Por Que Juanito No Se Ha Titulado
Enviado por Danmayadi • 21 de Noviembre de 2014 • 9.891 Palabras (40 Páginas) • 299 Visitas
Prefacio.
Uno de los motivos que me impulsó a escribir el presente libro es principalmente, materializar un sueño y una ilusión en una obra como esta. Por otro lado, me inspiró lo que fue mi condición de joven estudiante en su momento, así como una reflexión de mi vida como padre de familia y mi actual cercanía como profesor con los estudiantes de la universidad.
Me preocupa el cómo preparar a mis hijos para que desarrollen una personalidad propia y única en un mundo donde nos absorbe.
Lic. Ulices Hermelindo Silva Guevara
Antecedentes.
El nombre Juan es un nombre propio, único, autentico y digno de llevarse, Juan que en griego es “Joannes” y en hebreo es Yoahan significa “Dios ha hecho gracia” . No se sabe con certeza, si fue por el significado mismo del nombre, o debido a la relación que tuvo con las divinidades (Dios y la Virgen), o por ambas cosas, si el nombre Juan se popularizó y extendió tanto que se convirtió en un nombre famoso y a la vez común. Lo encontramos en todas partes, ya sea el nombre solo o compuesto por otro: Juan José, Juan Antonio, Juan Ignacio, Juana Guadalupe, etc.
Este apellido Pérez, se extendió rápidamente por toda la península, teniendo sus mayores asentamientos en Asturias, Castilla y Andalucía, estableciéndose también en el continente americano donde se le encuentra desde los primeros tiempos de su descubrimiento y conquista. Durante siglos, los Pérez estuvieron presentes en todas las instituciones nobiliarias españolas, unas veces en solicitud de probar su limpieza de sangre y otras, litigando con diversas familias del mismo apellido en defensa de cada una de aquellas que entendían sus derechos sobre la otra. Por alguna razón que desconozco, en algún momento de la historia de México, se le comenzó a dar uso al nombre de “Juan Pérez” para referirse a cualquier persona, supongo que para establecer un ejemplo individual pero incierto; indeterminado, pero paradójicamente determinable.
Como resultado de lo antes explicado en mi presente obra, al hablar de “Juan o Juana Pérez”, me refiero a personas o estudiantes que pueden ser cualquiera, dándole sólo uso convencional.
¿Por qué Juanito no se ha titulado?
Te da la impresión de que tu papá ha llevado una detallada contabilidad de lo que ha costado tu educación desde primaria y ahora tu educación profesional. A tu papá lo imaginas presumiendo de otra manera: menos apasionado, con más seguridad, centrando en ti todas las cualidades de él y de su familia: “es como yo de responsable- dice – como mi papá de inteligente, como mi madre de seria, como mi hermano de trabajador y como mi hermana cuando mira las cosas así…. Ahhhh y de mi abuelo sacó lo emprendedor y triunfador. Y para rematar, le da gracias a Dios de que no heredaste lo de la familia de tu madre: lo conchudo del cuñado, lo metiche de la cuñada, lo torpe del suegro y lo imprudente de la suegra.
Das media vuelta y ¡te das cuenta que es tu madre quien te habla! Que no estás en la escuela ni en el salón de clases, y te dice: “si ya no vas a estudiar, mejor duerme por que mañana tienes examen”. Agradeces que te haya despertado pero le explicas que lo importante que es seguir estudiando. Te frotas los ojos, bostezas estirando los brazos y las piernas hacia adelante para relajar los músculos, tomas las copias de los apuntes de tu compañera que no falta a clases; tus apuntes que parecen burlarse y finalmente el libro grueso que quien sabe Dios para que fue escrito y te dedicas a repetir los conceptos que posiblemente mañana te va a preguntar el “odioso de tu maestro”
Días después de haber realizado el examen, al saber la noticia de que la mayoría lo reprobó te sientes “mejor”. Tu consuelo se basa en que la desgracia de los demás no te hace el único desafortunado, ni el único “mal estudiante”. Ahora puedes culpar de todos tus males al maestro, argumentando que sus enseñanzas no tienen la eficacia debida en la mayoría de los alumnos. Puedes afirmar que tu mala calificación se debe a la ineficiencia y mala calidad de enseñanza de tu profesor. Por fin existe a quién echarle la culpa de todo aquello que te sale mal en la escuela.
De regreso a casa vas meditando respecto de tu persona y te preguntas cómo diablos fue que llegaste a parar a esa escuela. Lo único que te “interesa” es llegar al lugar donde no deseas llegar, pero tienes que, por que es el único sitio en el que te esperan, según tú, más por la fuerza de la costumbre que por ser parte de éste: tu casa. Al mirar la escuela te das cuenta que después de todo no es tan fastidiosa como parece: hay buenos amigos en ella con quién te reúnes confiándoles todas esas intimidades y problemas que ni en sueños le platicarías a los de tu familia. La escuela se convierte así, en una especie de segundo hogar en donde lo único que se lamenta es la responsabilidad de estudiar. Según tú, lo mejor es que no existen reglas como en la casa donde vives, las reglas de la escuela se pueden amoldar de tal forma que con irlas sobrellevando, no tienen por qué causarte algún problema.
Recuerdas muy bien a Juan Pérez Bobo, tu compañero que siempre anda con una sonrisa idiota. Aquella vez cuando le dieron su examen con sólo dos aciertos de diez; llevó su mano derecha a la frente mientras con la izquierda mantenía la prueba frente a la vista. No dijo nada, sólo conservaba una risa muda y estúpida como si hubiese recibido una buena noticia. Se fue a su lugar, allá, a la parte del salón donde cree que puede pasar desapercibido conservando esa expresión boba. Sin embargo, percibes en él algo que tú no tienes todavía: deseos de triunfar. Pero irónicamente ese compañero va a seguir intentándolo una y otra vez, porque está convencido que algún día, quien sabe cómo, va a terminar su carrera. Él quiere salir y lo intentará cuantas veces sea necesario.
Luego piensas en tu compañera Juanita Pérez Cumplido. Es aquella que no falta a clases. Fue ella quien te prestó sus apuntes bien ordenados, claros, escritos clase tras clase, para que los fotocopiaras. Siempre cumple con sus tareas e investigaciones. Es verdad, siendo honestos, a ti te gustaría tener algo de ella: su disciplina, su responsabilidad, su forma de percibir y memorizar las clases y muchas otras cosas… pero no todo. Pues descubriste que, al igual que muchos compañeros y que tú, se siente sola…sí, muy sola; y lo que una vez te dejó frío, fue que en alguna ocasión llegó a comentar que le hubiera gustado mejor estudiar otra carrera, pero que por la fuerza de los deseos de sus padres se encontraba allí.
Luego te acuerdas del compañero que se sienta a la mitad de la fila, pegado a la ventana o al muro del pasillo. Siempre está callado y molesto con
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