Sobredosis

Crítica Literaria del libro

“Sobredosis”

(Alberto Fuguet)

Hay momentos en la vida donde tus propios actos se convierten en rivales, llegando al punto de la incomprensión constante de tus cercanos. Generando interrogantes, estigmatizaciones y juicios que están a la orden del día. Nunca he podido comprender la esencia que caracteriza al hombre de los últimos siglos, esa necesidad constante de introducirse en la vida del otro sin tener la mínima idea de cómo se está desarrollando su historia, historia muchas veces manejada por variables inentendibles para el otro, donde en oportunidades ni él autor es capaz de descifrar. Los actos generan en ti esa inseguridad, ese círculo vicioso que la sociedad se encarga de recalcar una y otra vez, es en varias ocasiones el motor de lo finito del mismo error cometido. Muchas cosas que nos ocurren simplemente yo las llamo “la ley de la vida”, es cierto, queramos o no son cosas sin explicación que se presentan en el campo de lucha. Algunos viven bajo la luz de la fe, de lo divino, del ser capaz de resignar y apoyar tus actos, dios. Otros están en esa búsqueda contante fatigada muchas veces de algo que los ayude a encontrar su propio horizonte de vida, otros viven dejando huellas, aquellas que fomentan la libertad misma de la existencia. ¿Pero que pasa cuando esa libertad, muchas veces condimentada con excesos, no se complementa con el principio máximo de nuestra existencia?, la felicidad. O peor aún, cuando no diferenciamos entre la vía del existir propio y la vía del existir por el solo hecho de tener piernas que me exigen avanzar. Camino, tropiezo, me levanto secuencia muchas veces dicha por varios de nosotros. La razón, termino común, somos personas, debemos ser racionales, es lo que nos enseñan, lo que tenemos por dentro, somos humanos no animales ¿se entiende?. Nadie se lo cuestiona, pero si cuestionamos cuando el otro no la emplea de la manera socialmente correcta, por lo tanto, como la palabra es tan fácil de utilizar se generan las controversias entre lo posiblemente humano a lo idealmente racional.

Este mundo entrelineas de la Novela de Alberto Fuguet nos demuestra esta situación ya mencionada, cada miembro de estos cinco cuentos nos entregan sus vivencias, para mi bastante experimentables, sobre todo si el autor lo cita de esa manera. Más allá de las historias mismas, lo contemplo de otra manera, del sentir mismo, del porque del acto, de por que ese y no otro, reflexionando esta novela como enseñanzas de vida más que críticas negativas con respecto a su lenguaje o “exacerbaciones” empleadas.

El primer apólogo, llamado “deambulando por la orilla oscura” nos inserta en un contexto juvenil, bordando los años ochenta. Un joven llamado Macana nos demuestra

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