Resumen Sala De Jurados
Enviado por lorainnegonzalez • 5 de Marzo de 2014 • 4.703 Palabras (19 Páginas) • 4.240 Visitas
Asignatura:
Derecho Penal General I
Tema:
Sala de jurados
La historia de Samuel S. Leibowitz por
Quentin Reynolds
Capítulo 1.- "Eso Que Llaman Justicia"
Este es un caso que es más común de lo que aparenta, en donde una joven de treinta y cinco (35) años, quien ostentaba el cargo de ayudante de enfermera en el Hospital de Brooklyn, New York, y quien respondía al nombre de Ana Brewer acusa de conato de estupro a un individuo de treinta (30) años llamado Murray Goldman, quien ya estaba aprehendido desde el primero de julio de 1944, destinado a cumplir una sentencia de diez (10) años. Y si no es por la fe inalterable de Edmond Fitzgerald, en la decencia de la gente y que siempre hace todo lo que puede para encontrar algo favorable al hombre que ha sido encontrado culpable y está esperando sentencia, entonces este hubiese cumplido su condena.
Ana Brewer alegaba en su defensa, que nunca había visto antes al presunto delincuente que intento violarla cuando dormía en su habitación en el hospital y quien al saberse descubierto por Margarita Vini salió huyendo del lugar de los hechos. En cuanto a la defensa del presunto violador Murray Goldman, contó una historia extraña y poco convincente, dice que conoció a la mujer en una estación de subway, ella le había preguntado por la ubicación del hospital, cuando él se ofreció a llevarla pasando así por su apartamento en donde sostuvieron relaciones sexuales, y que después continuaron frecuentándose, el día en que ocurrieron los hechos ellos se iban a encontrar en un café y este llegó tarde cuando ella ya se había ido por lo tanto fue a buscarla al hospital. Los medios de comunicación por su parte se encargaron de darle el toque de sensacionalismo a la historia.
El juez Samuel S. Leibowitz aceptó que Fitzgerald revisara el caso de Goldman desde sus inicios.
Fitzgerald quien no era abogado sino mas bien Jefe de las Oficinas de Investigaciones de la Corte de Kings, indagó el pasado y presente de Ana Brewer y se pudo comprender que las circunstancias atenuantes de la mala y desordenada vida sexual de Ana había arrastrado al Señor Goldman a ser una víctima, acusando a Goldman para proteger su trabajo de enfermera del hospital de Brooklyn, N.Y; las indagaciones de Fitzgerald demostraron la inocencia del Sr. Goldman.
Nos enseña que debemos buscar todo tipo de testigo acercarnos a ellos, localizarlo en el lugar de los hechos, indagar, husmear hasta lo más profundo, hasta descubrir si el individuo es culpable o inocente o si hay circunstancias atenuantes.
Los abogados deben ser agudos casi hasta tener un "sexto sentido", que en los juicios no debemos descartar cualquier circunstancia por más absurda y ridícula que sea. Una vez más el sistema judicial había triunfado pero no que halla recibido ninguna ayuda por parte de los procedimientos legales, se demostró que la culpabilidad o inocencia había sido ineficaz y falto poco para que esa mujer mandara a un infeliz acusado a pudrirse diez (10) años en prisión, siendo inocente. El abogado es el único participante activo en un juicio penal para quien la ignorancia de la ley y la técnica aprendida son excusables.
Samuel Leibowitz nos enseña que estudiar derecho penal es fácil, sólo hay que saberse o estudiar el código penal y el código de procedimiento penal, pero la cosa cambia cuando tenemos que aplicar los contenidos de los códigos con la ayuda y la pericia. Dicha pericia debe ponerse de manifiesto al momento de defender a un acusado, pues hay una máxima jurídica que expresa "Los inocentes jamás resultan convictos". El profesor de jurisprudencia de Universidad de Yale, escribió un libro "Haciendo corrupto al inocente", en el cual discutía de 65 casos que fueron encontrados culpables de delitos y cuya inocencia quedó más tarde demostrada.
Capítulo 2.- El Novicio
Aquí se muestra la familia de Samuel Leibowitz y sus comienzos como estudiante de la carrera de Derecho en la Universidad de Cornwell. Cuando se graduó, se especializó en la Ley penal.
En principio comenzó a trabajar en una oficina de abogados, pero la tediosa tarea de escavar precedentes y atacar un contrato de arrendamiento o impedir la redención de una hipoteca no era para Samuel Leibowitz, aquello resultaba demasiado inofensivo y aburrido.
En sus primeros años consensuaba cualquier tipo de clientes. Había aprendido algo que muchos abogados mejor y experimentados nunca llegan a aprender: que no se puede perfeccionar la técnica permaneciendo como espectador.
Muchos mejores juristas le habían recomendado que frecuentara las salas como espectador y que observara a los abogados veteranos en acción, consideró que no era lo adecuado.
La única manera como se llega al dominio de una profesión es practicándola en forma activa, donde cada caso le acercaba al dominio de su profesión.
Después de sus actividades cotidianas en vez de dormir, estudiaba intentando frustrar los planes del fiscal en la corte, siempre pensaba dos enfoque, el del fiscal y el de la defensora así aprendió a anticipar cualquier táctica que su contrincante pudiera esgrimir, no se sorprendía ante los efectos psicológicos de los fiscales, tenía una destreza sobrenatural para descubrir las celdas de los fiscales.
Cuando entraba a la sala de jurado era para combatir con todas las armas legales y dramáticas que había aprendido a usar.
El joven Leibowitz era un actor dispuesto a aceptar cualquier papel con tal de subir a escena. Un juez lo nombró Defensor de Oficio de un tal Patterson, que estaba acusado de haber penetrado a una cantina, en las primeras horas de la madrugada y haber extraído siete (7) dólares de la caja y unas botellas.
Leibowitz pasó dos semanas tratando de imaginar una defensa para un individuo que según el fiscal no tenía defensa. Patterson se declaró no culpable, había entregado la llave maestra con la cual había abierto la puerta de la cantina, los testigos policíacos narraron los hechos.
El Defensor de Oficio le pidió al juez, ordene al jurado ir al lugar del robo a comprobar si esa llave abre la puerta de la cantina y si no es así pediré que la causa contra mi cliente sea desechada, pero si el juez mandaba al jurado a la escena del robo se tardaría un día entero y el tribunal tenía más casos por conocer. Concluyó el alegato del fiscal y los doce (12) jurados dieron el veredicto de “no culpable”.
Y ahora aquella llavecita había abierto la puerta a una fabulosa carrera que no ha sido igualada en la historia de la
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