Resumen del Virrey de José Manuel Villalpando
Enviado por Kimberly Serna • 19 de Mayo de 2024 • Resumen • 2.071 Palabras (9 Páginas) • 67 Visitas
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El Virrey
José Manuel Villalpando
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"El Virrey" es una obra escrita por José Manuel Villalpando que nos sumerge en los intrigantes pasillos del poder durante la época virreinal en América Latina. Ambientada en el periodo colonial, la novela nos presenta un panorama detallado de la sociedad y las complejidades políticas de la época. A lo largo de una trama llena de conspiraciones, ambiciones y traiciones, el autor nos transporta a un mundo donde los intereses personales chocan con el deber y la lealtad hacia la corona española.
La historia se narra a través de las memorias de la virreina Felícitas de Saint-Maxent, ofreciendo así una perspectiva íntima y personal de los eventos que marcaron la vida en la corte virreinal. A través de sus ojos y voz, somos guiados a través de los intrincados pasajes del poder, las pasiones humanas y los desafíos que enfrentaron tanto ella como su entorno en ese contexto histórico. Las memorias de la virreina no solo proporcionan un relato de los acontecimientos, sino que también revelan sus emociones, sus luchas internas y su visión del mundo que la rodea, brindando así una perspectiva única y cautivadora de la vida en la América colonial.
El libro el libro comienza narrando por la esposa de Bernardo Gálvez, Felícitas, quien dice haber sido envenenado de la misma manera que fueron su esposo y otros miembros de su familia algún tiempo atrás. Ella nos expone que toda la familia Gálvez eran repudiada con el mismo o aún mayor fervor que antes lo fueron temidos. No se explica también que vive de su título de condesa de Gálvez, pues el entonces rey español Carlos cuarto le había prometido una audiencia 6 meses atrás para resolver varios asuntos, entre ellos la herencia de su marido, muerto 12 años antes, que rondaba los ciento diez mil pesos fuertes de plata, pues ocupó los puestos de gobernador de la Luisiana y de virrey de la Nueva España.
Sin embargo, tras sospechar que no llegaría viva el día del juicio mandó llamar a dos de sus hijas que vivían en España para que recogieran sus últimas palabras, las cuales vamos leyendo a lo largo de la historia, pues no volvería a ver a su hijo Miguel, pues estaba en Francia, ni a la menor, Guadalupe, pues estaba en Nueva Orleans.
Tiempo más tarde, casi en el lecho de su muerte, confiesa saber la razón de haber sido envenenada, al igual que los otros Gálvez. Ella era el último recuerdo de aquella época en que todos temían a los Gálvez, y la razón de que justo en ese tiempo, tras tantos años de la última muerte de un Gálvez, ella fuera envenenada, era que, no mucho tiempo atrás, erró al muy inocentemente platicar infinidad de cosas de su familia y la Nueva España con un alemán de nombre Alejandro de Humboldt, supo que él había sido la causa de su perecimiento pues, este le visitó para despedirse, pues iba a viajar a la Nueva España, esto bajo el favor del rey. En definitiva, él les había recordado su mísera existencia y el hecho de que sabía demasiado, eso fue lo que los llevó a envenenarla.
Tras este pequeño contexto, Villalpando procede a contarnos esta vez sí, de manera casi cronológica, lo que sucedió con el virrey Bernardo de Gálvez y su familia.
Empieza a explicándonos el ascenso en el poder de los Gálvez, teniendo todo origen con el tío Don José, que poco a poco subió en la escalinata de la sociedad bajo sus lemas:
“El rey es dueño de la vida de sus súbditos”
y
“Los súbditos del gran monarca español han nacido para callar y obedecer, y no para discutir las altas órdenes del gobierno”
Siendo la primera su sentencia de muerta y la última usada más tarde por el Marqués de Croix.
Con esta ideología, pudo conseguir favores para sí, y después para el resto de su familia, pues se ganó la completa confianza del rey Carlos III.
Entre sus misiones en las que Don José de Gálvez fue partícipe, estando al mando, fue la de la expulsión de los jesuitas de los territorios coloniales, en las cuales fue acompañado por su sobrino, Bernardo de Gálvez, quién ahí comenzó su prometedora carrera militar.
Tras expulsar a los jesuitas, Bernardo lideró varias campañas al norte de Nueva España para apaciguar a los apaches, donde sus tácticas dieron excelentes resultados, que más tarde sorprenderían al rey, entre sus tácticas más destacadas fue la de comerciar, primero de manera gratuita, artículos como bebidas alcohólicas o artillería en mal estado, lo que generaba cierta dependencia de los indios hacía los españoles, quienes solo accedían a venderles más si estos se asentaban, lo que facilitaría su dominio.
Esta serie de victorias, fueron solo la primera muestra de que los Gálvez, si bien, se apoyaban en José, quien era el más influyente de todos ellos, eran poderosos y tenían méritos propios.
Tras esta serie de victorias, Bernardo y José volvieron a España, donde José tomaría el puesto de Consejero en el Real y Supremo Consejo de Indias y sería el miembro más influyente de la Junta de Comercio, Moneda y Minas; mientras que Bernardo, habiendo cautivado al rey con sus hazañas militares, fue enviado a Francia, donde estuvo por casi tres años como pupilo del prestigioso Jacobo Hipólito Guibert, quien más tarde también enseñaría de artillería a Napoleón Bonaparte.
Tras la muerte del ministro de Indias, Don Julián de Arriaga, el tío José no perdió la oportunidad de ocupar su cargo, lo que significó la escalada de todos los Gálvez. Con esto a su favor, Bernardo fue enviado a Nueva Orleans, donde conoció a Felícitas de Saint-Maxent, nuestra narradora, la cual era parte de una familia bien acomodada dese antes de que la Luisiana pasara a ser parte de los dominios españoles.
Ahí, donde los habitantes se negaban a aprender la nueva lengua, el español, Bernardo se favoreció de su conocimiento del francés, pues con eso se ganó a todos los habitantes, incluyendo a la que más adelante sería su esposa.
Felícitas era viuda, y tenía una hija, sin embargo, Bernardo, quien se informó de esta situación con un esclavo negro de la familia de Saint-Maxent, no se vió impedido para aceptar su oferta de hospedaje y empezar a acercarse lentamente a su enamorada.
Durante su estadía en Nueva Orleans, Bernardo demostró e inculcó la benevolencia e igualdad con los esclavos, pues tenía buenos modales con ellos, les daba generosas propinas e incluso pedía comieran lo mismo que ellos en las ocasiones especiales.
Tiempo más tarde, Bernardo enfermó de gravedad, y creyéndose casi muerto, cumplió la promesa de casarse con Felícitas, sin embargo, en esa ocasión sobrevivió, y pudo renovar sus votos, esta vez con el permiso del rey de España y del sumo sacerdote, oficializando así su matrimonio, del cual nacerían dos mujeres y un hombre.
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