Tema- El hombre en busca de sentido..

TERCERA FASE: CAMINO HACIA EL APRENDIZAJE DE LA LIBERTAD

El señor Viktor E. Frankl   en el tercer capítulo de la parte primera  en su libro el hombre en busca de sentido hace un análisis de la psicología de un prisionero que ha recobrado su libertad.

Cuenta en su relato el escritor que tras varios días de ansiedad he incertidumbre de no saber cuál sería su suerte y la de los demás prisioneros por fin llegó el momento que tanto habían esperado, su liberación pero la reacción emocional que experimentaron en ese momento es toda contaría a la que cualquier persona que no estuviera en su lugar creería poder sentir.

Lentamente y mirándose unos a otros preguntándose en su interior si lo que vivían en ese momento era real o simplemente un sueño más, caminaban incrédulos  con pasos de aturdidos hacia la puerta de salida del campo de concentración sorprendidos por la amabilidad con la que eran tratados por aquellos que por  muchos años fueron sus opresores.  

Llegaron a unos prados cubiertos de flores más sin embargo  era como si no estuvieran ahí, puesto que carecían de sentido pertenencia y apreciación de las cosas  hasta tal  punto de no poder apreciar su propia libertad. Estando dentro de los barracones que los llevaría de vuelta a casa un hombre le preguntó a otro si estaba alegre por lo acontecido,  a lo que el hombre le respondió que  no en voz baja y avergonzado pensando que él era el único que no tenía la sanción de alegría sin saber que todos tenían la misma sensación que el puesto que, se encontraban inmerso en un problema psicológico llamado “despersonalización” resultado de  la liberación tan repentina a la que se vieron sometidos de pues de tantos años de prisión.

Resalta el escritor que para una persona que ha sufrido un flagelo como este durante tanto tiempo se hace más que necesario ofrecerle asistencia psicológica porque estar expuesto a esta experiencia tan desagradable hace que algunas personas no puedan escapar de la brutalidad de la cual estuvieron rodeados tendiendo así  a convertirse en opresores con sed de venganza bajo sus propias normas y justificando su comportamiento en las experiencias de crueldad que vivieron.

Dice Viktor E. Frankl que más allá de cualquier dolor físico que pudo haber sufrido un prisionero existía algo a un más devastador para estas persona, la amargura, desilusión y la desgracia ya que en su mayoría los prisioneros para poder sobrevivir en esas condiciones solían aferrarse a una ilusión como sentido de vida tal como volver a ver un hijo, esposa o padres etc. Al volver a casa algunos se encontraban entonces con que la forma en que los recibían no era la que esperaban, otros se daban cuanta que aquellos seres queridos por los que habían soportado tanto su freimiento ya no lo esperaban y otros a un más desdichados caían en la cruda realidad de saber que aquellos seres amados no estaban allí y que nuca volverían. Al paso del tiempo y al mirar atrás los prisioneros eran incapaces de comprender como habían podido soportar aquellas atrocidades, convirtiendo a si todas aquellas experiencias en simples pesadillas.

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