Origen De La Oratoria
Enviado por razon • 6 de Septiembre de 2012 • 2.639 Palabras (11 Páginas) • 1.329 Visitas
RATORIA EN ROMA: CICERÓN
El bagaje de discursos de que disponemos como testimonio directo de la elocuencia romana es muy escaso. Afortunadamente contamos con el caso excepcional de Cicerón. Cicerón es la oratoria romana. Sin él no sólo nos faltaría el material de sus discursos, sino también la doctrina básica, los fundamentos teóricos de la elocuencia y la mayor parte de las noticias sobre los oradores que le precedieron.
1.- LA ORATORIA ANTES DE CICERÓN.
A) Los primeros oradores.
La oratoria romana anterior al siglo II a. de C. nos es prácticamente desconocida. Cicerón reseña unos nombres de personajes, entre los cuales destaca Apio Claudio el Ciego, político, militar, gramático y poeta.
Entre los siglos III y II a. de C. vivieron los primeros oradores de los que nos queda algún testimonio de discursos realmente pronunciados. Se trata de discursos pertenecientes al género de las laudationes funebres, discursos que solían pronunciar en los funerales las personas más allegadas al difunto. Cicerón dice de ellos que falseaban la historia, acumulando sobre el difunto honores inexistentes o inmerecidos. Entre estos oradores destacan Quinto Fabio Máximo, Quinto Cecilio Metelo y Lucio Emilio Paulo.
B) La oratoria en el siglo II a. de C.
En el siglo II a. de C. se acrecientan los contactos romanos con Grecia, que se convertirá en provincia romana en el 146 a. de C. En la primera mitad del siglo II a. de C. se produce una avalancha de intelectuales griegos sobre Roma. Gracias a la influencia de estos intelectuales se consolidó la oratoria romana.
Paradójicamente la oratoria romana de este siglo tiene sus principales representantes en dos figuras diametralmente opuestas en mentalidad y formación: Catón y Escipión Emiliano.
Marco Porcio Catón, nacionalista a ultranza y enemigo de todo lo griego, representa la «conciencia moral» de la sociedad de su tiempo. El eje de su oratoria es precisamente esa preocupación moral: fustiga constantemente la corrupción de las costumbres, el lujo de las mujeres, los despilfarros de los banquetes, la corrupción administrativa. Define al orador como ‘vir bonus dicendi peritus’. Se preocupa más del contenido que de la forma, aunque conoce las normas retóricas y las utiliza cuando lo cree conveniente.
Escipión Emiliano y su círculo representan la impregnación de la cultura romana por la griega. Profesan igualmente una moral elevada, inspirada por un humanismo de raíz filosófica. La oratoria de Escipión es fina, elegante, señorial, destacando, entre los fragmentos conservados, los de tono moralizante.
Íntimo amigo de Escipión fue Gayo Lelio, al que Cicerón considera superior en elocuencia a Escipión. Contemporáneo de ellos es Sulpicio Galba, el mejor orador de su tiempo, según Cicerón. Gran orador fue también Metelo Macedónico, uno de cuyos discursos fue leído públicamente por Augusto más de un siglo después para apoyar su ley sobre la obligación de casarse y tener hijos.
Más jóvenes son los hermanos Tiberio y Gayo Graco, oradores vibrantes, de formación griega. Famosos fueron los discursos de ambos en defensa de reformas sociales y de los derechos del pueblo.
De finales del siglo son Marco Antonio y Licinio Craso. M. Antonio estudió en Atenas y en Rodas; en sus discursos buscaba ante todo emocionar y conmover. Licinio Craso sabía utilizar, según los casos, la gravedad y el patetismo o la ironía y la chanza.
2. CICERÓN Y SU ENTORNO.
Los problemas sociales y políticos, surgidos en tiempos de los Graco, van a acentuarse progresivamente en el siglo I a. de C., hasta culminar con la desaparición de la república. Estos problemas, con el enfrentamiento de los partidos y el papel cada vez más preponderante del pueblo, determinaron un fuerte desarrollo de la elocuencia. Por otro lado, el desarrollo de la poesía y el progreso de la retórica hacen brotar en el campo de la elocuencia la consideración de que un discurso es una obra de arte y merece ser escrito con sujeción a las reglas del género y publicado como cualquier obra literaria. Las tendencias artísticas de la oratoria son fundamentalmente dos: la escuela asiática, que gusta de períodos largos, grandilocuentes, la expresión muy adornada, con gran cuidado del ritmo oratorio; y la escuela ática, que se distingue por la desnudez de la expresión, por el desprecio del ornamento y de todo patetismo.
Quinto Hortensio, máxima estrella del foro romano hasta que fue eclipsado por Cicerón, es el mayor representante del asianismo.
Cicerón (106-43 a. de C.) aúna lo mejor del asianismo y del aticismo. Su genio oratorio forma él solo una escuela. Su expresión es ornamental o desnuda, ajustándose a lo que exijan las circunstancias.
Cicerón nació en Arpino, de una familia de clase media. Recibió su formación en Roma y la completó en Grecia. Vive en el medio siglo final de la república, época de grandes convulsiones internas: guerra civil entre Mario y Sila, rebelión de Espartaco, guerra contra los piratas, conjuración de Catilina, guerra civil entre César y Pompeyo... Todos estos sucesos los vive de cerca, interviniendo decisivamente en algunos de ellos. En la guerra civil estuvo del lado de Pompeyo. César, vencedor, lo perdonó generosamente; pero él se retiró a la vida privada para dedicar sus últimos años a la redacción de su obra filosófica. A la muerte de César, Cicerón retorna a la política, pronunciando sus Filípicas contra Marco Antonio, que había recogido la herencia de César. Esto le costó la vida a manos de los sicarios de aquél.
A) La obra oratoria de Cicerón.
A1) Discursos.
Pueden dividirse en judiciales, pronunciados ante un tribunal como abogado defensor o acusador, y políticos, pronunciados en el Senado o en el Foro. Entre los primeros destacan:
- In C. Verrem (70 a. de C.): los sicilianos encargan a Cicerón la acusación de concusión y extorsión contra su exgobernador, Gayo Verres. Las Verrinas lanzaron definitivamente a Cicerón hacia la fama.
- Pro Caelio (56 a. de C.), en defensa de su joven amigo Celio, acusado de querer envenenar a Clodia, hermana de Clodio, mortal enemigo de Cicerón.
- Pro Milone (52 a. de C.), en defensa de Milón, que había dado muerte a Clodio en un encuentro entre bandas rivales.
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