Trabajo Sobre Cruces Sobre El Agua
Enviado por MaMoreiraMe • 17 de Diciembre de 2013 • 2.295 Palabras (10 Páginas) • 1.401 Visitas
INDICE
INTRODUCCION
BIOGRAFIA DEL AUTOR
PERSONAJES PRINCIPALES
ARGUMENTO DE LA OBRA
RESUMEN DE LA OBRA
PREGUNTAS SOBRE LA OBRA
CONCLUSION
INTRODUCCION
Las cruces sobre el agua es una novela publicada en el año 1946 y escrita por Joaquín Gallegos Lara, que lo situó entre los iniciadores del tema urbano en la narrativa ecuatoriana. La culminación y detonante argumental, es la masacre del 15 de noviembre de 1922.
La novela corresponde a una época avanzada del realismo socialista ecuatoriano, ya menos costumbrista y desplazado su escenario hacía las ciudades, donde el autor ubica a los protagonistas en los sectores más humildes y marginados. Por su contenido histórico y sociológico es una obra clásica de la bibliografía contemporánea.
La matanza del 15 de noviembre de 1922, se considera el primer baño de sangre del proletariado ecuatoriano, fue durante el gobierno liberal de José Luis Tamayo. Y fue el Ejército Nacional, con sus batallones Constitución, Zapadores del Chimborazo, Montufar, Marañón, Artillería Sucre No. 2 y Cazadores de los Ríos, quienes dispararían sus fusiles brutales. Y es después de este acontecimiento que Gallegos Lara (que tenía 11 años de edad en los días en que se produjo la matanza) traslada a las páginas de la novela a personajes históricos de la vida política del país. Por ello se considera que la pluma de Joaquín Gallegos Lara escribió un documento testimonial. Las cruces sobre el agua fue dedicada por su autor «A la sociedad de panaderos de Guayaquil, cuyos hombres vertieron su sangre por un nuevo Ecuador».
BIOGRAFIA DEL AUTOR
La vida del escritor guayaquileño Joaquín Gallegos Lara, estuvo marcada por la adversidad, las letras y la lucha política. Fue el ideólogo del Grupo de Guayaquil y autor, entre otras obras, de la novela Las cruces sobre el agua, que gira en torno a la masacre del 15 de noviembre de 1922. Estuvo vinculado a la izquierda. Gallegos nació en Guayaquil el 9 de abril de 1909. Estaba entroncado por línea paterna con personajes que habían destacado en la medicina, el periodismo, la literatura y otras actividades culturales, además de la militancia política en el liberalismo radical. Y por la línea materna, con la familia del prócer cuencano Abdón Calderón Garaycoa.
Hay dos hechos que jugaron un papel decisivo en su vida y que le sirvieron para forjar su carácter. El primero: nació con una deformación en las piernas, que le impidió caminar. El segundo: su padre murió en 1910, cuando desempeñaba el cargo de secretario de la Gobernación de El Oro, y el pequeño Joaquín contaba con apenas un año. Su madre tomó las riendas del hogar. Comenzó un periodo de estrechez económica, por lo cual se trasladaron a vivir a la casa de un tío. Su aprendizaje fue por esfuerzo propio. Por su inmovilidad comenzó a leer con intensidad y gozo. Recibió clases de francés y de italiano.
A los 16 años inició su aventura literaria. Publicó sus primeros poemas en revistas culturales como Variedades y Páginas selectas y en periódicos de la ciudad. Esas composiciones estaban imbuidas de melancolía, quizá por su admiración por el poeta Medardo Ángel Silva y la llamada Vanguardia modernista de principios de siglo. Se destacaron también sus poemas en homenaje a Guayaquil y sus lugares tradicionales.
Luego abandonó este estilo, para hacer una poesía más reivindicativa y de denuncia contra la injusticia en el agro; o de alto contenido político militante. En 1930, junto con Demetrio Aguilera Malta y Enrique Gil Gilbert publicó el libro Los que se van, cuentos del cholo y montubio. La obra se convirtió en piedra de escándalo en la literatura nacional, por su lenguaje fuerte y castizo. Cada uno de los cuentos era una oda al bravío habitante de los campos costeños, dotándolo de personalidad y características propias.
Los que se van fue un texto colectivo de ruptura y se convirtió en obra cimera de nuestra literatura, al igual que sus autores, que conformarían luego, junto con Alfredo Pareja Diezcanseco y José de la Cuadra, el Grupo de Guayaquil, en el que Gallegos Lara fue una especie de guía espiritual. O como De la Cuadra lo bautizó: un suscitado no solo de los integrantes del grupo, sino de los escritores del país.
La literatura ecuatoriana y los escritores de la época no solo se inspiraron en las corrientes artísticas del momento. La política fue un factor determinante. En lo exterior las luchas agrarias campesinas de la Revolución Mexicana junto a la Revolución Rusa, de 1917, fueron hechos de trascendencia. Y en lo interno, las conquistas sociales producidas por la Revolución Liberal Alfarista y la Juliana de 1925, llevaron a una activa participación y radicalización de las clases medias, lo que permitió formar una intelectualidad signada por el compromiso social y político. Surgieron en el arte y en la literatura los movimientos del realismo social y el indigenismo.
Gallegos Lara fue producto de esa época de emergencia social en el país. Se afilió al Partido Comunista después de su fundación (1931), y llegó a ocupar el cargo de secretario general encargado del Comité del Litoral. No vaciló en ir a la calle a apoyar las huelgas y marchas en contra de los gobiernos de turno. Soportó prisión durante el primer velasquismo. Fue cesado en su trabajo como retaliación política en la dictadura de Páez.
Ejerció un periodismo de denuncia en contra del gobierno de Arroyo del Río, del que fue uno de sus encarnizados opositores. Participó del movimiento insurreccional del 28 de mayo de 1944. Mezcló lucha política y la creación literaria. Un precursor de otros escritores que siguieron ese camino.
A pesar de su limitación física, trabajó en oficios que no estaban a la altura de su capacidad, como inspector municipal de una cantera. De ese trabajo se inspiró para escribir el cuento sobre el amor y el compañerismo La extraña pareja. Se desempeñó como jefe de archivo en el Ministerio de Educación en Quito. Incluso tuvo que trabajar de boletero en la piscina municipal de Guayaquil.
En 1933 contrajo matrimonio con Nela Martínez (1912-2004), con la que compartió la agitación política, las ideas marxistas y la literatura. Esa unión duró poco. En 1935, durante su estadía en Quito, conoció a Juan Falcón, que durante doce años se convirtió en las piernas que necesitaba para trasladarse de un lugar a otro.
A pesar de sus actividades políticas, Gallegos Lara no descuido su pasión por la literatura. Continuó escribiendo ensayos periodísticos y prólogos de libros. Mantuvo su costumbre de escribir cuentos. El último que escribió fue La última erranza en 1946, publicado
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