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Recorrido del término paraíso a través de la literatura


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2022  •  Resumen  •  2.958 Palabras (12 Páginas)  •  145 Visitas

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Recorrido del término paraíso a través de la literatura

En el presente texto se abordará el significado de la palabra “Paraíso” a través del escritor Jean Delumeau y su obra “Historia del paraíso”, capitulo uno: “La amalgama de las tradiciones: de Moisés y Homero a Santo Tomás de Aquino”[1]. En esta propuesta el autor expone las ideologías de occidente sobre el paraíso entre los siglos XIV al XVIII.

A través del recorrido cronológico que realiza el autor, se podría inferir que los primeros esbozos de la palabra paraíso se pueden apreciar en la biblia, libro del Genesis, que relata de manera física la belleza de una tierra deseñada por Dios mismo, el “Jardín del Edén” se describe como un lugar lleno de  árboles hermosos, en cuyo centro contiene el árbol de la vida y un rio que irrigaba el mismo, dividiéndose en cuatro brazos (Pisón, Guijón, Tigris y Éufrates); este jardín es entregado al hombre para que lo cultivase y lo guardase. Más adelante, en el libro de Isaías se confirma su existencia y belleza, agregándole detalles espirituales como el gozo, la alegría, alabanza y los canticos angelicales; asimismo el libro de Ezequiel le agrega más detalles físicos al jardín del edén y afirma que este se encuentra rodeado por un muro de piedras preciosas, el libro del Apocalipsis de San Juan aporta otros elementos físicos y espirituales como: la luz suave, primavera perpetua, perfumes y música celestial, que dan ese ambiente de paradisiaco; de modo idéntico estos libros bíblicos coinciden en que la ubicación del paraíso se encuentra en algún lugar lejano de las tierras de occidente, posiblemente sobre la cima de una montaña[2].

Similarmente, otras civilizaciones del antiguo Oriente hablan de un paraíso que contiene detalles similares al jardín del edén, como es el caso del mito de Enki (Sumeria), que lo describe como tranquilo, sin enfermedad o conflicto; el agua es portadora de la vida del mismo; por otra parte la epopeya de Gilgamesh (Mesopotamia) coincide en que el paraíso se encuentra en una montaña alta, bastamente irrigada por ríos y una planta de la vida; también se encuentra analogías con el vergel bíblico y el jardín de Jima (Persia), donde se también se posesiona el mismo sobre una montaña, donde crecen arboles mágicos, especialmente el árbol de la vida y un agua que esparcía vida por todo el jardín.[3] 

Son varias las coincidencias que se pueden encontrar el paraíso bíblico y los de otras culturas occidentales, pero a sí mismo se pueden encontrar algunas diferencias como lo son la presencia del árbol del conocimiento y los primeros hombres que los habitaron, ya que Enki, Gilgamesh y Jima tenían propósitos muy distintos a los de Adán.

Analógicamente, el autor hace una comparación entre el Jardín del Edén con la edad de oro, los campos elíseos y las islas afortunadas; puesto que planeta que Platón[4], Hesíodo[5], Homero[6], Virgilio[7] y Ovidio[8] coinciden en su descripción del paraíso con el bíblico, tanto aspectos inmateriales, como lo son la tranquilidad, paz y apacibilidad de este, la alegría, la ausencia de sufrimiento, sin maldad, ni miedo; también concuerdan en aspectos materiales como la abundancia de follaje, frutos y alimentos, animales, abundancia de agua e inclusive riquezas. Aunque en otro sentido difieren en la ausencia de autoridad y castigos, ya que para estos autores los hombres son completamente buenos y libres; también tiene un concepto distinto de la ubicación del paraíso, ya que lo sitúan más bien en un lugar lejano pero insular como es el caso de las islas afortunadas, o en el mismo infierno en el caso de los campos elíseos.

Sin embargo, en contraposición a los pensamientos de los recién mencionados autores, Jean Delumeau expresa que los primeros escritores cristianos rechazaron los mitos de la edad de oro y las islas afortunadas, pero que a partir del siglo II se empiezan a cristianizar; un ejemplo de ello es el pensamiento de San Agustín Mártir[9], quien manifiesta que Homero en la odisea imita la concepción del “paraíso terrenal de Moisés”, combinándolo con la ficción para representar un vergel siempre florido y repleto de frutos. Posteriormente, Tertuliano[10] y San Clemente de Alejandría[11] concuerdan en que las escrituras de la biblia son mas antiguas que “la cultura pagana o Escuela griega”, por ende, no es de extrañar que su descripción de paraíso sea mas que concordante con el paraíso de Genesis; por su parte Lactancio[12] afirma que cuando los paganos hablan del “Reino de Júpiter”, lo que realmente hacían era rendir culto al Dios verdadero.  

Paralelamente, escritores como San Basilio el Grande[13], San Efrén Sirio[14], Víctor[15], Sidonio Apolinar[16],  Draconio[17], Milton[18], Isidoro de Sevilla[19] entre otros; mantienen la descripción del paraíso bíblico e incorporan detalles físicos y análogos a los descritos por los autores de la Edad de Oro, las Islas Afortunadas y los Campos Elíseos; e invitan a verlo como un espacio espiritual; asimismo escritores como Gautier de Metz, Rudolf D´Emis, Jacob van Maerlant, Juan Van Boendale[20],  combinaron de manera indisociable la cultura pagana y la Biblia, mientras que lamentan la pérdida del paraíso terrenal tras el pecado original de Adán y Eva. En el mismo orden de ideas Walter Raliegh[21] vuelve a al argumento de que los paganos alimentan sus poemas de la profanación de las cartas sagradas; justificando así la amalgama de las tradiciones pagana y cristiana.    

Posteriormente, escritores como Filón[22], Orígenes[23] y San Efrén[24], empiezan a evocar el paraíso como algo incorpóreo e invitan a verlo como una alegoría, ya que lo perciben como algo meramente espiritual; de igual forma el Dr. Capadocio Gregorio de Nisa[25], lo describe como la tierra prometida a los vivos, pero considera que no es un alimento corporal, ni de felicidad carnal; no obstante autores mantienen la creencia del paraíso terrenal como es el caso de San Teófilo de Antioquía[26], San Juan Damasceno[27] y San Hipólito[28], por su parte Teodoro de Mopsuestia afirma que Dios escogió para el hombre una región que embelleció y llamo “Paraíso”, de igual modo  San Irineo[29] y el obispo Epifanio[30], creen en un paraíso físico del cual Adán fue expulsado.  

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