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PRÁCTICAS MÁGICAS EN LA NOVELA LA BRUJA DE LAS MINAS DE GREGORIO SÁNCHEZ GÓMEZ


Enviado por   •  20 de Octubre de 2019  •  Informe  •  2.914 Palabras (12 Páginas)  •  572 Visitas

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PRÁCTICAS MÁGICAS EN LA NOVELA LA BRUJA DE LAS MINAS DE GREGORIO SÁNCHEZ GÓMEZ .

Vania Lasso

Gregorio Sánchez Gómez condensó en su novela La bruja de las minas (1938) un acertado reflejo del reflejo de las relaciones existentes entre los blancos, negros y mulatos en la época de explotación de minas en la región de Marmato. Inicialmente fue un territorio perteneciente como unidad político administrativa a la gobernación de Popayán y más adelante en 1870 figura como una sección del distrito de San Juan de Marmato, perteneciente a la jurisdicción del Estado Soberano del Cauca, en 1892 se convierte en cabecera municipal y desde 1905 se convierte en uno de los municipios del recién creado Departamento del Cauca, actualmente es parte de la división político administrativa del Departamento de Caldas. Sus pobladores originarios fueron los indios Cartama, quienes en su época empleaban una piedra de color amarillo, rica en hierro, denominada marmaja que procesaban como piedras de moler, sin embargo a partir del siglo XVII llegaron los primeros esclavos acompañados por sus amos, lo cual explica las diversas razas representadas en los personajes de la obra: En Marmato la vida era entonces muy activa, no tanto como lo fue después, y sus habitantes, aunque de condición heterogénea, tenían costumbres bastante libres y curiosas. Hijas de las circunstancias, por otra parte. Los nativos del lugar eran contados; en su mayoría, los pobladores procedían de todas partes del país, y permanecían como de paso. Cualquier día se marchaban. (p.36). Gran parte de la población era de color. Pero como todo centro minero del trópico, aquel era también crisol de razas, horno donde se mezclaban y fundían diversos tipos humanos. El blanco y el negro puros se barajaban allí, en el azar de la vida, con el mulato, el mestizo y el zambo, y con el cuarterón vigoroso. También había ejemplares indios, sin cruzamiento. (p.41). Es precisamente gracias a esa mezcla de culturas que el tránsito por cada uno de sus capítulos obsequia una recompensa, como si el relato mismo no fuera suficiente; Sánchez ofrece un registro detallado de los contextos sociales, económicos e institucionales de la región, es posible identificar particularidades en el lenguaje, la cultura y costumbres de sus habitantes, y sobre todo, establecer un vínculo de afecto y reflexión entorno a las condiciones y

situaciones de los mineros en el momento histórico específico de la obra, además de descubrir cómo a lo largo del proyecto de nación, las comunidades han debido enfrentar y adaptar sus prácticas culturales a las nuevas realidades que se le proponen, lo que finalmente es el fundamento de la sociedad como la conocemos. Esa adaptación es representada por Aspasia, quien es quizá el personaje que más ha debido afrontar situaciones adversas lo que genera en ella un sentimiento de vacío al haber perdido a su familia. Ese vacío es traducido finalmente en rencor que junto con los saberes que posee, terminan siendo el elemento que construyen los modos de conducta del personaje y entorno al cual hay un hálito de temor, aunque a ella se recurra para encontrar solución a conflictos de cualquier orden, ¡La bruja! –repiten las mujeres con cierto temor-; ¡la bruja Aspasia!2 Las prácticas mágicas en la novela se da en comunidades diferentes, una de ellas corresponde a la de los gitanos, población tradicionalmente nómada, y la otra a la de Marmato, donde Aspasia y Cayetano son los personajes que la representan. La práctica de brujería, yerbatería, la adivinación, etc., son sistemas culturales a partir de los cuales las comunidades no sólo establecen una interpretación del mundo que les rodea, sino que construyen nexos entre los individuos y los contextos. Estas prácticas nacen ante la necesidad de establecer interpretaciones en contextos particulares donde otros saberes son improductivos ya sea por su ineficacia o por razones que están más ligados a las creencias colectivas. Popularmente se agrupa bajo el nombre de brujería una variada gama de prácticas de carácter mágico, con características particulares que la diferencian de otras prácticas. Para ello existen numerosas expresiones que intentan definir y diferenciar las características existentes entre las diversas gamas. Esta diversidad en la praxis y en los vocablos para mencionarlas propia de los saberes españoles de los siglos XVI, XVII y XVIII fueron demonizadas ya que iban en contra del proyecto evangelizador instalado sobre el territorio. Algunos de los términos fueron hechiceros, brujas, adivinos, chamanes, yerbateros, zahories3, curanderos, embaucadores…, todos estos actos eran calificados como como delito, y más adelante una práctica perseguida para establecer control social y lograr una homogeneización cultural y religiosa a fuerza de cualquier mecanismo de oposición por los saberes ya establecidos,

2 (p. 66). 3 Persona a quien se le atribuye la facultad de ver lo que está oculto, aún bajo la tierra.

Echando el asunto a broma, Barrera interviene, irónico. —Todo esto no es más que concurrencia profesional. Los esculapios, como los curiales, tienen que defenderse. Es la ley de la vida, claro. Pero hay que convenir también, doctor Eusse, en que ustedes, los médicos, son todos iguales; se parecen como la gota de agua a la que le sigue. Ante cualquier nuevo competidor, ya está sabido lo que piensan: si mata, lo dejan en paz; si cura, es un peligro y lo persiguen. Una estruendosa carcajada llena la sala. (p.104, 105). No obstante en La bruja de las minas, las representaciones de prácticas mágicas, de Aspasia y los gitanos, tienen una estancia relativamente tranquila en Marmato, puesto que es sólo ante la desaparición de Mary, que es emprendida una persecución a éstos personajes. Sin embargo, Cayetano no cuenta con la misma suerte, ya que en ocasiones ha sido aprendido sin que los blancos logren ejercer ningún control sobre sus prácticas, puesto que las creencias de las personas humildes del pueblo reclaman sus saberes: —Es simple cuestión de policía —replica Zacarías Eusse—. Yo no sé qué está haciendo Pioquinto que no mete en el brete a esos charlatanes. Porque, repito, aquí no se podrá recetar seriamente mientras estén libres y huellos el matasanos Cayetano y la loca Aspasia. —No me vale nada —asegura Gutiérrez—. Al curandero lo he tenido tres veces en la guandoca, y allá iba la gente a solicitarlo. No se le podía dejar a la sombra a perpetuidad. Pero se dice que ya no le hacen caso. (p. 104). Por otro lado, la existencia de Aspasia es conocida por toda la comunidad, mientras que los negros depositaban su confianza en ella para la cura de enfermedades y la solución de problemas personales, —Eto pa’ qué. Blanco no recetan sino

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