Pedagogía para mal educados
Enviado por andrelsa • 13 de Febrero de 2020 • Reseña • 981 Palabras (4 Páginas) • 286 Visitas
RECENSIÓN DEL LIBRO.
Pedagogía para mal educados. Enrique Martínez Reguera.
Este libro relata la situación de los jóvenes marginados, a modo de crítica hacia las instituciones y los profesionales, el autor refleja las consecuencias que repercuten a los chicos debido a los grandes cambios que está atravesando nuestra sociedad. Además, ofrece unas pautas para poder intervenir correctamente con estos jóvenes.
Enrique señala durante el libro que el título de este no alude a los niños. Desde que nacemos, percibimos e imitamos lo que vemos de los mayores, los muchachos no tienen la culpa de estar educados mal, la culpa es de quien los guía y debe inculcarles esa educación, no solo el núcleo familiar, sino también las ayudas profesionales (instituciones, educadores, docentes, asistentes sociales, etc.) que reciben, que solo imponen normas que deben cumplir y los clasifican con adjetivos perjudiciales para estos, los etiquetan, dejando claro así, quien es el profesional y quien es el chico con el que hay que trabajar, olvidándose de algo importante que tienen en común, son personas, una con más necesidades que otra y por ello debemos estar ahí para cubrirlas teniendo en cuenta de que no se trata de dar lo que tu necesites o desees dar, sino lo que el otro necesita o desea de ti.
El autor cuenta que algunas ONG ´s ofrecen cursos subvencionados para personas con dificultades sociales, incluso les buscan trabajos después, eso sí, son trabajos que les someten a explotación, estas ONG ‘s se quedan con parte de sueldo por el trabajo que realizan de mediación y además controlan las cartillas de los chicos para que no “malgasten” el dinero, carecen de autonomía en lo que es suyo.
Con este ejemplo de muchos otros, Enrique nos muestra que no debemos depositar gran confianza en las ayudas profesionales ni asistenciales, porque no entienden las diferentes situaciones.
También se le suma que gran parte de los profesionales no están cualificados, su único interés es el dinero y no se preocupan por cubrir las necesidades de los muchachos ni las respetan, son los niños los que tienen que adaptarse a sus medidas.
Cuando apareció La Obra Tutelar de Menores comenzó con buen pie, pero eso no bastaba, con el tiempo fueron perdiendo las buenas intenciones del principio. De nuevo tenía más peso el interés propio que los chicos (disociación entre protectores y protegidos). Debido a la aglomeración de niños necesitados de tutela hubo un enfrentamiento contra el sistema disociador e improvisaron pequeños hogares para reducir la masificación. Aun así, no eran del todo hogares, se basaban en una pedagogía no equiparable y seguía existiendo una mentalidad institucional.
Este sistema disociador provoca desarreglos personales en los muchachos que a su vez derivan a conductas antisociales, el sistema los descuida, desvaloriza y castiga y quienes reciben una crianza así se desorienta, temen a seguir creciendo y quedan atrapados en un círculo vicioso de frustración y búsqueda de satisfacciones. Por ello, requieren de relaciones muy personales y abundante sociabilidad, personas que les acepten, respeten y les ofrezcan modelos y estructuras de aceptación.
Como educadores debemos tener claro que trabajamos con personas y tenemos que atenderles como tal, debemos tomar partido por él, apostar por él, acompañarle, implicarse, comprometerse y arriesgarse con él. Si queremos ayudarles debemos saber que lo principal y más importante son los propios niños, es decir, hacerles protagonistas de su aprendizaje, porque no podemos ayudar a nadie sin su protagonismo y consentimiento. También es importante intervenir de forma individualizada adaptándonos a las necesidades específicas de esa persona. Debemos enriquecer el contexto en el que vive el niño en vez de retirarlo de él.
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