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TRAICION INOCENTE


Enviado por   •  10 de Junio de 2015  •  1.480 Palabras (6 Páginas)  •  346 Visitas

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Argumento:

Ella surgió de entre la niebla, una dulce autoestopista a la que Raven no se pudo resistir. Él la rescató y ella le devolvió el favor con una traición: no apareció cuando a él lo acusaron de un asesinato cometido la noche en que se conocieron.

Pero ella volvió tiempo después y logró que lo soltaran, pero, ¿por qué lo había hecho? ¿Era ella una mujer tentadora que lo iba a llevar a un destino cruel? ¿O un ángel que lo iba a llevar a las delicias celestiales?

Capítulo Uno

Una feroz tensión recorrió la galería C, produciendo un malévolo destello de excitación a los presos más peligrosos de esa prisión de Texas.

Se había corrido el rumor. Iba a pasar algo. Raven Wyatt, o White, como todos creían que se llamaba, iba a morir. Ese mismo día.

Y sería todo un placer ver como ese cerdo arrogante moría.

Raven había visto morir hombres allí. Los había visto gemir y suplicar antes de ser destrozados, y el miedo se apoderó de todas las partes de su cuerpo. Lo devoraba desde dentro, produciéndole unas nauseas tan fuertes que casi le impedían respirar. Ese terror absoluto lo sorprendía ya que, hasta ese mismo día, había pensado que cualquier cosa, incluso su propia muerte, era preferible a seguir en esa prisión durante el resto de su vida por un crimen que no había cometido.

Ahora sabía que tenía miedo de morir. Tenía miedo de quedar como un cobarde.

Porque eso era lo que ellos querían.

No era que Raven pareciera tener miedo mientras recorría la galería, abarrotada por otros cincuenta presos, cualquiera de ellos podía ser su asesino. Salvo por ser más alto, no era muy distinto del resto de los demás. Llevaba hundidos los anchos hombros y sus verdes ojos tenían la expresión de zombi que se les ponía cuando les daban su dosis de toracina. Se decía que habían tenido que sujetarlo entre tres para ponerle la inyección. Teniendo en cuenta su supuesta próxima muerte, eso no estaba mal, ya que lo hacía más fácil de matar.

A pesar de la corriente que hacía en el pasillo, Raven estaba sudando copiosamente. Cómo se había reído el carcelero cuando le dijo que Serpiente y los otros lo iban a rajar y lo iban a dejar como un cordero en el matadero.

De repente y surgiendo de la nada, Serpiente atacó. Lo hizo con una rapidez digna de su apodo.

Los demás presos se apartaron inmediatamente y Raven se encontró de repente solo en el sombrío pasillo, apartado de los carceleros y de cualquier otra ayuda que pudiera recibir.

Eran cuatro, todos ellos asesinos consumados. Esos animales estaban tan seguros de sí mismos que ni siquiera se dispersaron y lo atacaron como una sola masa. La muerte estaba en la cuchara afilada que Serpiente llevaba en la mano derecha y que, de repente, se dirigió hacia la garganta de Raven.

Saltó a un lado, pero no lo suficientemente rápido y el filo le rasgó la camisa. Arredo le pilló desequilibrado y le pegó un rodillazo en la entrepierna. El dolor hizo que Raven se doblara y otro de los agresores se puso detrás de él y lo obligó a echar atrás la cabeza para que la siguiente cuchillada pudiera terminar con él.

Ciegamente, Raven luchó y se retorció mientras lo tiraban al suelo. Gritó y rodó. Entonces la hoja volvió a fallar su garganta, pero se le hundió en el hombro. En la confusión, Serpiente cayó al suelo y maldijo. Raven agarró entonces el arma y se la quitó de la mano, cortando salvajemente a Serpiente y luego trató de herir a dos más mientras trataban de apartarse de él. Luchó como un animal loco durante lo que le pareció una eternidad, hasta que se marcharon y se quedó solo. Cayó al suelo y lo único que oía eran sus pulmones tratando de tomar aire.

Oyó gritos, carreras.

—¡Pelea!

Unas llaves tintinearon y, a través de una cortina de sangre, vio media docena de botas y uniformes azules acercándose a la carrera.

La pelea debía haber terminado ya, o esos cobardes no habrían aparecido.

Demasiado débil como para levantarse, Raven se dio cuenta de que estaba tumbado junto a un cuerpo sin vida. Reconoció la serpiente de cascabel que tenía tatuada en la mano derecha. Uno de los botas nuevas, como se llamaba a los guardas, le apretó unas toallas en la garganta y el hombro para cortar la hemorragia.

Pero ya era demasiado tarde.

...

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