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.Plato típico de la ciudad de Potosi (Bolivia) Papas rellenas con carne o rellenos de papas


Enviado por   •  29 de Marzo de 2016  •  Informe  •  1.626 Palabras (7 Páginas)  •  851 Visitas

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Comidas tipicas de Bolivia

Plato típico de la ciudad de Potosi (Bolivia) Papas rellenas con carne o rellenos de papas

En el altiplano potosino se produce papa, oca, quinua, cebada y amaranto, se crian alpacas, vicuñas, llamas, ganado ovino y caprino, también se cultiva maíz, trigo, hortalizas.

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Receta Rellenos de papa. LA COCINA DE MARTHA - PAPA Y PLATANOS RELLENOS

Cochabamba plato silpancho...arroz carne verduras y huevo.

[pic 2]

http://www.embajadabolivia.ec/cultura/cochabamba/comidas.html

Fiestas Tradicionales

Fiesta de Urkupiña

Una pequeña niña pastoreaba sus ovejas en el cerro Cota cerca de Quillacollo, cuando se le apareció una mujer muy atrayente con un niño en brazos. La niña conversó con ella y quedaron de encontrarse al día siguiente. Esto sucedió durante varios días, por lo que ella decidió contárselo a sus padres. No convencidos, sus padres y otras personas del pueblo la acompañaron al cerro para comprobar lo que ella decía. A medida que se acercaban, ya se podía ver a la mujer que esperaba con el niño en brazos. Al verla la niña gritaba uruk piña, uruk piña (en quechua “ya está en el cerro”), pero al llegar a la cima donde se encontrarían la mujer, esta había desaparecido dejando su imagen marcada en la roca.

Esta es la historia, que data desde el siglo XVIII, y que da origen a la Fiesta de la Virgen de Urkupiña que se celebra cada 15 de agosto, donde participaban fundamentalmente campesinos con grandes tropas de bailes, tinkus, bandas, sikuriadas, tarqueadas, diabladas y tantos más.

Actualmente la fiesta es un fenómeno que abarca muchos más aspectos además de la propia celebración. Varios días antes del 15 de agosto ya se nota la presencia de la fiesta en las calles de Quillacollo (a 15 Km de Cochabamba, Bolivia). El comercio, que es una de las expresiones más palpables de la fiesta, empieza a hervir en las calles, los vendedores ambulantes y callejeros ofrecen infinitos tipos de comidas, vestuarios, artesanías y prácticamente todo lo que uno se pueda imaginar, desde cuyes asados hasta televisores, conformando la otra cara de la fiesta, la bulla, el ruido, el regateo, los olores, los petardos y la multitud que se amontona en un lento y congestionado fluir que se derrama por todos los espacios del pueblo.

La fiesta en si dura cuatro días. El primer día es la “Entrada Autóctona”, y consiste en el desfile de las tropas y fraternidades de bailes indígenas o más tradicionales, que insatisfechos por la gran cantidad de grupos foráneos que se presentaban en la fiesta, quisieron un día para ofrendar a la Virgen de Urkupiña con su música y bailes típicos de distintas zonas de Bolivia. En este primer día de fiesta, lleno de colorido, baile y devoción. ondea por sobretodo la multicolor bandera del Tiwantinsuyo.

       
El segundo y el tercer día son las entradas del resto de la fraternidades, y desde temprano en la mañana comienza el baile, que se prolonga por varios kilómetros en un circuito al interior del pueblo, hasta llegar al Templo de San Ildefonso, donde cada grupo saluda a la Virgen y es bendecido por ella. A lo largo del trayecto el público ovaciona a los bailarines, ya sea desde las graderías instaladas en las aceras o desde la misma calle, ya que en cada acera hay grupos de compadres y mamitas riendo al son de la fiesta, bailando y bebiendo cerveza, dejándose llevar por el alcohol, por la música y por la virgen, deleitándose con el festival de colores y ofreciéndoles a los bailarines un vaso de chicha para reponer las fuerzas y poder continuar.

  
El cuarto día es completamente diferente, se inicia a la medianoche del tercer día, cuando miles de devotos de la virgen inician la peregrinación desde Cochabamba hasta el cerro Cota, a 18 kilómetros de distancia. Antes de que se asomen los primeros rayos de sol se realiza la misa de gallos en el Templo de San Ildefonso, en la que una inmensidad de velas iluminan la iglesia y la plaza de Quillacollo mientras el cielo pacientemente comienza a clarear. Desde el pueblo hasta el cerro, en los últimos tres kilómetros, no queda ni un metro sin puestos callejeros, entre los que destacan los que ofrecen desayuno a los peregrinos y los que venden alacitas, miniaturas que se compran para representar lo que se le quiere pedir a la virgen, ya sea una casa, un bebé, un auto, un título universitario, un novio o un pasaje de avión.

Ya en el cerro están las minas, que son lugares de los que extraen rocas a golpe de martillo, roca que después de bendecida y challada por sahumadoras que las rocían con cerveza, alcohol y plegarias (en castellano y quechua), pasa a representar los favores materiales pedidos a la virgen, por lo que el tamaño de la roca extraída representa el tamaño del favor o la cantidad de dinero que se ha pedido, entonces cada devoto debe llevarse la roca a su casa. Al año siguiente la roca debe ser devuelta, se debe traer al cerro y ser entregada a la virgen, cumpliendo así con la promesa de devolver el favor pedido el año anterior. Al momento de devolver las piedras se reinicia el ciclo, se entregan las antiguas y se toman nuevas, rogando otra vez por favores a la virgen.

Así concluye la fiesta de la virgen de Urkupiña, después de cuatro días de fervor y devoción popular, después de cuatro días en que se mezclan, se sobreponen y se funden los más antiguos rituales andinos con la tradición católica, después de cuatro días, y de cinco siglos, en los que la pachamama ha sido la virgencita, y la virgencita ha sido la pachamama.

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