Nada -sonrió Nena Daconte....
Enviado por estefa • 21 de Junio de 2012 • 482 Palabras (2 Páginas) • 463 Visitas
-Nada -sonrió Nena Daconte, mostrándole el dedo con la sortija de diamantes en cuya yema era apenas perceptible la herida de la rosa-. Billy Sánchez se alegró con la decisión. Nena Daconte, en cambio, estaba agotada, sobre todo por el último tramo de la carretera desde Madrid, que era una cornisa de cabras azotada por el granizo. Nena Daconte permaneció de pie, inmóvil, sin hacer nada por ocultar su desnudez intensa.
En realidad, Nena Daconte no sólo era virgen sino que nunca hasta entonces había visto un hombre desnudo, pero el desafío le resultó eficaz. "Suena como un buque", había dicho la abuela de Nena Daconte cuando lo oyó por primera vez. Pero fueron esos aires de adioses de buques y ese encarnizamiento de amor los que le permitieron a Nena Daconte romper la cáscara amarga de Billy Sánchez. Billy Sánchez le correspondió siempre y bien, y con el mismo alborozo. Sólo ellos sabían entonces, 24 horas después de la boda, que Nena Daconte estaba encinta desde hacía dos meses.
Billy Sánchez no apreció su ingenio.
Era la primera vez que salía de su tierra. Nena Daconte, que conocía la región de memoria, calculó que estaban ya a unas tres horas de París, y Billy Sánchez continuaba impávido en el volante.
Deben ser como las diez.
Con todo Nena Daconte temía que él se durmiera conduciendo. Lo único que lamentaba en aquel momento era haber desperdiciado una noche entera sin amor.
-Ahora mismo estaba pensando que debe ser del carajo tirar en la nieve -dijo-.
Nena Daconte lo pensó en serio.
-Ya será mejor esperar hasta París -dijo Nena Daconte-. El pinchazo era casi invisible. Nena Daconte no le prestó atención sino que dirigió a su marido una sonrisa lívida.
Billy Sánchez lo llamó.
El médico no le dio la importancia que Billy Sánchez esperaba. Esperó despierto en la cama, siempre pensando en Nena Daconte, hasta que pudo comprobar que en realidad amanecía. No sabia dónde encontrar a Nena Daconte, pero en su mente estaba fija la imagen providencial del médico asiático, y estaba seguro de encontrarlo.
Aquella tarde, dolorido por el escarmiento, Billy Sánchez empezó a ser adulto. Decidió, como lo hubiera hecho Nena Daconte, acudir a su embajador. Billy Sánchez comprendió entonces que por ese camino tampoco llegaría hasta Nena Daconte, y agradeció la información con la misma amabilidad con que se la habían dado.
Era él, en efecto. Billy Sánchez entró en el pabellón, apartó a una de las enfermeras del grupo, y se paró frente al médico asiático, que estaba inclinado sobre el enfermo. Billy Sánchez se quedó perplejo.
Su retrato, encontrado en el bolso de Nena Daconte, estaba expuesto por todas partes.
Los padres de Nena Daconte habían llegado el sábado al mediodía, y velaron el cadáver en la capilla del hospital esperando hasta
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