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Veraneando En Zapallar


Enviado por   •  24 de Agosto de 2013  •  4.345 Palabras (18 Páginas)  •  863 Visitas

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VERANEANDO EN ZAPALLAR

EDUARDO VALENZUELA OLIVOS Chileno (1882-1948).

ACTO ÚNICO

La escena representa el patio de la casa de don Procopio Rabadilla. En primer término, a ambos lados, puertas que dan acceso a habitaciones interiores. Alegran el patio numerosas matas de zapallo con sus frutos, destacándose visiblemente.

Al levantar el telón, don Procopio está sentado leyendo atentamente el diario, mientras doña Robustina examina unos figurines de modas, junto a una mesita de bambú. Hay varias sillas en amable desorden.

ESCENA PRIMERA

Procopio y Robustina.

Procopio: (leyendo un diario). "Se encuentran veraneando en Zapallar el talentoso abogado don Procopio Rabadilla, su distinguida esposa doña Robustina Jaramillo y sus encantadoras hijas Amparo, Consuelo y Esperanza. ¡Qué tal el parrafito!

Robustina: Procopio... no me saques de mis casillas. En lugar de agradecerme lo que hago por prestigiar nuestro nombre por asegurar e! porvenir de nuestras hijas... por darte brillo.

Procopio: Sí... ya lo tengo en la tela de mis trajes.

Robustina: Intentas burlarte de mí... Procopio vulgar, hombre inútil.

Procopio: Mujer, no me insultes, si no quieres que...

Robustina: Infame. Abogado sin trabajo.

Procopio: (sin hacerle caso.) Veraneando en Zapallar... Afortunadamente no mentimos, porque este último patio de la casa ostenta unas hermosas matas de esa sabrosa legumbre.

Robustina: Claro. Muy justo. Muy natural. ¿Qué habrían dicho las amistades si hubieran sabido que nos quedábamos en Santiago?

Procopio: Eres insoportable mujer, con tus pretensiones ridículas. Tan bien que estaría yo a estas horas, dándome un paseo por las piscinas.

Robustina: Atisbando a las lolas... a las bañistas. Si te conozco, Procopio. Si sé que eres un eterno enamorado.

Procopio: Exageras, mujer. Lo que hay es que soy aficionado a la geometría, y a estudiar en el terreno las rectas, las curvas, los catetos y las hipotenusas...

Robustina: Pues, si quieres estudiar matemática, no tienes más que encerrarte en tu cuarto.

Procopio: ¡Ay, la suspirada libertad! Y se dice que las mujeres no mandan. Yo no sé qué mas pretenden las señoras con sus teorías feministas

Robustina: Nosotras somos las mártires del deber

Procopio: Y nosotros los mártires para pagar las cuentas de la modista, de! lechero v de todo..

i Ah!, esta vida es horrible, desesperante. (En alta voz y paseándose a grandes pasos). ¡Cómo encontrar consuelo, cómo hallar una esperanza, en dónde buscar amparo a esta crítica situación...!

ESCENA SEGUNDA

Dichos, Amparo, Consuelo y Esperanza.

Amparo (entrando): ¿Nos llamabas papá?

Consuelo (entrando): Aquí estamos

Esperanza (entrando): ¿ Qué deseas?

Procopio (primero extrañado, y recordando después): -Ah, de veras. Me olvidaba, hijas mías, que os llamáis Amparo, Consuelo y Esperanza, aunque precisamente sois lo contrario de esos dulces nombres.

Amparo: ¿De qué conversabais?

Robustina: ¿De qué ha de ser, hijas mías? De nuestra situación, de que tu padre no cesa de protestar por el encierro voluntario a que nos hemos sometido para guardar las apariencias.

Consuelo: Es una situación atroz.

Esperanza: Horrible.

Consuelo (a don Procopio): ¿Cómo no lograste papá, juntar dinero para salir a las playas?

Procopio: Porque los juicios son pocos. Ya la gente no litiga como antes, Ya se está convenciendo de la verdad de que "más vale un mal arreglo que un buen pleito". Y porque finalmente todo os lo habéis gastado vosotras en trajes, zapatos, bailes, etc.

Amparo: (escandalizada): ¿Has oído, mamá?

Robustina: No le hagas caso. Por él ojalá salierais vosotras con trajes de percal, o sin trajes. Vuestro padre no sabe de lujo, ni de distinción (despreciativamente). Desciende de la familia de los Rabadilla; mientras que yo soy noble y de antigua estirpe... (con mucha dignidad y orgullo). Soy de los Ja-ra-mi-llos... Entre mis antepasados se encuentran un general y un obispo. Sería pedir peras al olmo pedirle a tu padre distinción, chic, savoir faire, confort. No pertenecerá jamás a la élite...

Procopio: ¿Quieres traerme el diccionario, Amparo, para ir traduciendo lo que me dice tu madre?... Es una suerte que me insulte en francés, porque así no me entero inmediatamente...

ESCENA TERCERA

Dichos y Luchito.

Luchito (entrando): ¿Hay dificultades?

Procopio: Sí, hijo mío tu madre...

Robustina: Tu padre era el que...

Luchito: En fin, la paz se ha restablecido. Me alegro.

Procopio: ¿Estabas estudiando?

Luchito: Sí, papá, inglés. Es difícil, pero ya me va gustando.

Procopio: Muy bien. Es un ramo útil. Sobre todo para entenderse con los gringos. Tú sabes que siempre andar como nubes por todas partes

Robustina: ¿Y cómo andan los repasos de geografía?

Luchito: Te diré. De la geografía no me preocupo

mucho, porque se está modificando constantemente.

Consuelo: (siguiendo la conversación que ha mantenido con sus hermanas en un grupo aparte, en primer término): ¿Qué será de Carlos?

Amparo: ¿Y de Ernesto?

Esperanza: Es terrible no tener noticias de nuestros novios.

Consuelo: De seguro que irán a Zapallar por vernos.

Amparo: ¿Y al no encontrarnos se pondrán a cortejar a otras?

Esperanza: Por Dios. No quiero figurármelo. (Siguen conversando entre sí, animadamente).

Procopio: (a Luchito): Es una vergüenza. Reprobado en tres exámenes. Y en cada uno con tres negras.

Robustina: Si hubiera sido con una solamente, habrías pasado bien.

Luchito: Lo mismo digo yo. Mi ideal habría sido salir con una sola negra... (Aparte). Con una negra picara: la Teresita que me quiere mucho. En fin, echaremos un vistazo a la ciudad. Treparemos al observatorio (Trepa en la escala que está apoyada en el muro.) Caracoles, ¿ Qué es eso? ¿Una humareda en la casa vecina?

Procopio (temeroso): Deja ver (sube a la escala.) ¡Dios mío, lo que faltaba: un incendio! Habrá que ir poniendo en salvo los muebles.

Consuelo: ¡Ay, Dios mío!

Esperanza: Ampáranos, Virgen de los afligidos.

Luchito: ¡Qué situación más ridícula!

Procopio (a Luchito): Corre, Grita. Llama a los bomberos.

Robustina: No... No.

Todos: ¿Eh?

Procopio: Pero mujer, ¿qué pretendes?

Robustina: Nada, que no podemos salir. (Imperiosamente) ... Que no sale nadie.

Procopio: Pero

...

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