Vera
Enviado por Evelyn Mareco • 10 de Noviembre de 2017 • Apuntes • 519 Palabras (3 Páginas) • 131 Visitas
Ensayo: “Vera”
Dos amantes que se amaron desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron y penetraron hasta sus más profundos pensamientos. Dos almas destinadas a estar juntas, hechas la una para la otra, dos almas que eran puro magnetismo, sensualidad y deseo. Dos almas que no encajaban en la inmensidad del mundo, dos almas destinadas a estar juntas en total aislamiento de lo absurdo de la vida, destinadas a la soledad de sus cuerpos amándose. El amor va más allá de lo que podríamos imaginar, es algo sobrenatural, algo intangible capaz de conectar la vida con la muerte.
Todo terminó en tragedia, ese matrimonio de apenas 6 meses, ya era cosa del pasado, o tal vez no.
Vera y el conde D'Athol se conocieron en un viaje, y el flechazo fue inmediato, lo supieron desde el primer momento en que se vieron, su química no tenía comparación alguna. Eran de la misma naturaleza, dos almas que sentían no encajar en un mundo tan hostil, se sentían extraños. Estaban dotados de maravillosos sentidos pero a la vez con los pies tan en la tierra. A pesar de sus maravillosos sentidos había algo que les era ajeno a ellos: el alma, el infinito, la existencia del mismo Dios y la fe. Eran temas sorprendentes y extrañas, eran cosas que no les preocupaban.
Luego de ese viaje, se adentraron en su mundo paralelo, se adentraron en aquella vieja mansión ubicada en el barrio de Saint-Germain, esa mansión de inmensos jardines que los aislaba y llevaba lejos de esa realidad que les molestaba, tanto les molestaba que pararon las agujas del reloj para que las horas no corrieran queriendo quedar sumergidos en el infinito de su amor.
Allí lo tenían todo, soledad, pero en compañía, soledad lujuriosa, llena de pasión, placer y deseo, soledad de sus cuerpos unidos, desnudos y amándose.
¿ Podría un simple mortal vivir en aquel mundo paralelo tan fuertes y tan sublimes sensaciones?¿ Podría alguien vivir tan extasiado?
Aunque estos jóvenes amantes habían creado esa realidad en la que querían vivir por el resto de sus vidas, Vera no pudo con ella y en ese momento en el que el placer desbordaba sus sentidos y toda su femineidad, con una sonrisa en sus labios, y sin aliento, dejó a su amado en una soledad que ambos desconocían. Lo dejó, se fue agresivamente, sin siquiera poder besarlo por última vez, 'le petite mort' la había arrebatado de los bazos de su amado.
Llegó la hora de la ceremonia, llegó la hora de despedirse de su tan amada Vera. El conde D'Athol paso horas en el mausoleo junto a ella, en silencio, contemplando su pálida belleza, había inciensos tenues luces, aún se sentía su perfume en el aire, había allí dentro un aura tan mística. Llegó el momento de dejarla descansar, dejarla para siempre y no volver a pisar ese lugar. Salió del mausoleo, cerró la puerta con una brillante llave de plata, y la arrojó dentro, para así, no poder volver a entrar.
Soledad, esa era la palabra perfecta que acompañó a la tragedia y los sucesos posteriores.
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