien claro que les está vedado a todos los personajes de la película. Así, en todos los momentos en los que Pedro vislumbra una mínima posibilidad de escapar de su mundo de miseria , el Jaibo aparecerá para recordarle la condena que pesa sobre su existencia. Buñuel rueda la tragedia de Pedro y el Jaibo con descarnado realismo, filmando en escenarios naturales y utilizando casi en su totalidad actores no profesionales o con muy poca experiencia para los papeles de los adolescentes .

Pero el director introduce en la historia no pocos elementos que identificamos con algunos de sus trazos más personales y que, en esta ocasión, quedan justificados por el contexto de la historia. Así, la constante presencia de las gallinas, que Buñuel explica con toda naturalidad , pero que van adquiriendo un carácter simbólico , tanto por la reiteración de la imagen, como por los momentos en los que se muestra , un simbolismo que, al provenir de un elemento no extraño, Buñuel puede negar y que adquiere por ello mucha más fuerza por la naturalidad con la que aparece . Y son igualmente turbadoras, en esta ocasión por su carácter subversivo, escenas como la del atraco al tullido , la imagen Don Carmelo sentando a Meche en su regazo y, por supuesto, el estremecedor desenlace en el que el cuerpo sin vida de Pedro es arrojado entre los escombros de un enorme vertedero a las afueras de la ciudad . Sin lugar a dudas, uno de los más desesperanzados finales de la filmografía de Buñuel y, por ende, de la historia del séptimo arte.

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