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Madame Bovary


Enviado por   •  18 de Marzo de 2013  •  1.430 Palabras (6 Páginas)  •  363 Visitas

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“Madame Bovary”

Acto 26

(Emma llega de noche en su carruaje. El aire es gélido, hay un ambiente de que se avecina una temporal)

ESCENA I

EMMA: Que extraño, no veo la diligencia; pero di mi palabra de regresar la misma noche. Además, Carlos me espera; siento en mi corazón esa cobarde docilidad que es, para muchas mujeres, como el castigo y al mismo tiempo el tributo del adulterio. Rápidamente haré el equipaje, pagaré la factura, tomaré en el patio un cabriolé, y dando prisa al cocherollegó a alcanzar a “La Golondrina” hacia las primeras casas de Quincampoix.

(Apenas sentada en su rincón, cerró los ojos y los volvió a abrir al pie de la cuesta, donde reconoció de lejos a Felicidad que estaba en primer plano delante de la casa del herrador. Hivert frenó los caballos, y la cocinera, alzándose hasta la ventanilla)

COCINERA: -Señora, tiene que ir inmediatamente a casa del señor Homais. Es algo urgente.

EMMA: Está bien.

ESCENA II

BOTICARIO: ¿Quién te dijo que fueras a buscarlo a la leonera? ¿Que qué pasa?. Estamos haciendo mermeladas: están cociendo; pero iban a salirse a causa del caldo demasiado fuerte, le pido otro barreño. Entonces él, por pereza, fue a coger la llave del la leonera, que estaba colgada en mi laboratorio.

BOTICARIO: -Sí, de la leonera. ¡La llave que encierra los ácidos y los álcalis cáusticos! ¡Haber ido a coger un barreño de reserva!, ¡un barreño con tapa! y que quizá no usaré ya nunca más. Todo tiene su importancia en las delicadas operaciones de nuestro arte. Pero ¡demonios!, ¡hay que hacer distinciones y no emplear para usos casi domésticos lo que está destinado para los farmacéuticos! Es como si se trinchase un capón con un escalpelo, como si un magistrado...

SRA. HOMAIS: -¡Pero cálmate!

ATALIA:-¡Papá!, ¡papá! –repetía.

BOTICARIO:-¡No, dejadme! –, ¡dejadme!, ¡caramba! Es como si esto fuera abrir una tienda de comestibles, ¡palabra de honor! ¡Anda!, ¡no respetes nada!, ¡rompe, haz añicos!, ¡suelta las sanguijuelas!, ¡quema el malvavisco!, ¡escabecha pepinillos en los tarros!, ¡rompe vendas!

EMMA: -Pero usted tenía...

BOTICARIO: -Perdone un momento. ¿Sabes a qué te exponías? ¿No has visto nada, en el rincón, a la izquierda, en el tercer estante? ¡habla, contesta, di algo!

JUSTINO: -Yo no... Sé. –

BOTICARIO: ¡Ah!, ¡no sabes! ¡Pues bien, yo sí que lo sé! Has visto una botella de cristal azul, lacrada, con cera amarilla, que contiene un polvo blanco, sobre el cual yo había escrito ¡PELIGROSO! ¿y sabes lo que había dentro?, ¡arsénico!, ¡y tú vas a tocar esto!, ¡a tomar un barreño que estaba al lado!

SRA HOMAIS:-¡Al lado! –. ¡Arsénico! ¡Podías envenenarnos a todos!

(Y los niños comenzaron a gritar, como si hubiesen ya sentido en sus entrañas atroces dolores. )

BOTICARIO: -¡O bien envenenar a un enfermo! . ¿Querías que yo fuese al banquillo de los criminales a la Audiencia? ¿Verme conducido al patíbulo? Ignoras el cuidado que pongo en las manipulaciones, a pesar de que tengo una habilidad extraordinaria. Frecuentemente me asusto a mí mismo cuando pienso en mi responsabilidad, pues el gobierno nos persigue, y la absurda legislación que nos rige es como una verdadera espada de Damocles que cuelga sobre nuestra cabeza. -¡Mira cómo agradeces las bondades que se tienen contigo! -¡Mira cómo me pagas los cuidados totalmente paternales que te prodigo! Porque sin mí, ¿dónde estarías?, ¿qué harías? Quién te da de comer, educación, vestido y todos los medios para que un día puedas figurar con honor en las filas de la sociedad? Pero para esto hay que remar duro, y hacer lo que se dice callos en las manos.

(El boticario seguía alardeando con frases entrecortadas)

BOTICARIO:-¡Comienzo a arrepentirme terriblemente de haberme hecho cargo de tu persona! ¡Sin duda habría hecho mejor dejándote pudrir en tu miseria y en la mugre en que naciste! ¡Nunca servirás más que para guardar vacas! ¡No tienes ninguna disposición para el estudio, apenas sabes pegar una etiqueta! Y vives aquí, en mi casa, como un canónigo, a cuerpo de rey, gozando a tus anchas.

EMMA: -Me habían llamado...

SRA. HOMAIS:-¡Ah! ¡Dios mío–, ¿cómo se lo diría?... ¡Es una desgracia!

BOTICARIO: -¡Vacíala!, ¡límpiala!, ¡vuelve a ponerla en su sitio!, ¡pero date prisa!

(Y sacudiendo a Justino por el cuello de su blusa, le hizo caer un libro de su bolsillo. El chico se bajó. Homais fue más rápido, y habiendo recogido el volumen, lo contempló con los ojos desorbitados y la boca abierta)

BOTICARIO: -“El amor conyugal”

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