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Reseña libro "De quien es la Responsabilidad"


Enviado por   •  7 de Abril de 2020  •  Reseña  •  2.244 Palabras (9 Páginas)  •  1.871 Visitas

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Reseña del libro

¿De quién es la RESPONSABILIDAD?

Crisis y reconstrucción del espacio social

Autora: María Antonieta Morales Loo

Hablar de responsabilidad en medio de una sociedad cargada de impunidad, corrupción y justificaciones mediáticas, nos hace pensar en grandes retos y desafíos en diferentes dimensiones de la sociedad dominicana. El libro de María A. Morales nos hace pensar en esos desafíos desde una mirada comparativa, abordando nodos temáticos primordiales como la política, los espacios democráticos, el mercado, el neoliberalismo y la sociedad.

En tres grandes capítulo analiza, según Fernando Álvarez,  los problemas contemporáneos y la agenda del nuevo milenio, para el desarrollo de las políticas públicas con el rostro humano que hoy exigimos a nuestros gobernantes Los tiempos que vivimos, están caracterizados por las sociedades de consumo y del conocimiento, impuestas por el neoliberalismo salvaje, en el que se deshumaniza la sociedad y se prioriza al mercado. Por esto la autora nos plantea desde la introducción que nuestra sociedad está marcada por los profundos y constantes cambios sociales que generan un clima de inconstancia social provocando con ello un sin número de inestabilidades sociales, políticas, intelectuales y otras. [pic 1]

Estos cambio parten según la autora de que se ha modificado la política y el rol de las instituciones tradicionales. Cambiaron los ideales que la motivaron; cambió el poder, la naturaleza de su ejercicio y el camino a través del cual se llega a él, sometiendo la democracia al mercado, al poder del dinero, de la manipulación y de la “inversión” en las grandes empresas de comunicación. De manera que al trastocarse una de sus piezas clave, la política, cambió la naturaleza del estado.

En medio de esta complejidad, nos dice la autora, se comienzan a redefinir diferentes términos y conceptos que requieren de grande reflexiones sociales, entre ellas reaparece el concepto de responsabilidad en el marco de un dilema provocado por la incapacidad de los estados para cubrir demandas de sociedades cada vez más complicadas e ininteligibles, en las que parece imposible satisfacer reclamos nuevos, incluso que hace difícil mantener su presencia en ámbitos considerados como incuestionablemente gubernamentales. En medio de las incertidumbres e inconstancia que provocan los cambios vertiginosos de la modernidad y el neoliberalismo deja de ser claro a quién o a qué instancia le corresponde hacerse cargo de qué, con qué y por qué. La responsabilidad se torna borrosa, va y viene, se diluye y se confunde.

En primer capítulo sobre las responsabilidades políticas la autora plantea que el agotamiento del modelo del estado de bienestar propicia una profunda reestructuración  de la relación entre economía y sociedad, lo cual remite a la discusión sobre la responsabilidad social, económica e incluso política y sobre la naturaleza del estado moderno. La llegada de la modernidad acarreó la idea de que el orden social se crea a sí mismo, en ese sentido, es obra de los mismos hombres, no de la voluntad divina; la sociedad es una creación social producto de la voluntad política. Y a esta creación el hombre impone la idea del mercado, que hace al “estado policía”, de funciones mínimas, dedicados a custodiar una economía de libre mercado incipiente y las libertades de una clase social que la hacía posible, a un estado que reclama participación directa en la tarea productiva, con funciones específicas a favor del desarrollo de las economías nacionales, que se concibe como condición para que el resto de la sociedad mejore.

Luego en el capítulo se hace un proceso evolutivo de las concepciones en el devenir histórico de estado y sociedad, haciendo algunos énfasis en el nivel de responsabilidades sociales y estatales asumidas en los diferentes hitos históricos de la humanidad y sus principales características.

En un segundo momento nos presenta las características y evolución del estado mexicano quien según la autora “desde la independencia hasta nuestros días está presente un carácter tardío y lento de la modernización de la sociedad que genera profundas contradicciones y una ficción política alarmante”. Desde este punto de partida nos hace un recorrido histórico critico por la historia política y de estado mexicano, con el objetivo de denotar las grandes deudas sociales, culturales y políticas acumuladas en cuanto a la responsabilidad política y social, concluyendo en que “el país requiere una nueva y vigorosa construcción de la ciudadanía y el estado para perfilar el futuro hacia nuevos paradigmas y formas de relación entre gobiernos, sociedad y mercados más capaces, reconociendo que el espacio público es esta nueva pluralidad política que trasciende lo gubernamental”.

Al hablar de democracia, Morales nos dice, que debe ser una forma de ejercicio colectivo del poder político, basada en un proceso libre de razonamiento entre iguales. En otras palabras, no sólo es un método de constitución de gobierno, sino también una práctica social, la participación activa de todos los actores en la formación de las decisiones. Este concepto entra contradicción con las concepciones neoliberales que fundamentan la democracia en la representatividad de los actores a partir de procesos electorales, muchas veces maltrechos y manipulados. Para consolidar esta democracia ampliada, según Morales, se requiere necesariamente del ensanchamiento de la esfera pública, permitiendo y apoyando la creación de bienes, servicios e instituciones que la sociedad civil y el tercer sector asumieron como una manera de atribuirse responsabilidades compartidas y es justamente aquí donde el concepto de democracia participativa entra en la discusión sobre la responsabilidad política y el involucramiento de los diferentes actores sociales en búsqueda de consolidar y estrechar los lazos que garanticen el cumplimiento de esas responsabilidades.

Morales cierra este primer capítulo haciendo una reflexión sobre la “política responsable en un estado social”, aclarando que un estado social representa un profundo cambio en la cultura política, implica compartir compromisos con la equidad, poner énfasis en la colaboración, democratizar el poder político para que sea un ejercicio colectivo, dar viabilidad y vigencia a los derechos, incentivar los esquemas de corresponsabilidad para que armonicen las tareas entre gobiernos, mercado y sociedad. Es decir, implica reivindicar la esfera pública como un espacio político y plural —más allá de la mera esfera gubernamental— donde se participe para definir el tipo de sociedad y el tipo de economía que aseguren mejor la distribución del bienestar.

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