María Fernanda Durán Angeles

María Fernanda Durán Angeles

 La lectura nos habla sobre la nomenclatura de las palabras, es decir, cómo fue que los objetos comenzaron a llamarse con los nombres que todos los conocemos hoy en día. Toca un poco el tema del Génesis cuando Adán nombra los elementos de su entorno y también las raíces grecolatinas de los términos.  

 A continuación, nos habla del signo lingüístico que une conceptos con la imagen acústica que es la psíquica del sonido (representación emocional y sensorial de las cosas).”La Imagen acústica es por excelencia la representación natural de la palabra en cuanto hecho de lengua virtual, al margen de toda realización por el habla”.

 El texto también nos habla de la relación directa que hay entre el sentido de la palabra en cuanto a sus raíces latinas y la concepción de nuestra imagen acústica. De aquí se deriva la descripción de un signo, que es la combinación del concepto con la imagen acústica. Nos habla de cómo la concepción de un signo es arbitrara puesto que la aceptación del significado de los mismos, así como de signos más naturales, descansa sobre el significado que se le de en la sociedad.  Los signos no tienen un valor intrínseco, se los damos nosotros como sociedad y en cada una es diferente, ahí recae la diferencia entre lengua y lenguaje.

 Nos habla de los símbolos lingüísticos y cómo estos difieren con los signos, puesto que estos no son arbitrarios, aunque tampoco hay que tomar el término arbitrario como algo que se deja a la elección, sino que no tiene un vínculo natural con el significado. Luego menciona las onomatopeyas, que imitan el sonido de la acción del objeto y cómo éstas se ven afectadas directamente en la gramática y la lingüística de cada idioma (Cada onomatopeya se ve afectada con el cambio de lengua).

 Finaliza con los significantes y cómo estos son de naturaleza meramente auditiva que se ve solo atada al tiempo, y el tiempo es el que dictará las significantes de la fonética de las lenguas de manera lineal.

...