Perros De Nadie
Enviado por balutanguera • 4 de Julio de 2014 • 1.319 Palabras (6 Páginas) • 1.663 Visitas
PERROS DE NADIE DE ESTEBAN VALENTINO
La novela relata la historia de estos dos jóvenes: Bardo y Nueve, habitantes de una villa y un barrio periférico, historia en la que se entrecruzan los códigos, la marginalidad, la violencia y, también, el amor. El conflicto se desencadena cuando una noche Nueve y su banda incursionan en un territorio ajeno: la villa. Allí arremeten contra Elizabeth, un travesti, de día el carpintero Hugo, y además de arrebatarle unos pocos pesos, le dan un puntazo y lo dejan mal herido. Nueve observa todo esto desde un costado y de ahí en más, comienzan sus ‘decisiones y rompimientos’. La estructura de la novela se vincula con este robo inicial. La obra está compuesta por nueve capítulos y podemos dividirla en dos ‘partes’ relacionadas con su argumento. La primera hace eje en el robo a Elizabeth y la venganza posterior de Bardo a la banda de Nueve; mientras que en la segunda parte, a partir del capítulo seis, ha transcurrido un lapso de tiempo: “Ahora, dos años más tarde, estaban él y Eleazar tomando mate en la cocina (…)” . Comienzan aquí las “decisiones y rompimientos”. Para Nueve, la decisión del amor y la paternidad y, por ende, quebrar con su ‘otra’ vida de banda y arrebatos; para Bardo, la decisión de “dar vuelta la tortilla” y robar la Casa Grande para repartir lo que allí encuentre entre los suyos. Esta decisión se verá entorpecida por la traición de Muchomeo, quien de alguna manera, decidirá el destino final de Bardo.
En cuanto a los personajes, podemos distinguir una clara división entre éstos y su lugar de pertenencia. El hilo narrativo hará que se entrecrucen y las diferencias comiencen a borrarse. Nos referimos a Bardo, un adolescente que transita una vida entre jóvenes delincuentes y decisiones heroicas, y a Hugo, el carpintero travesti quien todas las noches busca “abrir una puerta”, la del amor verdadero con otro hombre. Ambos personajes circulan a través del territorio limitado de la villa. En tanto que Nueve, el joven que ‘rompe’ con su grupo y decide estar bajo el ala de su maestro: Eleazar, se sitúa en otro lugar: el barrio de La Fábrica. Eleazar acompaña y cuida de Nueve entre mates, salamines y ritos africanos, usados en principio para “que una morocha vecina suya le diera bolilla”, hasta que descubre otras utilidades de estas prácticas: el arreglo de autos inservibles. Nos interesa destacar que en el hilo discursivo de la novela, la narración adquiere una importancia fundamental. En particular, los microrelatos que le cuenta Eleazar a su discípulo Nueve en el taller mecánico entre autos desvencijados y ritos africanos. La presentación de este personaje se inicia entremezclándose con la la voz del narrador y de Eleazar para darle vida a la heroica resistencia de la Fortaleza Masada, en la que la libertad fue más que la esclavitud y la muerte. Por parte de su padre, Eleazar recrea también la historia del anarquista Soto en la que la libertad fue otro denominador común. El testigo y escucha de estos relatos es Nueve. Creemos que estas historias dentro de otra ficción que es la novela, suponen ‘puentes’, conectores que detienen el tiempo de la acción narrativa para introducir al lector en otro universo ficcional: el de los microrelatos contados por Eleazar. Por ejemplo, antes de su muerte Eleazar narra la historia de Konstantin Kolsak, jugador y entrenador de fútbol de Kiev, quien no sólo desoyó las órdenes de un general alemán durante el Tercer Reich, sino que también les dejó a sus discípulos todo lo que sabía. No solamente los microrelatos le dejan a Nueve una enseñanza a la manera de los ejemplos medievales del conde Lucanor, sino que nos permiten repensar la historia y anticipar los hechos por venir. Son un anclaje narrativo funcional a la historia que se cuenta.
En relación con el tiempo del relato, consideramos que el narrador sigue una línea cronológica. El tiempo avanza y el espacio cambia: de la Villa, lugar de Bardo, al barrio de La Fábrica
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