Resumen del libro El alquimista.
Enviado por AlleR1994 • 29 de Junio de 2016 • Ensayo • 2.956 Palabras (12 Páginas) • 320 Visitas
Santiago era un joven de Andalucía, quien dedicaba su vida a ser pastor. Cierto día el muchacho fue a visitar a una gitana que predecía los sueños, puesto que hacía unos días atrás había tenido un sueño repetitivo en el cual un niño luego de jugar con las ovejas de Santiago le decía que en una de las pirámides de Egipto hay un tesoro que él podía encontrar; ante esto la gitana le dijo que debía hacer caso al sueño, porque cuando se trata de un niño es porque dice la verdad. Santiago no salió convencido de lo que escucho; decidió no hacer caso e irse a la plaza un rato a descansar, mientras descansaba, se le acercó un anciano, el cual inició una conversación, diciéndole que él podía ayudarle a encontrar el tesoro que estaba buscando, Santiago se sentía incómodo, entonces decidió irse, pero cuando él se iba a levantar, el anciano escribió en el piso cosas muy íntimas de la vida del muchacho. Santiago sorprendido le pregunto por qué había aparecido ante él, a lo que el anciano respondió – Tu haz sido capaz de cumplir tu Leyenda Personal; el muchacho no entendía que era eso y el anciano le supo explicar que eran las cosas que deseaba hacer y por las cuales estaba en la Tierra, le dijo que el aparecía cuando alguien estaba a punto de desistir de su leyenda personal. Al final antes de marcharse, le dijo que al día siguiente vaya con la décima parte de las ovejas y que le ayudaría a encontrar el tesoro.
Al día siguiente, después de pensarlo toda la noche, Santiago apareció con las seis ovejas donde el anciano, estaba decidido a empezar su viaje en busca del tesoro. El anciano saco de su pecho un pectoral de oro macizo incrustado con piedras, saco dos una negra (Urim) y otra blanca (Tumim) y se las entregó al muchacho, le dijo: Toma estas dos piedras la negra significa Si y la blanca No, te serán útiles cuando tengas dificultad para percibir las señales, debes hacerles preguntas concisas pero procura tu tomar las decisiones. Santiago guardo las piedras en su mochila, desde ese momento empezaría a tomar sus decisiones.
Santiago zarpó hacia tierras lejanas, al llegar entro en un bar y pensaba que África era muy extraña, todo era diferente a su tierra. Mientras el muchacho pensaba, un joven que por su color parecía que era de las tierras de Santiago se le acercó, él aliviado decidió contarle que necesitaba ir a las pirámides de Egipto, excluyendo que era en busca de un tesoro. El joven de Egipto le comentó que para llegar a las pirámides se necesitaba mucho dinero; Santiago ingenuamente le enseño el dinero que tenía por la venta de sus ovejas. El joven recién llegado, le dijo que al día siguiente llegarían a las pirámides, tomó el dinero de Santiago y los dos salieron andando por las calles de Tánger. Santiago no quitaba la mirada de su nuevo amigo, pues él tenía todo su dinero. Desgraciadamente el muchacho se distrajo por un instante en una espada que jamás había visto, de repente cuando miró alrededor, el recién llegado había desaparecido. Santiago, desesperado hecho a llorar, pensaba que Dios era muy injusto, ahora no tenía nada, ni siquiera para volver y empezar de nuevo. Abrió su mochila para ver que le sobraba, y encontró las piedras; se sintió muy aliviado y a sus recuerdos vinieron todas las frases que el viejo rey le había enseñado. Sintió que podía contemplar el mundo como un aventurero en busca de un tesoro; mientras meditaba se quedó dormido. Al día siguiente abrió los ojos y no vio a sus ovejas, se dio cuenta que estaba en otro mundo, pero no se sentía triste, veía las cosas de otra manera, sentía fe en la vida.
Mientras caminaba, en lo alto de una cima, en una tienda de cristales, Santiago entró, le dijo al mercader que le dejará limpiar unos jarros, a cambio de ello recibiría comida; el mercader de cristales no dijo nada pues hace tiempo nadie le compraba, pero Santiago tomó su abrigo y empezó a limpiar; luego de limpiar todo el muchacho reclamó su plato de comida, el mercader sonrió y fueron a comer. Luego de terminar de comer, el mercader le dijo a Santiago que le gustaría que trabaje con él, a lo que el muchacho contesto: -necesito dinero para mañana ir a Egipto. El mercader echo una carcajada y le dijo no reuniría el dinero, las pirámides estaban a miles kilómetros. Santiago se quedó en silencio, no estaba triste, ni decepcionado, solo tenía la mirada perdida hacia la puerta. El mercader asustado por la reacción le dijo que le podía dar dinero para que regrese a sus tierras; a lo que Santiago respondió: -Trabajaré con usted, necesito dinero para comprar algunas ovejas-.
El muchacho llevaba casi un mes trabajando, no era muy feliz ahí, pues el mercader pasaba el día refunfuñando; él seguía ahí sólo porque el mercader era justo y le daba la comisión por vender los cristales. Santiago haciendo cálculos pensó que si seguía a ese ritmo le tardaría una año completar el dinero para el pasaje y sus ovejas. Entonces le sugirió al mercader hacer una estantería para poner los cristales y así llamar la atención, el mercader no convencido le cambio el tema. Dos días después el mercader llamó al muchacho para hablar de la estantería, le contó algunas cosas de su vida y luego le autorizo que la hiciera. Como lo pensaba, después de unos meses la estantería atrajo muchos clientes. Cierto día el muchacho le dio una nueva idea, dar té en los jarros de cristal, así la gente calmaba su sed y apreciaba los jarros; el mercader solo guardó silencio. El muchacho lo empujaba hacia nuevos horizontes y riquezas. Pasaron seis meses y la idea del té fue genial, pues atrajo a muchos clientes.
Una mañana después de once meses el muchacho, había reunido el dinero suficiente para el pasaje y el doble de ovejas, estaba listo para irse. Fue a la tienda y le dijo al mercader que se marchaba pues tenía suficiente dinero para sus ovejas. Fue a su cuarto a recoger sus cosas y vio su vieja mochila de pastor, al abrirla encontró las piedras del anciano; recordó todo lo que el anciano le dijo: nunca desistas de tus sueños, las señales, etc. Entonces tomó su maleta y se marchó sin despedirse del mercader, pues no quería llorar. Al estar a tan sólo dos horas del barco, pensaba por qué regresar al mismo campo, donde las mismas ovejas; entonces decidió seguir su sueño y adentrarse en el desierto. En la caravana que se subió conoció mucha gente, entre ellos un inglés que quería aprender alquimia, no conversaba mucho y se la pasaba leyendo libros. Santiago mientras iba en la caravana, le gustaba mirar el viento, la arena, todo al su alrededor, a más de ello durante su viaje escuchaba historias que el camellero le contaba, y también aprendió de los libros que el inglés le presto. Cierta mañana cuando Santiago despertó vio una hilera de palmeras, habían logrado llegar al oasis, el permaneció callado, sabía que aún tenía que caminar mucho para llegar a las pirámides, pero ese momento significaba refugio y agua.
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