Sueños realizados: Invitación a los relatos de Juan Carlos Onetti
Enviado por maktub2004 • 1 de Abril de 2014 • Reseña • 691 Palabras (3 Páginas) • 363 Visitas
Sueños realizados:
Invitación a los relatos de Juan Carlos Onetti
En 1975, cuando Juan Carlos Onetti se exilió en España, su nombre era mucho
menos familiar para los lectores pasionales de la literatura latinoamericana que los
de García Márquez, Julio Cortázar o Mario Vargas Llosa. Incluso los lectores, un
poco más sofisticados, de Carpentier, de Rulfo y de Borges era difícil que
conocieran la obra de Onetti, incluso que tuvieran referencias precisas sobre ella.
Los lectores españoles se alimentaban entonces con entusiasmo y con cierta envidia
de novelas escritas en el español de América, sobre las que tenían, o teníamos,
porque en este caso la tercera persona es de una deshonestidad insostenible, una idea
general determinada por la lectura de Cien años de soledad, La casa verde y
Rayuela. Las novelas sudamericanas habían de ser torrenciales, abrumadoras en su
extensión, en su complejidad y en su virtuosismo técnico, de un barroquismo entre
colonial y selvático que, según el razonamiento de Carpentier, era la única forma de
expresar la realidad de aquellos países: el llamado realismo mágico. En este
panorama, Borges ya era una irregularidad, con sus argumentos cerebrales y su
propensión a las ambientaciones nórdicas, con su laconismo y su ironía, tan lejanos
de los arrebatos tropicales y gramaticales de Carpentier, o de las alfombras
voladoras y los gitanos hechiceros de García Márquez.
El tardío hallazgo de Onetti trajo consigo una sorpresa semejante a la de los
cuentos de Borges. Sus narraciones carecían tan radicalmente de color local como
las de de Franz Kafka, con las que a veces no dejan de guardar un cierto parentesco.
En cuanto al barroquismo, al parecer obligatorio, dictado por Carpentier, no había ni
rastro de él en aquellas páginas que uno empezaba a frecuentar hacia los veinte años,
con la ilusión ávida y la nerviosa felicidad de los descubrimientos absolutos. Los
héroes de Onetti no disertaban adecuadamente sobre jazz en los cafés de París, no
fundaban naciones ni atravesaban cordilleras, no volaban por los aires ni se perdían
en selvas ni en laberintos simbólicos: los héroes de Onetti eran los más pacíficos, los
más perezosos, los más inútiles del mundo. Lo único que hacían era fumar,
preferiblemente echados bocarriba en la cama, fumar e inventarse cosas, contar
embustes y enamorarse de mujeres sensuales y perdidas, de mujeres pintadas que
bebían en los cafés o de muchachas angélicas cuya perfección y dulzura no podían
ser merecidas por nadie.
Al poco tiempo de llegar Onetti a Madrid le hicieron una entrevista en la
televisión. Yo la vi por casualidad, y no exagero si digo,
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