Sobre Alejandra Pizarnik (Argentina) Y Juan Luis Martínez (Chile)

De niño trataba de imaginarme, después de haber ido a ver al cine “La historia sin fin”, cómo es que debiera ser la nada. La mayor abstracción a la que podía llegar era el espacio sideral, tal como lo vemos cuando miramos al cielo de noche, pero sin planetas ni estrellas. De todos modos, sabía que ese esfuerzo intelectual era insuficiente.

Lo que saco en limpio ahora, es que la realidad es una construcción sustentada en palabras. A este pensamiento llegaría difícilmente, en todo caso, sin mediar el empujón que me han prestado poetas como Alejandra Pizarnik y especialmente Juan Luis Martínez, cuyas obras en el presente informe me encargaré de comentar brevemente.

¿Cómo sería desconfiar de las categorías que configuran nuestro modo de pensar? Desconfiar por ejemplo de la noción del yo, que fue el último concepto que le quedó al psicoanálisis para construir toda una teoría y a los surrealistas para fundamentar toda una estética. Si bien Pizarnik no tuvo tanta desconfianza, porque de hecho su obra tiene matices del surrealismo, al menos dio un primer paso: partió el yo en dos, en una duplicidad que tiende hacia la nada. Qué mejor síntesis que su deseo, expresado en versos de su “Árbol de Diana”: “explicar con palabras de este mundo / que partió de mí un barco llevándome”.

(Este informe está incompleto aquí, para evitar el plagio desatado, que no sería una verdadera contribución a la comunidad de Club Ensayos. Pero si quieres leerlo completo, escríbeme y con gusto te lo haré llegar.)

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